Opinión

Razones de 'Salvar Europa'

Las ideologías no sirven para explicar casi nada de lo que sucede en el siglo XXI

  • Catedral de Notre Dome -

Como no todos los días una humilde columnista como yo presenta su primer libro, ni lo hace estrenando la ¡segunda edición!, me tomo la osadía de invitarles a todos, queridos lectores, a dicho acto. Tengo el honor de que don Elio Gallego, Catedrático de Filosofía del Derecho y Director de CEFAS-CEU, junto a mi querido compañero de Vozpópuli, Don Miquel Giménez, un grande de España en el sentido más aristocrático y popular, presenten mi ensayo Salvar Europa de Editorial Ciudadela, hoy miércoles 26 de marzo en el salón de actos del Colegio Mayor San Pablo CEU, en Madrid.

 

Quienes han tenido el atrevimiento de leer esta columna los últimos años quizá se pregunten qué me ha llevado a escribir un ensayo que pretende romper todos y cada uno de los consensos de Occidente, empezando por los más sacralizados en un mundo que desprecia a Dios. Quizá sean estos lectores los que se pregunten cómo he tardado tanto en hacerlo. En cualquier caso querría compartir unas ideas introductorias, pero de fondo, de este libro dedicado a todos los que buscan la verdad, empezando por quienes se acercan a mi columna cada miércoles.

Nos obligan a aceptar con júbilo la mentira, la fealdad y el decrecimiento como la mejor forma de progreso. Abrazar el hambre, la muerte y la guerra como forma de redención salvífica de los parias

 

Europa se halla ante una guerra espiritual, mucho más profunda y decisiva que la superficial batalla cultural de las ideologías que nos dividen y que ha ayudado y distraído de lo importante, salvar Europa. Para ello es esencial recuperar la verdad en el espacio público y nuestra identidad, despreciada por quienes son conscientes de su valor.

 

La caída de Europa en un sentido moral, cultural y político no es una consecuencia o un daño colateral de una política equivocada, pues el derribo y sumisión de Europa es el verdadero objetivo. Nos obligan a aceptar con júbilo la mentira, la fealdad y el decrecimiento como la mejor forma de progreso. Abrazar el hambre, la muerte y la guerra como forma de redención salvífica de los parias en los que han convertido a la Humanidad. La velocidad de la caída desvela que la Europa moderna está cimentada sobre débiles vigas de relativismo y soberbia, sin un orden espiritual basado en la verdad y lo trascendente que conforme la conciencia colectiva.

Una guerra de civilización

Los dos principales enemigos internos de Europa amenazan su existencia con carácter urgente, el globalismo antihumanista y la islamización, siendo la democracia actual la puerta por la que entran ambos. No hubiesen alcanzado tanto poder los enemigos de Europa sin una sociedad previamente descristianizada, inconsciente y embrutecida que ha sacralizado el desprecio a lo verdadero para sustituirlo por el laicismo estatal. No son enemigos cualesquiera, pues tienen vocación de sustituir una civilización mediante la creación del hombre nuevo, ya sea a través de un proceso de conquista por reemplazo migratorio, o mediante la degradación del hombre y la mujer por el ser nihilista, sin vínculos y objeto de la tecnología transhumanista. La amenaza de nuestro tiempo que lacera a nuestra generación es también industrial, energética, decrecentista y bélica. La guerra, la división ha llegado a nuestras calles, a los barrios, a las escuelas y nuestra forma de relacionarnos o de existir. Europa ya es el frente de una guerra de civilización donde hay que defender lo común, lo que nos une, por propia supervivencia.

 

Un nuevo orden espiritual deshumanizado se impone mientras muchos en Occidente enarbolan la defensa de un sistema inherentemente frágil y fallido, de dioses laicos vacíos que crearon y propiciaron este mundo posmoderno que ha surgido de sus propias entrañas. Hay una generación que vive anclada en una realidad que ya no existe, encerrada en marcos mentales de Guerra Fría y mitos que construyeron un espejismo de Occidente que se ha visto sucedido por su caída sin que les haya hecho reflexionar cómo es posible que haya ocurrido tan rápido. Y una generación como la mía decepcionada ante el engaño por «el mejor de los mundos posibles».

Las ideologías no sirven para explicar casi nada de lo que sucede en el siglo XXI, a pesar de que ahora eclosione lo que estaba latente y en gestación durante el siglo pasado

 

En la hora más oscura no están en juego distintos sistemas políticos. Las ideologías no sirven para explicar casi nada de lo que sucede en el siglo XXI, a pesar de que ahora eclosione lo que estaba latente y en gestación durante el siglo pasado. Hay que caminar más allá de esa ya normativizada batalla cultural en la que se asientan los que no quieren resolver nada. Adentrarnos en esa nube de oscuridad polvorienta para volver a la luz del origen, volver a lo esencial de lo que realmente construye y sostiene una civilización consciente, capaz de crear prosperidad, bondad y belleza de forma duradera. Es una batalla por la Verdad y el Bien contra el Mal.

 

¿Qué hemos de conservar? ¿Qué es lo que nos queda sin el Occidente moral, sin el amor y la verdad? Mi libro Salvar Europa responde a todas las cuestiones sobre el mundo que nos ha traído aquí y el que viene. Aunque no es más que un humilde acto de conciencia. Una disidencia que responde a la necesidad profunda existencial de verdad, bondad y belleza. Una voz desde el corazón y la reflexión para aquellos que aún queden en pie, un humilde intento de unirnos en lo común y verdadero sin morir en silencio.

 

*Gracias de corazón a Vozpópuli, Jesús Cacho y Alejandro Vara, por concederme el privilegio de poder escribir cada semana con libertad de conciencia, un lujo aristocrático en nuestro tiempo. Gracias a CEFAS-CEU por acogerme en su casa. Y gracias especialmente a todos ustedes por acudir a la lectura de mi columna, son quienes hacen que merezca la pena toda batalla.

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