Opinión

¡Pide perdón, Errejón!

El líder de Sumar ha degradado la política y ha traicionado a los suyos

  • Íñigo Errejón y Yolanda Díaz en el Congreso. -

Era marzo del 2021, seguíamos transitando, aunque ya había pasado lo peor, por una pandemia mundial que nos arrasó mental, sentimental, social y laboralmente hablando, en mayor o menor medida. Nos afectó a todos. Vimos la muerte a nuestro lado, hospitales saturados, encierros en casa sin ver a nuestros seres queridos, nuestros abuelos en las residencias, funerales en soledad, colas del hambre. Otros, solo unos pocos, hicieron negocio de la tragedia. En los juzgados están algunas de las causas por los beneficios en la compra de mascarillas. Pero, principalmente, sufrimos todos el dolor de la enfermedad, de la pérdida, afloraron carencias y un diputado puso en el foco político la salud mental: Íñigo Errejón. Aquí, en Vozpópuli, ensalcé la figura de este diputado en cuestión, hace tres años. Ese mes de marzo, el 17 de marzo del 2021, en el Congreso, cuando Errejón expuso una situación demencial en la sanidad pública, en la falta de atención psicológica, en la falta de atención a la salud mental, el diputado del PP, Carmelo Romero, le gritó desde la bancada popular un “Vete al médico”, para lo que después se disculpó en ver las muestras de repulsa, de queja tras sus palabras teniendo en cuenta que la OMS pone de manifiesto que prácticamente la totalidad de la población vamos a necesitar atención psicológica. Se hicieron hasta camisetas del “Vete al médico”. Tenía razón Romero. Eso es lo que Errejón necesita ahora, ir al médico. Añadiría algo más, porque, en primer lugar, antes de irse de la política, lo que debería haber hecho a gritos y en la misma tribuna en la que daba lecciones de feminismo, lo que debería haber hecho es pedir perdón.

Falla Sumar en ese control que debería haber tenido la organización que abandera la protección de la mujer frente al machismo. En su propio partido

A esas camisetas de ¡Vete al Médico! se le debe añadir 'Y pide perdón!'. Cualquier persona que acose sexualmente a otra está enferma, cualquier adicto es un enfermo. Lo sabemos cuando contamos con alguien cercano que tiene una adicción a las drogas o al alcohol, sabemos que esa persona en cuestión es consciente de que lo que está haciendo no está bien pero el impulso es más fuerte. Para superar una adicción se debe acudir a un médico y reparar los daños causados. Sumar, el partido de Errejón, ofreció el sábado algunas explicaciones. Reconoció su portavoz Ernest Urtasun, ministro de Cultura del Gobierno, que habían fallado los mecanismos de detección y prevención del partido, que en cuanto tuvieron conocimiento de los hechos, el lunes pasado, Yolanda Díaz  le preguntó a Errejón por las informaciones que estaban surgiendo sobre acoso sexual y que él mismo se lo reconoció. Actuó rápido Sumar en apartar a Errejón del partido. Falla en ese control que debería haber tenido la organización que abandera la protección de la mujer frente al machismo. Por ello, más medidas deberá tomar para volver a ganarse la confianza.

Errejón era creíble, hacían falta voces masculinas que salieran en defensa de aquellas jóvenes que vuelven con miedo a su casa por la noche, de aquellas mujeres acosadas sexualmente por alguien con poder de su entorno con miedo a denunciar, de aquellas que laboralmente no están consideradas en condiciones de igualdad frente a sus compañeros. La izquierda se queda huérfana de confianza, de estas voces masculinas que remen a favor de la mujer en mayúsculas. Todo esto que ha pasado con Errejón pone de manifiesto lo que él mismo denunció, y lo que reconoció en su comunicado que le hace falta seguir con atención psicológica. Que también hace falta en este país mayor inversión en atención a la salud mental. Pero, si bien el dolor de sus víctimas no queda compensado con un perdón, le faltó el perdón, le faltó reconocer los hechos, no salir a la palestra que lo que parecía anunciar en un principio era que dejaba la política porque no podía más, porque estaba desbordado y necesitaba atención médica. Eso es lo que aseguraba en su comunicado de renuncia, para luego culpar a la vida política lleva en ocasiones a la falta de empatía. Sí a la falta de empatía a raudales, la misma que no tuvo en antes de irse, la que no tuvo para pedir perdón, no solo a sus compañeros de partido, en el Congreso, en pedirles perdón por haberles fallado, por haber tenido una oratoria ejemplar frente al machismo, pero luego en la intimidad de su habitación hacer al parecer, por lo publicado y lo reconocido por él, todo lo contrario.

Engañó a todos

Las víctimas tienen que perder el miedo a denunciar, a pedir ayuda. Errejón si hiciste daño pide perdón, es lo primero. De hecho, su ex compañero e íntimo amigo Pablo Iglesias preguntado en 59 segundos por Gemma Nierga respondió un claro: ‘Errejón no era así’. Se conocían bien. Veremos ahora cómo se recompone Sumar, qué da de sí la reunión del grupo parlamentario con Yolanda Díaz, que ha estado fuera de foco todos estos días del escándalo por un viaje a Colombia. Veremos quién sustituye a Errejón y cómo encaran la Asamblea que el partido tiene convocada en poco más de un mes. La política se cobra familias, proyectos personales, la política es una selva en la que se necesitan personas con honestidad, dignidad, principios, valores éticos, gran capacidad de lo que supone trabajar pen pro de la gente. Sobran egos. Errejón ha degradado la política, a Sumar, a los suyos, a las víctimas, a quienes le creímos por exponer un discurso conciliador, defensor de lo justo en el ámbito de la mujer o de la sanidad, por ejemplo. Lo suyo no es hipocresía, no es falta de valores o de educación: es adicción. Pero, humildemente pienso que debería, además de irse al médico, pedir perdón

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