Tras dos años de negociaciones y a sólo seis semanas de abandonar a regañadientes la Casa Blanca, Donald Trump anunció el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio del pleno establecimiento de relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel. Sacudía con audacia las relaciones en Oriente Medio al cambiar la política de alianzas en favor de sus intereses y en el de las partes sentadas a la mesa de negociación. Mesa en la que España, actor principal en el Sáhara Occidental con intereses más legítimos que el resto, ni siquiera estaba invitada.
Aquel fue el momento para resolver una situación enquistada desde hace décadas en favor de los intereses de España a cambio de nuestro apoyo, de enorme peso en esta cuestión en la comunidad internacional. Un acuerdo mínimo requería beneficios de carácter económico en el Sáhara con derechos de explotación y comercialización de una zona tan rica en recursos naturales, pues posee una de las minas de fosfatos más grandes del mundo, un enorme banco pesquero, reservas de petróleo, gas, hierro y cobre, sin olvidar el importante uranio para la energía nuclear. Sin embargo, estos recursos no están inutilizados sino aprovechados por dos de nuestros vecinos menos amigables sin legitimidad sobre ellos: Marruecos y Francia. Y un acuerdo mínimo también hubiese requerido beneficios en materia de Defensa Nacional solicitando a EE.UU. que Ceuta y Melilla entrasen en la OTAN considerando “ataque a las fronteras” las oleadas de súbditos arrojados contra la valla.
Aquella ocasión perdida tras el anuncio de Trump, cuyos términos han sido reproducidos literalmente por Sánchez en el comunicado filtrado por Rabat, dejó al descubierto la debilidad y el aislamiento de España en política exterior, especialmente desde que Rodríguez Zapatero llegase al Gobierno tras el mayor atentado terrorista de Europa.
Ahora Pedro Sánchez, fuera de la legalidad y a espaldas de las Cortes, que representan la soberanía nacional, únicas competentes para decidir la política exterior de la Nación ante las que ni comparece, ha entregado lo que no le pertenece: el apoyo español a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, sin ningún beneficio para España y sin que conozcamos qué retiros post-presidenciales o riquezas personales se han visto afectadas con este vergonzoso acuerdo.
En prueba de buena voluntad, Marruecos ha ordenado el regreso de la embajadora que negó la soberanía española sobre Ceuta y Melilla hace dos años
Un plan maestro, como si hubiese sido idea de Sánchez la realidad que implantó Trump hace dos años, ha sido el titular para vender el humo que compraron los medios al mentiroso Albares ¿En qué es beneficioso un acuerdo no escrito con Marruecos por el que pagamos el precio exigido en su chantaje y sin garantía de cese? En prueba de buena voluntad, Marruecos ha ordenado el regreso de la embajadora que negó la soberanía española sobre Ceuta y Melilla hace dos años.
El inexistente beneficio de ser un “hub” energético para Europa es la gran mentira de propaganda inviable e insostenible para todo el que no participe de las supuestas bondades de su venta. España no puede convertirse en plataforma energética dependiendo de países como Argelia y Francia, cuyos intereses están en conflicto con los nuestros.
Sin duda es un plan maestro innovador, pues se basa en un incremento del suministro de gas desde Argelia incentivado con provocar una crisis diplomática de primer orden sin consecuencias económicas para ella, pues puede comerciar su gas con otros países como Italia, a través del Transmed con cuatro veces más capacidad que el Medgaz, y a precios mayores. Por eso pudo permitirse cerrar el gasoducto que llegaba a la península a través de Marruecos sin pestañear. Pero el segundo actor del que dependeríamos para convertirnos en plataforma energética para Europa no es mejor. Francia se niega a la construcción del gasoducto MidCat por los Pirineos de Gerona, abogando una vez más por el aislamiento y la dependencia de España. Pero aunque éste se construyese suministraría diez veces menos que Rusia en la actualidad.
Un plan maestro que no abre nucleares y mantiene la dependencia con Francia a quien compramos el 70% de esa energía junto a los residuos radiactivos que genera
Un plan maestro que no incluye eliminar la prohibición de explorar y explotar los recursos naturales de gas en España recogida en la Ley del Clima obligando con ella a comprar esos recursos a terceros países como Argelia. Un plan maestro que no abre nucleares y mantiene la dependencia con Francia a quien compramos el 70% de esa energía junto a los residuos radiactivos que genera. Las élites españolas han prohibido por Ley nuestra independencia energética haciéndonos vasallos de los intereses de potencias extranjeras ¿a cambio de qué? No es estupidez sino traición.
En esta situación todo indica que Ceuta y Melilla serán marroquíes en menos de diez años con el apoyo de EE.UU. y algún otro plan maestro. Anticiparse y sentarse a la mesa de negociación a tiempo para blindar y extender las aguas territoriales frente a las Islas Canarias garantizando la exclusiva de perforación y explotación de sus recursos naturales, que compense y resarza el desastre y la humillación que supondría esta situación, no menor a la del Sáhara.
Ante una cesión que paga el chantaje marroquí sin garantías de cese, con unos beneficios para España tan inexistentes como ridículos, sólo cabe insistir en una cuestión, ¿a cambio de qué se ha reconocido la soberanía de Marruecos en el Sáhara a espaldas de Las Cortes?