• El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu junto al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el primer ministro belga, Alexander De Croo -

A Netanhayu se le notaba en la cara que no está acostumbrado a Sánchez. Que le parecía imposible que después de pasarle los videos de la masacre del 7 de octubre filmados por los propios asesinos para regocijo de sus seguidores, nuestro presidente no cambiara ni en una coma el discurso que traía preparado. Cualquiera de nosotros, de haber podido hacerlo, se lo hubiéramos advertido para evitar el desconcierto y la frustración que le asomaron a los ojos. Con este hombre, primer ministro Netanyahu, solo vale la leyenda que Dante colocó en la puerta del infierno: Lasciate ogni speranza. Abandonad toda esperanza. Dé el tiempo pasado con él como perdido para su jornada laboral y como ganado para su conocimiento de hasta dónde puede caer la dignidad humana. Se lo decimos nosotros, que le conocemos bien y lo sufrimos a diario.
De manera velada, van trascendiendo detalles de la masacre, de cómo los asesinos de Hamás, por ejemplo, violaban a las mujeres israelís a la vez que les pegaban un tiro en la cabeza, para después cortarles el pecho en una borrachera de sangre y odio. Las torturas y el ensañamiento son tan fuertes que la tendencia natural es no escribirlo. Pero sucedió y debe saberse, porque hay sufrimientos peores que la muerte. Toda comparación con nuestro terrorismo, siendo ETA la pura barbarie, es un insulto para Israel. Ellos viven permanentemente bajo la amenaza de la desaparición expresada en la frase “Desde el río hasta el mar”, verdadero tsunami antidemocrático que pretende aniquilar toda presencia judía en la zona. Es la propia supervivencia de la nación lo que está en juego, y los que no tienen adónde ir se defenderán como están haciendo, porque se trata de su vida y la de sus familias.

Nuestro actual Gobierno se dedica a la anti diplomacia y a perjudicar nuestros intereses nacionales pidiendo contención a un ejército que, dada su preparación y capacidad armamentística, no ha hecho gala de otra cosa más que de moderación

Netanyahu vio muy pronto que no sirve de nada explicar las razones de Israel a quien viene a darte la teórica moral a tu propia casa. Pero se revolvió indignado porque a lo mínimo que tiene uno derecho cuando está liderando un país en una situación tan crítica como la suya es a que te dejen en paz y no hacerle perder el tiempo. Quizás tendríamos que haberle explicado también a Netanyahu que el objetivo fundamental de nuestro presidente consiste en no molestar a sus socios de Gobierno, dos de cuyos ministros formaron parte del grupo de 27 eurodiputados que votaron 'No' en el Parlamento Europeo a una resolución de repudio a los atentados de Hamás en Israel, (frente a los 500 que votaron a favor), y que el bien a preservar siempre y en todo lugar es su propia permanencia en el Palacio de La Moncloa, cueste lo que cueste y tenga las consecuencias que tenga.
Frente al silencio prudente del resto de los países árabes, silencio quizás mantenido precisamente porque conocen bien a Hamás, nuestro actual Gobierno se dedica a la anti diplomacia y a perjudicar nuestros intereses nacionales pidiendo contención a un ejército que, dada su preparación y capacidad armamentística, no ha hecho gala de otra cosa más que de moderación, e irritando con ello a un país tan importante como es Israel, la única democracia funcional de Oriente Medio y uno de los países más potentes en ciencia y tecnología del mundo.

Ojalá se produjera una gran manifestación en el mismo sentido en el centro de Madrid, para que Israel se diera cuenta de que cuando habla Sánchez no representa a la mayoría de españoles


Debe ser tremendo tener delante a alguien que te da lecciones desde el sofá y que se niega, no por falta de capacidad intelectual, sino por frío cálculo de intereses personales, a comprender la complejidad y la gravedad de la crisis que estás sufriendo. El Gobierno Israelí con la cabeza ocupada en el rescate desesperado de sus  rehenes y teniendo que ponerle buena cara a Sánchez. Yo no sé si hubiera podido, la verdad. Está claro que la autodisciplina y la moderación no son solo cosa del ejército israelí, sino también de su Gobierno.
Y envolviéndolo todo, en una pestilencia sorda e insoportable, ese antisemitismo que se desprende de muchas de las actuaciones de los socios del sanchismo. No les hemos oído protestar por las infinitas guerras internas entre los países del área, siendo todas ellas atroces. Esta es la que genera la reacción, porque se trata de Israel.
Mientras tanto, este pasado domingo, más de 100.000 personas se manifestaron en Londres contra el antisemitismo que vuelve a asomar su horrenda cabeza en las calles de Occidente. En una de las pancartas podía leerse Never again is now (Nunca más es ahora). En un recuerdo necesario de que la Historia puede siempre volver a repetirse. Ojalá se produjera una gran manifestación en el mismo sentido en el centro de Madrid, para que Israel se diera cuenta de que cuando habla Sánchez no representa a la mayoría de españoles, que sí entendemos su legítimo derecho a la supervivencia.
En esto, como en todo, Sánchez solo se representa a sí mismo. Pero nos perjudica a todos.

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