Queda menos de una semana para que conozcamos los resultados de las elecciones catalanas, y a pesar de los ímprobos esfuerzos del “ministerio de las ocurrencias” monclovita, responsable tanto de la candidatura de Salvador Illa como de una estrategia de campaña dirigida desde Madrid y regada con ingentes fondos públicos y privados, cada día queda más lejana la apabullante victoria que se prometían.
No, no estoy diciendo que Illa no vaya a ganar, Moncloa me libre, pero en un escenario político en el que conviven una pandemia global, los restos del prusés y una convocatoria electoral indeseada con una abstención prevista del 40% de la población, que no se siente especialmente concernida por estas elecciones, cualquier pronóstico de victoria (y más aún los más apabullantes) hay que tomárselos con la debida distancia clínica.
Lo que les estoy diciendo es que el escenario real a seis días de las elecciones, el que marcan los trackings que manejan los principales partidos, poco tiene que ver con el de esa deseada victoria urbi et orbe de Illa, sino el de un triple empate entre un PSC estancado, una ERC cuyas expectativas se reducen cada día que pasa y una candidatura ‘puigdemoníaca’, la de JxCat que comienza a coger viento en sus velas y podría ser la más votada.
Una victoria ‘cantada’
¿Y cómo hemos llegado a esto, se preguntarán ustedes, si al decir de los principales medios, teles y tertulias, la victoria de Illa estaba cantada desde el momento de su designación digital? Pues hay una razón de peso: Moncloa se ha pasado de frenada.
Si, amigos, a los socialistas en estas elecciones les bastaba con hacer una campaña aburrida, llevando discretamente a su candidato a los battlegrounds en los que se están jugando los últimos diputados para asegurarlos y dejando que ERC por un lado como los restos de Cs hicieran su trabajo para hacerse con una victoria clara.
Una campaña suave, más de territorio que de medios, más de producto (Illa) que de marca (PSC), una campaña de bajo perfil en la que colocar tres mensajes muy básicos y alejados de la polémica.
Una campaña que huyera de la épica centrándose en los problemas que sufren los catalanes en su día a día. Una campaña centrada en ganar la elección, no en epatar por su brillantez creativa.
Cuando los medios de comunicación proyectan un ganador claro, esta mera ilusión óptica produce un efecto de arrastre de muchos ciudadanos que no tenían claro su voto
Pero en algún momento de las pasadas semanas, a los estrategas a cargo de la elección catalana, que nunca han estado en Barcelona sino en Madrid, decidieron que no solo querían ganar la elección por la mínima, sino que también podían ganar los comicios y conseguir un resultado histórico, apoyándose en una campaña masiva de movilización del voto constitucionalista en favor del PSC y a lomos del ya conocido y explicado “efecto bandwagon”, ya saben, ese que dice que cuando los medios de comunicación proyectan un ganador claro en una elección, esta mera ilusión óptica produce un efecto de arrastre de muchos ciudadanos que no tenían claro su voto hasta el momento.
La creación en los laboratorios monclovitas del ‘efecto Illa, apoyado en las cocinadísimas encuestas de ‘Chez Tezanos’, trataron de magnificar ese efecto arrastre, pero sin tener en cuenta que en realidad, dicho efecto solo funciona en ecosistemas electorales simples y cohesionados, nunca en un espacio político de bloques divididos como es el catalán.
Movilización por sorpresa
El resultado de esta estrategia es que, de momento, el único efecto conocido del cacareado ‘efecto Illa’ es que tanta encuesta lobotomizante y tanto exceso épico solo ha conseguido despertar al dragón dormido de JxCat.
Los votantes de JxCat, muchos de ellos casi tan hastiados del prusés como usted y como yo, han despertado ante la posibilidad de victoria de un candidato como Illa, y por lo que indican estos últimos trackings ya no se van a quedar en su casa, sino que al parecer van a acudir masivamente a las urnas el día 14 para impedir tamaño desafuero.
Y si, como dice el adagio, ‘la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana’... ¿qué pasa si no gana Illa?
¿Cómo afectaría esa derrota a todos los que se han subido al carro de vencer la piel del oso antes de cazarlo?
¿Qué consecuencias tendría esta derrota para PSOE y PSC, teniendo en cuenta el papel subalterno que han tenido que jugar estos últimos en esta campaña, tragándose la estrategia que venía desde “Madrit”?
¿Qué efectos produciría una nueva victoria del independentismo más duro a las los planes de Moncloa de aguantar hasta el final de la legislatura apoyándose en ERC?
¿Ven ustedes a Salvador Illa cuatro años en el Parlament de Catalunya ejerciendo de tercer espada?
La semana que viene lo comentamos, si les parece.