Tarde y con impacto limitado. Esa es la conclusión a la que se puede llegar tras analizar el plan de choque presentado por el Gobierno para paliar los efectos del incremento de los precios energéticos en España.
El Ejecutivo ha anunciado un paquete medidas por valor de 16.000 millones de euros que se distribuyen de la siguiente manera.
⦁ 10.000 millones de euros para desbloquear nuevos créditos ICO.
⦁ Y 6.000 millones de euros destinados a subvencionar con 20 céntimos por litro de carburante, incrementar el ingreso mínimo vital, volver a prohibir los despidos y establecer un tope al incremento de precios de los alquileres del 2%.
Lo primero que llama la atención es la cuantía: 16.000 millones de euros. Casualmente (nótese la ironía), un importe similar al plan que ha presentado el Gobierno de Alemania, aunque con una diferencia notable: mientras que el gigante teutón , como veremos más adelante, articula un plan cuyo desembolso asciende efectivamente a 16.000 millones, en el caso español acude a un gran titular, pero casi dos de cada tres euros no es ayuda directa, sino facilidad de crédito.
El primer elemento del análisis, por lo tanto, debe contener un poco de perspectiva temporal e histórica de este plan. De hecho, recuerda mucho a los grandes planes de ayudas que aprobó el Gobierno de la Nación para paliar los efectos del Covid19. Seguro que muchos de los lectores recuerdan los famosos 100.000 millones de euros que el Gobierno destinó a créditos ICO para empresas mientras les obligaba a bajar la persiana BOE en mano. Una medida que, entonces, estuvo justificada y era importante, aunque siempre afirmamos que debía ir acompañada de muchas otras (fundamentalmente, bajadas de impuestos) para que fuera efectiva.
La realidad, sin embargo, fue por otros cauces: Según los datos del FMI de julio de 2021 (últimos disponibles), España inyectó un 7,6% del PIB en medidas de apoyo directo a la economía, una cifra que está 10 puntos por debajo de la lista de países considerados “avanzados” por este organismo y muy lejos de lo que hicieron Italia (11% del PIB) o Alemania (14% del PIB), por citar algunos.
Si, además de esto, añadimos el largo listado de subidas de impuestos aprobadas, las trabas a la actividad económica y la inseguridad jurídica no es de extrañar, por lo tanto, que España tuviera la peor caída de toda la UE en 2020 y esté teniendo la peor recuperación durante 2021 y lo que va de 2022.
Merece la pena recordar que medidas como el ingreso mínimo vital o la prohibición de despedir también fueron aprobadas entonces, y la realidad superó a las fantasías intervencionistas: Si tenemos en cuenta las personas en ERTE y los autónomos en situación de cese de actividad, la tasa de paro efectiva en España alcanzó el 35% a mediados de 2020.
España inyectó un 7,6% del PIB en medidas de apoyo directo, una cifra que está 10 puntos por debajo de la lista de países considerados “avanzados” por el FMI
Volver a un paquete medidas que ya se han demostrado fallidas no parece, por lo tanto, un buen punto de partida. Pero merece la pena ir analizándolas, además, de una forma individual.
En relación con los créditos ICO cabe recordar dos cosas: En primer lugar, que aún hay 36.000 millones de euros sin activar de las anteriores líneas Covid19. Y, por otra parte, que el FMI afirma en su último informe sobre España que los créditos ICO cuya moratoria ya ha expirado tienen una morosidad del 7%, y el resto de créditos asumidos bajo este paraguas están incrementando su morosidad hasta cerca del 3% en el tercer trimestre del año, a pesar de que aún no ha comenzado la fase de devolución del principal.
A lo anterior debemos añadir que hace tan sólo unos días hemos conocido que en 2021 el sector empresarial nacional tuvo que refinanciar 31.500 millones de euros más, una cifra que supone casi un 50% más que en 2020 y que supera los valores que veníamos viendo desde 2015, cuando se inició la recuperación económica. Por lo tanto, la activación de 10.000 millones de euros en créditos ICO es innecesaria, ineficaz y sólo añade riesgo crediticio a nuestra economía.
En relación con la subvención de 20 céntimos de euros por litro de carburante, en mi opinión es un second-best; es decir, una medida que no es óptima pero sí necesaria. En esta columna ya hemos hablado de la necesidad de bajar impuestos para paliar los efectos de la inflación (lean). Una subvención ayuda a paliar los efectos de la inflación temporalmente, pero en ningún caso soluciona el problema de fondo y, por lo tanto, los españoles estamos pagando en diferido (vía impuestos futuro) la ceguera ideológica del gobierno a la hora de tomar medidas.
Merece la pena echar un vistazo a algunos de los elementos más importantes de los planes que se están desarrollando en Europa para ver las enormes diferencias que hay con respecto al español:
⦁ Francia: Parcialmente subvencionado en 15 céntimos el litro para todo tipo de combustible a partir del 1 de abril. Además, dará un cheque: Cada autocar recibirá 1.000 euros y los camiones, según el tonelaje, entre 400 euros para los de menos de 7,5 toneladas y 1.300 para los articulados con remolque. A las furgonetas, ambulancias y otros vehículos sanitarios se les atribuirán 300 euros.
⦁ Alemania Cheque de 300 euros como complemento salarial para cada contribuyente, otro cheque de 100 euros por hijo, reducción del pago anticipado del impuesto sobre la renta para los autónomos, reducción del impuesto sobre la energía de los carburantes al mínimo europeo durante tres meses, e introducción de billete de transporte público de 9 euros para su uso durante 90 días.
⦁ Portugal: Subvención mensual al incremento del precio del carburante que corresponde a un descuento de 0,40 euros por litro en un depósito de 50 litros y suspensión del aumento del Impuesto al Carbono hasta al menos el 30 de junio de 2022. El ahorro estimado por cada 50 litros de combustible asciende a 24,25 euros.
⦁ Polonia: Reducción del IVA en bienes que considera clave, como los alimentos (que pasan del 5% al 0%), el gas (que va del 23% al 0%) o los fertilizantes, que varía del 8% al 0%.
⦁ Italia: Decreto que reducirá en 25 céntimos por litro los impuestos especiales en el precio de la gasolina y el gasóleo durante 1 mes.
⦁ Irlanda: Reducción del impuesto especial sobre el combustible. Este varía en función de si es para la gasolina, que tendrá una reducción de 20 céntimos el litro; diésel, con 15 céntimos de bajada; y diésel verde, con 2 céntimos el litro.
Y, en relación con el resto de medidas, creo que tienen más un carácter ideológico que de gestión. Me pregunto qué tendrá que ver un incremento del ingreso mínimo vital, o la intervención salvaje para prohibir los despidos, con la situación de estanflación que ya vive España. En caso de que tenga que ver, es para afirmar que tienen un claro componente inflacionista: Los temidos “efectos de segunda ronda”.
Además, añaden gasto estructural a un presupuesto público ya asediado por una serie de gastos disparados. Y esto para un país en el que el déficit estructural (esto es, independientemente de si crecemos o no) que ya está en el 4% según el FMI, es un lujo que, sencillamente, no nos podemos permitir.
En definitiva, la evolución que está adquiriendo el gobierno de España es preocupante. Tenemos por delante una oportunidad para equiparar nuestra situación a la de países comparables mucho más afectados por la invasión de Ucrania; y, sin embargo, estamos usando este hecho para seguir dando una vuelta de tuerca más a la política ideológica y la tergiversación de los pilares económicos de la democracia liberal que nos han dado el mayor período de prosperidad de nuestra historia.
Es necesario un cambio de rumbo y no parece que un plan con mucho marketing, muy poco contenido y que repite errores del pasado sea el camino adecuado a seguir
España necesita un cambio de rumbo económico. El Gobierno de la Nación ha pasado de atrincherarse en la pandemia del Covid19 a hacerlo en la invasión de Rusia a Ucrania con el único objetivo de dar la espalda a la realidad económica nacional. La única manera de poder acertar en la aplicación de recetas adecuadas es partir de un diagnóstico certero.
La situación a escala global es muy delicada, y España acumula desequilibrios que nos hacen uno de los países más vulnerables de toda la UE. Es necesario un cambio de rumbo y no parece que un plan con mucho marketing, muy poco contenido y que repite errores del pasado sea el camino adecuado a seguir.
Daniel Rodríguez Asensio es consultor estratégico y Presidente de Acción Liberal Think Tank For Freedom