La detención de Puigdemont en una gasolinera en Alemania, la orden de captura a Marta Rovira y Anna Gabriel en Suiza, el procesamiento de Comín y Ponsatí, y la prisión para la plana mayor del secesionismo asoman el fin del ‘procés’. O así piensan algunos. ¿Comenzó la pasión independentista el domingo de Ramos? ¿Se adelantó el calvario ocho días con respecto a la liturgia? ¿Es ésta la primera estación de un viacrucis que acabará en Estremera…? Con el secesionismo nunca se sabe. Su naturaleza hiperbólica, tragicómica y auto paródica da para mucho, incluso para una pascua cristiana.
A toda esta larga monserga del procés la recorre un no sé qué a lo Terry Jones y Graham Chapman
No sería de extrañar que Puigdemont escapara de la prisión de Neumünster abriendo un túnel con un tenedor de plástico o que Roger Torrent propusiera un fuet para ser investido como presidente de la Generalitat. El bucle comenzaría de nuevo hasta centrifugar por completo la cordura ciudadana, ya exprimida hasta el pellejo. Le aseguro, lector, que a día de hoy usted no está del todo seguro de cuántos Jordis han optado a presidir el Parlament. Sánchez, Turull… ¿Le tocará acaso a Cuixart? Todos Jordis, aunque sin dragón, cual pelotón de John Malkovich en la película de Spike Jonze. Sea sincero, lector: ¿sería capaz usted de recordar al menos tres delitos de la larga lista de fugas, detenciones y capturas?
A toda esta larga monserga del procés la recorre un no sé qué a lo Terry Jones y Graham Chapman. Y si se concentra usted en los acontecimientos de los últimos días, llegará a pensar que esto de la independencia es un plagio de La vida de Brian, aquella película de los Monty Python. Hay algo del Frente Popular de Judea en todo cuanto rodea este largo asunto de opresores y oprimidos. Del Romanes eunt domus que los centuriones obligan a escribir correctamente cien veces a Brian hasta el crucero de Piolín fondeado en el puerto de Barcelona. El archipiélago crece en número y las aguas se revuelven: Esquerra, las Cups, PDeCAT, Comités de Defensa de la República... Un safari ideológico de gente enamorada de sí misma y que prefiere que continúe en marcha el 155 antes que investir al presidente de un gobierno catalán. No tiene lógica, pero ocurrió así: los más fervientes independentistas perpetúan el periodo más largo de intervención del Estado en Cataluña.
En su permanente huida hacia Bélgica, Puigdemont -como Brian de Nazareth- ha dejado caer una sandalia que su séquito ha recogido en el camino
A Brian Cohen y Carles Puigdemont los separa apenas una sandalia. Uno nació en el establo junto al de Jesucristo, el mismo día, y tras un cúmulo de desgraciados y tronchantes equívocos fue confundido con el mesías en una Galilea fanatizada. Al otro, alumbrado en Gerona, le pasará como al falso mártir de la película de los Monty Python. Dominado él también por una madre de pelo en pecho –el nacionalismo- y ansioso de emanciparse, Puigdemont ha terminado luchando por una independencia casi lisérgica. Una en la que importa una sola cosa: lanzar dobles y salir de la cárcel, preferiblemente sin pagar multa. Porque política, lo que se dice política, Puigdemont dejó de hacerla hace ya rato. A menos que moverse por toda Europa mientras sus compañeros de lucha permanecen en la cárcel sea considerada una nueva forma de lucha. Olvídese de las naves en llamas más allá de Orión, lector. Esto ni Tom Sharpe, que de Cataluña algo sabía por cierto.
En su permanente huida hacia Bélgica, Puigdemont -como Brian de Nazareth- ha dejado caer una sandalia que su séquito ha recogido en el camino y que blande cual signo divino de la tierra prometida catalana. Es una señal… ¿de qué? Da igual. Reconvertida en parodia de una parodia, esta versión que ofrece el procés del gag de La vida de Brian no sólo resume la historia completa de la religión en dos minutos y medio, como dijo John Cleese. Es algo bastante peor. Sintetiza la causa antiespañola con la brocha gorda e hilarante del remedo. “Tú eres el mesías, lo sé porque he seguido a varios”, dijo más de un secesionista el día de la declaración reversible de independencia del 10 de octubre. Porque, después de todo, aparte del acueducto, alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?... se preguntarán los dirigentes que han sustituido a la dinastía Pujol, incluyendo a los antisistema cuperos.
“Tú eres el mesías, lo sé porque he seguido a varios”, dijo más de un secesionista el día de la declaración reversible de independencia del 10 de octubre
Como el Frente de Judea -que odia al Frente Judaico Popular, aunque defienda lo mismo-, los secesionistas entonan compungidos el Segador, al mismo tiempo que miran hacia los lados buscando la salida de emergencia. En su simulacro de beatería, piensan una sola cosa: la forma más rápida de perderse, aunque eso implique dejar clavado en la cruz a Puigdemont -como ya lo hicieron con Oriol Junqueras-. “Porque es un muchacho excelente, porque es un muchacho excelente”, cantarán los que aún puedan evitar su propia prisión. Siempre se podrá decir que vía unilateral nunca existió, que era un invento patentado por el Estado, que dijo alguna vez Marta Rovira, la plañidera que puso pies en polvorosa. De momento, la película se acelera y baja por la cuesta del Monte del Calvario. “Cuando tu vida esté en ruinas, no te quejes y ponte a silbar” cantará, acaso, un coro de crucificados al final de esta película. Si es que tal cosa como un final llega a ocurrir.