Nadie en su sano juicio puede tomar en serio a Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Los aspirantes a próceres de la patria catalana eran en realidad dos gorrillas de tres al cuarto dispuestos a aceptar la calderilla averiada de Pedro Sánchez. Lo único que les queda es salvarse a sí mismos y mantener como buenamente puedan esa gigantesca estructura de poder que ha convertido Cataluña en una comunidad indeseable para invertir e insoportable para vivir.
Es fácil indignarse con todo lo que está pasando. Y es imposible no acordarse de aquellos que dieron y dan la cara día a día en Cataluña, únicas víctimas colaterales del futuro Gobierno de Sánchez. Pero la situación en general es tan ridícula que parece sacada de una película de Cantinflas. Lo mejor que podría pasarle a España es una nueva contienda electoral en Cataluña con los amnistiados Puigdemont y Junqueras como cabezas de lista. Sería verdaderamente divertido asistir a ese debate electoral.
Estos días veremos y escucharemos palabras grandilocuentes. Acuerdos solemnes. Promesas increíbles. Da igual. El único destino de sus síes a la investidura de Sánchez es la inevitable derrota electoral del separatismo en las próximas elecciones autonómicas. Y hay una cosa que no debe pasar desapercibida llegada la hora del cambio en el Palacio de la Generalitat: Salvador Illa no es Pasqual Maragall.
El futuro de Puigdemont y Junqueras
Cuando el nacionalismo entra por el Gobierno, el talento salta por la ventana. Es una lección que hemos aprendido estos años. Pilar Rahola seguirá en televisión como referente moral del engaño, mientras las mejores mentes de Cataluña se refugian en Madrid y cada vez más en otras grandes ciudades como Zaragoza y ahora Valencia, que están sabiendo entender que el mundo ya no funciona como creen los separatistas.
La sociedad postpandemia se rige por otros códigos. Es egoísta en su felicidad, pero consciente de las dependencias de la globalidad. Los fondos europeos y las vacunas son solo algunos ejemplos. Puigdemont y Junqueras son la antítesis de todo eso. Y la gente les ha tomado la matrícula.
Llega septiembre. Seguiremos leyendo tuits -o como se llamen ahora- de Puigdemont cargados de naderías. ERC peleará por las migajas. Sánchez tendrá a los de siempre de su parte asegurando que España no se rompe. La oposición de dedicará no se sabe muy bien el qué. Por ver, hasta veremos una amnistía. Y a los españoles cada vez más alejados de Cataluña. Lo escribió Billie Joe Armstrong, enorme solista de la banda americana Green Day: "Wake Me Up When September Ends".
Termopidas
Las negociaciones serán para salvarse, Puigdemont y Junqueras...y se acabó el cuento...los independentistas catalanes, comprobarán, con sus propios ojos, que sus líderes los han traicionado, por más cuentos que les cuenten... Sánchez les dará la mitad de lo que pidan...y pagar el resto de España.. No quieren la independencia, quieren vivir exprimiendo al resto de los españoles..
Wesly
Si, sí, Puigdemont y Junqueras, por muy gorrillas que sean y por mucho que se peleen entre ellos (por la poltrona y la mamandurria, en esto no difieren de los demás), serán los que, con la bendición de Sánchez (que nos representa a todos), determinarán nuestro futuro a corto y medio plazo, o incluso quizás a largo plazo. Es lo que tiene votar a un psicópata, narcisista, malvado, enfermo de poder para que nos represente.
vallecas
CataluÑa Fuera De EspaÑa. ¡¡ya¡¡
txemadero007
¡¡¡ CATALUÑA INDEPENDIENTE YA !!! Que se vayan a cagar de una vez.
PijoListo
Hay cosas, como el hielo, que cuánto menos se muevan antes se diluyen en el whisky