Opinión

Nosotros, los culpables

De la última oleada de inmigrantes hispanoamericanos que llega a la frontera estadounidense, se habla poco en España. Atraviesan parajes infestados de todo tipo de alimañas humanas. Mexicanos, peruanos, venezolanos, bolivianos, cubanos, hondureños, chil

De la última oleada de inmigrantes hispanoamericanos que llega a la frontera estadounidense, se habla poco en España. Atraviesan parajes infestados de todo tipo de alimañas humanas. Mexicanos, peruanos, venezolanos, bolivianos, cubanos, hondureños, chilenos, nicaragüenses, colombianos, etcétera. Cientos de miles, millones de personas en busca de un nuevo país. Pero. ¿Y el suyo?

Veo la entrevista con un fugitivo mexicano. Un hombre joven, acompañado de mujer e hijos, resume su travesía: todo el camino está lleno de criminales. Roban, violan y asesinan las mafias, los delincuentes digamos independientes, y la policía local y federal. Sabemos que México es uno de los países más corruptos y violentos del mundo, un país donde la policía te roba no es un país, es un vertedero. México es un país, dicen, muy bonito y lleno de interesantes arquitecturas de los caníbales que vivían allí, antes de que los civilizadores españoles llegaran a quitarles a las víctimas sacrificadas (cientos de miles, anualmente) de la boca y la parrilla. Un país muy bonito, dicen, donde nunca he estado ni estaré.

Huimos de nuestros compatriotas, una sarta de ladrones, bandoleros, y en general gentuza criminal que ha llegado al gobierno (en muchas ocasiones, con el voto de los que ahora huyen) y desde el poder han convertido sus países en basureros

Toda Hispanoamérica ¡y el Caribe!, corre despavorida a meterse en Estados Unidos. Se habla mucho del padecimiento de los emigrantes, siempre con un deje antiyanki, esos yankis hijos de puta racistas que no abren sus fronteras, para que todos esos infelices se instalen en Estados Unidos. Pobre gente. Pero. Me pregunto, ¿de qué huyen? ¿Huyen de los yankis? No me lo parece. En realidad, me digo, huyen de ellos mismos. De sus gobiernos corruptos, narcotraficantes, ladrones y asesinos. Huimos de nosotros mismos. Huimos de nuestros compatriotas, una sarta de ladrones, bandoleros, y en general gentuza criminal que ha llegado al gobierno (en muchas ocasiones, con el voto de los que ahora huyen) y desde el poder han convertido sus países en basureros, en estercoleros, en países de los que hay que huir. En países en los que, no digamos prosperar, no se puede vivir. Quiero decir, porque nunca se dice, que nosotros hemos convertido nuestros países en lugares en los que no se puede vivir, donde no hay paz, ni ley, ni justicia, ni orden. Países que no son países sino letrinas ideológicas o mafiosas.

Yo vengo de uno de estos países secuestrados por corruptos, matones, ladrones y asesinos, y hablo con cierta frecuencia con personas que, como yo, han tenido que huir en busca de un sitio en el que vivir civilizadamente. Todos coinciden en lo mismo. Allá no se puede vivir. Conozco a un muchacho muy trabajador que comenzó un negocio de transporte en su país, Honduras. Ahorrando y trabajando muchas horas se compró un camioncito viejo y, con el tiempo y muchos esfuerzos llegó a tener una pequeña flota, tres o cuatro camiones con los que se ganaba la vida no sólo él y su familia sino otras familias, a quienes empleaba. ¿Qué pasó? ¿Qué hace aquí, en España de jardinero, y haciendo disímiles trabajos para sobrevivir y mantener a su familia? Se los digo. Un día llegó una mara o pandilla o como se llamen esos hijos de puta, a extorsionarlo. Si no les pagaba, primero le quemarían un camioncito. Y después otro. Y si ya se obstinaba en no pagar, o no pagaba la cifra que le pedían (cifra creciente) matarían a uno de sus hijos. ¿Llamar a la policía? Já. La policía también roba. Y cobra de las pandillas que le cerraron el negocio al muchacho.

No hagan caso de los lloriqueos de medio mundo (los culogordos europeos, en primer lugar), y sobre todo no hagan caso de los intelectuales. Esa gente es lo peor

Cuento esto, porque se habla poco de los verdaderos culpables de estas mareas de fugitivos: nosotros. Ni Estados Unidos, ni ningún otro país, puede abrir sus fronteras a la inmigración descontrolada. No sobreviviría. Así como Europa no sobrevivirá a la invasión africana.  

Como no me gusta criticar sin ofrecer soluciones, tengo una propuesta para Estados Unidos: invada. Mande sus ejércitos a liberar de sus gobernantes ladrones y asesinos a estos infelices y así puedan dejar de huir de sus países. Impongan un poco de orden y decencia a la política de esos países. Me temo que tendrá que ser por la fuerza. Los llamados pueblos de esos países se lo agradecerán. Eso sí, el primer país a invadir ha de ser Cuba. Por antigüedad, 64 años de ladrones y asesinos en el poder; después podría ser Nicaragua, sugiero. Y así, una invasión al año.  Pongan, yankis, todo ese poder económico y armamentístico a trabajar verdaderamente al servicio de la democracia, la prosperidad y la paz en el mundo.

Ya sé que otras veces en Hispanoamérica sus políticas han sido estúpidas, racistas, egoístas, canallas y asesinas. Pero. Esta es la oportunidad de enmendarse. Invadan. Recuerden, Cuba primero. Ninguno de los gobernantes de esos llamados pueblos se enmendará por sí mismo. No hagan caso de los lloriqueos de medio mundo (los culogordos europeos, en primer lugar), y sobre todo no hagan caso de los intelectuales. Esa gente es lo peor. Prefieren hacer dinero con el sufrimiento de esos infelices obligados a huir, ¡el niñito ahogado!, que ayudarlos de una manera efectiva a librarse de los ladrones que los gobiernan, oprimen, envilecen, arruinan y matan. Invadan.

Yo mismo escapé de una pandilla de ladrones y asesinos, la mara Castro. Y puedo asegurarles que los culpables de nuestras inacabables tragedias no son los yankis, somos nosotros.

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