Opinión

No te lo perdonarán, Cayetana

Altiva y en ocasiones distante, seca como un frenazo, Cayetana Álvarez de Toledo no deja a nadie indiferente, tampoco títere con cabeza. A tanto se atreve, que hasta pretende corregir el descalabro de los populares en Cataluña

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Nunca se ha callado las verdades, duelan a quien le duelan. En la época en la que al PP de Mariano Rajoy le pasaba lo que al Orient de Conrad en La línea de sombra, la suya fue una las voces más críticas. Renunció a formar parte en las listas del Congreso en 2015. Fue su forma de vetar a un hombre inmóvil. El portazo de Toledo levantó una bocanada de viento para zarandear las velas tiesas de aquel barco varado en Génova. El PP debía regenerarse y democratizarse, solo así podría recuperar y modernizar la política, dijo entonces. Ahora, Cayetana Álvarez de Toledo encabeza la lista con la que Pablo Casado intentará corregir el descalabro de los populares en Cataluña en las elecciones del 28 de abril.

Alta, espigada y de complexión fibrosa, casi tanto como las pocas palabras que usa al hablar, Cayetana se echó al monte. Al poco tiempo de fundar la plataforma Libres e Iguales junto a Mario Vargas Llosa y Albert Boadella, y tras ejercer como portavoz de esa organización de la sociedad civil que rechaza la secesión en Cataluña, presentó ante la Fiscalía General del Estado una denuncia contra la entonces presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, por su reiterada desobediencia a las resoluciones del Tribunal Constitucional. Por incomodar, que no quedara. Cayetana Álvarez de Toledo irrita a propios y ajenos. Dentro de su partido, por crítica; fuera de este, por 'aznarista'. Integrante de FAES, y directora del Gabinete de la Secretaría General del PP en tiempos de Ángel Acebes, Toledo -como Casado- ha formado parte del entorno de José María Aznar, a cuya fundación se incorporó como directora del Área Internacional.

En la época en la que al PP de Mariano Rajoy  le pasaba lo que al Orient de Conrad en 'La línea de sombra', la suya fue una las voces más críticas

Muchos se refieren a ella como la marquesa rebelde del PP. Muy despistados no andan. Por la línea paterna, desciende del II Duque de Alba de TormesFadrique Álvarez de Toledo, fiel servidor de Fernando el Católico y de Carlos I. Su madre, Patricia Peralta Ramos, proviene de una de las familias fundadoras del Mar del Plata. Tras vivir en Londres, Cayetana Álvarez de Toledo llegó a los 7 años a Argentina, en plena guerra de Las Malvinas. De aquellos años conserva una melodía porteña, levísima, que pinta su acento. A los 18 ya había ingresado en Oxford, donde estudió Historia y completó luego su doctorado. Poco antes de entrar de lleno en la política, trabajó como periodista en El Mundo, cabecera en la que hasta hace poco ha ejercido de columnista. 

Toledo creció en la cabalgadura de las muchas identidades. Ella se describe como española por elección. A esta mujer le acomplejan pocas cosas, por no decir ninguna: ni siquiera que la acusen de no saber hablar catalán. La primera en lanzar la pedrada de la lengua contra la popular fue la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet. Toledo contestó que el idioma no podía ser un factor de división. Vamos, echó fuera el balón más evidente: un certificado de catalanidad que no posee y una extranjería que en tiempos patrios la perseguirá allá donde vaya. Altiva y en ocasiones distante, seca como un frenazo, Toledo no deja a nadie indiferente, tampoco títere con cabeza. Atizó a Vox con la misma contundencia que lo hizo con Podemos.

Hay quienes la llaman la marquesa rebelde del PP, pero no es una sola cosa; ni es madrileña, ni argentina, ni oxoniense, ni catalana... Y le da igual

Suma todas las antipatías, en especial la de aquellos que convirtieron su “No te lo perdonaré, Carmena” en la mofa de aquella cabalgata de reyes que la alcaldesa de Madrid confundió con el Carnaval de Tenerife. No le perdonarán a Cayetana haber dado un paso al frente de la misma forma en que no le han pasado por alto ni una. Por ser, Cayetana Álvarez de Toledo no es una sola cosa. Ni madrileña, ni argentina, ni oxoniese, ni catalana. No te lo perdonarán, Cayetana. Por ser más de Pinker y Lilla que de tribalismos, balconadas y demás jaurías. Por eso y más: no te lo perdonarán, Cayetana.

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