He guardado para mí esta anécdota durante nueve años y si hoy la cuento es porque creo que los hechos la han dotado de categoría. Trata, cómo no, del protagonista del día, Ignacio González, en aquel momento todopoderoso "número dos" de una Esperanza Aguirre no solo la presidenta de la Comunidad de Madrid sino esperanza blanca de no pocos en el PP de entonces.
Acababa de pronunciar el 7 de abril de 2008 en el Foro ABC su famoso "no me resigno", justo después de la segunda derrota de Mariano Rajoy en unas elecciones generales y justo antes del Congreso del PP de Valencia. Y todos, periodistas, políticos y empresarios allí presentes nos afanamos en los día siguientes por conocer el cuando, el donde y el cómo de esa candidatura alternativa que nunca llegó.
Siempre locuaz en público y en privado, la baronesa se dio cuenta de que su peor enemigo podía llegar a ser ella misma, así que después de afirmar ante el 'todo Madrid' que iba a dar "la batalla", se replegó; pasó a medir mucho sus pasos, cada palabra, cada gesto. Y a los 'plumillas' no nos quedó otra que citarnos con el González afable, el mejor embajador que ha tenido nunca la 'marca Aguirre'. A veces venía él a nuestra cita, a veces íbamos nosotros "a Sol", al comedor de la Presidencia de la CAM testigo de no pocas sobremesas interminables.
En una de esas iniciativas, este periodista dio por hecho que estaba citado en el kilómetro cero, pero su interlocutor le corrigió una hora antes: "No, no. Venid al Canal". Fue ese día cuando conocí un edificio con solera que con sus maderas nobles no desmerece nada al mejor de los Ministerios en La Castellana, mientras dos camareros perfectamente uniformados y provistos de guantes blancos tal que si de una recepción real se tratara nos servían las viandas.
De vuelta ya a la redacción, en el taxi, uno de los periodistas me miró y repitió lo de Josep Pla al ver el exceso de ese Nueva York nocturno iluminado por los rascacielos como si fuera de día: "Y esto ¿Quien lo paga?"... Pues eso