Opinión

¿Qué lengua destronará al inglés?

La batalla sobre la futura lengua vehicular en el planeta está aún por decidir

  • Personas paseando en una calle de Pekín (China). -

 

Las lenguas vehiculares han estado siempre al servicio de la humanidad. El inglés de hoy se alzó sobre el francés, que se propagó en el siglo XVIII y fue lengua cultural complementaria en África, el Este asiático y otros muchos enclaves de la colonización. El español en el XVI-XVII y el italiano en el XIV-XV fueron lenguas de moda impulsadas por el imperio y el renacimiento respectivamente; el árabe fue la anterior, empujada por el Islam, y antes el latín, lengua imperial, y antes el griego, lengua de los pensadores y del ejército de Alejandro Magno, y el fenicio, lengua de los comerciantes, y el sumerio, lengua de la escritura cuneiforme. Hoy son también lenguas vehiculares el español en América, el francés en África, donde también son vehiculares el hausa y el suajili, entre otras.

Necesitaríamos saber por qué estas lenguas, y no otras, se convirtieron en vehiculares, se divulgaron y fueron admiradas y aprendidas por sus contemporáneos. Solo así podríamos explicarnos la lengua del futuro. Si nos preguntamos por qué el griego, el latín y el árabe eclipsaron a otras, descubriremos que las tres viajaron en con los ejércitos macedonios, romanos e islámicos. La expansión del latín le debe mucho a Julio César, la del árabe al precepto que empuja a la guerra santa.

Durante la Edad Media nadie pudo sospechar que el español, el francés, portugués o inglés habían de ser lenguas universales, y lo fueron, y lo siguen siendo

Es fácil ser profeta, pues nadie de nuestra generación tendrá la oportunidad de rebatir el pronóstico. Cuando puedan juzgar mi opinión, si es que alguien interesa, unos dirán que fue un errado vaticinio, y otros, incluso, podrán darle la vuelta a la predicción para explicar que no me faltaba razón.

Lo que sí deduzco, mirando al pasado, es que durante la Edad Media nadie pudo sospechar que el español, el francés, portugués o inglés habían de ser lenguas universales, y lo fueron, y lo siguen siendo. Más podrían haber apostado por el latín, o por el árabe, lenguas que quedaron atrás por diversas razones, pero no tan alejadas porque el latín se fragmentó en las lenguas románicas y el árabe vive el mismo camino y parecida dialectalización.

Durante los primeros años del siglo XX nadie pudo sospechar que, un siglo más tarde, el inglés iba a ser la lengua, en mayor o menor grado de destreza, de la cuarta parte de la humanidad con unos dos mil millones de hablantes según el British Council. Atreverse a señalar una lengua sin saber lo que va a suceder es una temeridad. Nadie sabe si de una vez se va a poner fin a las guerras, o si un hábil ejército bien dirigido va a hacerse con la mitad del planeta y hacer de la lengua de sus gobernantes la más demandada.

La diferencia entre el inglés y todos los demás es enorme. Ahora mismo la única lengua preparada para el liderazgo es el inglés, que se ha acomodado en el mundo como nadie hubiera podido imaginarse

Vamos a dejarnos llevar por la imaginación: ¿qué lengua está capacitada para eclipsar al inglés y convertirse en el siguiente código de comunicación universal? Tenemos pocos indicios que nos permitan asegurarlo, pero si las lenguas se siguen comportando como hasta ahora, podemos decir sin tomos a equivocarnos decir que no podría ocupar el lugar ninguna de las que actualmente carecen de hablantes monolingües, que son mayoría en el mundo, como el bretón o el gallego. Tampoco aquellas que pertenecen a pueblos que necesitan otra para el desarrollo cultural, tipo sueco, polaco, húngaro, griego

Visto así, las lenguas que cuentan o pueden contar con posibilidades de proyección en el mundo son muy pocas. En Europa, solo el inglés, francés, español, alemán, ruso, portugués e italiano. Tanto en América como el África, solo el inglés, español y portugués. Y en Asia, también el inglés y el chino.

Solemos decir que la segunda lengua del mundo en hablantes nativos es el español, y así lo indica el anuario del Instituto Cervantes, y que el chino, el hindi, el francés, el portugués y el árabe están entre las diez primeras. Sin embargo, la diferencia entre el inglés y todos los demás es enorme. Ahora mismo la única lengua preparada para el liderazgo es el inglés, que se ha acomodado en el mundo como nadie hubiera podido imaginarse.

Lo que sí parece cierto, porque así lo vemos en la historia, es que habrá una próxima lengua vehicular; que el cambio será el resultado de la decadencia del imperio anglosajón; que la lengua emergente será la utilizada por un pueblo inteligente y especialmente valeroso, de rica despensa literaria y científica, de poderoso ejército y de capacidades superiores; que esa lengua no será ninguna de las actualmente dependientes de otra y ni de hablantes ambilingües, pues caso de despegar alguna de las dos, lo haría la principal; y que en el estado actual de la humanidad no tenemos posibilidad alguna de imaginarnos lo que puede deparar el futuro.

La fuerza que viene del Oriente

Sin embargo, está sucediendo algo que nos hace reflexionar, los sorprendentes pasos tecnológicos de los chinos auspiciados por su política de recepción de tecnología a cargo de empresas de inversión extranjera, el extraordinario avance tecnológico en robótica, en energía renovable, en biotecnología, en trenes de alta velocidad (primera potencia mundial), en transporte rápido y eficiente tanto de bienes como en personas, en autopistas, que son las de mayor longitud del mundo (160,000 km, más del doble que en EE. UU.), en industria aeroespacial (el tercer país en enviar un astronauta al espacio) y líder mundial en Inteligencia artificial.

Solo le falta, y no deseamos que lo tenga, un ejército expansionista. Mientras tanto, bien podríamos concebir, y en ese sentido avanzan, un país ambilingüe con una lengua propia para el desarrollo interior y otra internacional, el inglés, que es lo que parece estar sucediendo.

 

 

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