Opinión

Para qué sirve la televisión

Ahora las teles son ultra mega súper planas y no puedes poner ni una oblea. Y funcionan con la voz

  • Televisión -

Decía Sir Winston Churchill que el problema de nuestra época consistía en que los hombres no querían ser útiles sino importantes. A propósito de la utilidad ando estos días cavilando acerca de ciertas cosas que tenemos por imprescindibles siendo, en realidad, todo lo contrario. Por ejemplo, la yogurtera. ¿La recuerdan? Si no tenías una eras poco menos que un neandertal. Pues ya ven en que ha quedado, un objeto inútil que nadie tiene. Al hilo de estas reflexiones me pregunté para qué servía la televisión, tanto como aparato como emisor de contenidos. Lamento ser radical, pero la tele como elemento hogareño en la actualidad no sirve para nada. En tiempos pasados, y debido a su anchura, se podía utilizar para colocar encima un tapete de los que hacían nuestras madres, poner un torero, un jarrito con la leyenda “¡Viva Cartagena!”, no sé, nosotros teníamos una figurita de “El Santo”, la serie interpretada por Roger Moore, ¿recuerdan?

Ahora las teles son ultra mega súper planas y no puedes poner ni una oblea. Y funcionan con la voz. Eso no puede digerirlo una generación que acostumbrada a que tus padres te mandasen levantarte para subir o bajar el volumen o cambiar al UHF. Pero dejando a un lado la utilidad del aparato en se y per se, pasemos a lo que nos ofrece. Ya he mencionado los dos canales que de mis años mozos. Ahora cada día hay más plataformas, canales temáticos y ofertas segmentadas por franjas de audiencia; que si los jóvenes, que si los adultos, que si los niños, que si las mujeres, que si los futboleros, que si los amantes de ver como un oso se zampa un salmón de un bocao.

Tengo la impresión, a lo mejor producida por mi edad provecta, que en el fondo es todo lo mismo. Ya no hablo de los informativos, que suenan todos iguales, hablo de que, con el zapping uno no sabe si el oso ha marcado gol después de que el salmón le hiciera falta mientras Belén Esteban pitaba la expulsión de Pablo Motos con Broncano riéndose antes de comprar vocal. Todo es confuso, es idénticamente diferente, todo parece salido de la misma fábrica e ideado por el mismo ingeniero social aburrido al que se le han terminado las ideas y sólo piensa en que la cadena de producción no se detenga.

No encuentran nada que les guste, que les atraiga, que les interese. Salvo el deporte, que ahí si que existe todavía tirón televisivo

A mí, si les he de ser sincero, la televisión me gusta cada vez menos. De hecho, muchas noches Elena, mi señora, y yo acabamos viendo en Youtube alguna oscura película de misterio de los años treinta o cuarenta, o vídeos de osos panda. Y estamos suscritos a varias plataformas. Quizá alguno de ustedes piense que somos raros, pero sé de bastante gente a la que le pasa lo mismo. No encuentran nada que les guste, que les atraiga, que les interese. Salvo el deporte, que ahí si que existe todavía tirón televisivo.

Me temo que hoy en día serían imposibles programas como “Estudio 1”, “La Clave”, “A fondo” – ¡qué magníficas entrevistas hacía el gran Joaquín Soler Serrano, por Dios! – o las tertulias que organizaba Jesús Hermida con gente de todos los colores, donde nadie chillaba ni insultaba. No triunfarían porque pretendían hacer algo, tenían un objetivo que iba más allá del panegírico al líder, de mantener el share a base de truculencias o, lo peor de todo, de tomar al espectador por idiota. De ahí que me pregunte para qué sirve lo que nos echan, que diríamos antes, por la tele. Salvo honrosas excepciones, no sirve para nada.

Así que yo cerraría todas las emisoras públicas nacionales, autonómicas, locales o taxidermistas y así nos ahorraríamos un pastón en periodistas independientes premiadas por el sanchismo y tertulianas más vocingleras que un cabo reenganchao del Tercio. Eso, por no hablar de seriales horrorosos. Como dijo Víctor Hugo o Paquirrín, que ahora no recuerdo bien, no toleres cerca de ti nada que no sea útil o bello. Y no veo en la tele que se hace hoy ninguna de ambas cosas.

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