Opinión

Signalizados

Goldberg redactó su artículo y lo publicó. El escándalo estaba servido y señalaba directamente al núcleo duro de Trump

  • El equipo de Trump tiene un problema

Esta semana estalló un escándalo en Washington un tanto peculiar y, sobre todo, inesperado. Hasta el momento todas y cada una de las noticias que nos ha dado Trump (que han sido muchas) han venido alimentadas por él mismo, que es un consumado artista para llevar la agenda informativa por donde quiere que discurra. Lo de el lunes pasado fue distinto. A primera hora de la mañana el diario The Atlantic, una revista muy popular en EEUU de tendencia demócrata, publicaba en portada un artículo de su editor en jefe, Jeffrey Goldberg, un periodista de 60 años con cierto renombre que antes de pasar por The Atlantic estuvo en Bloomberg y en el New Yorker.

Goldberg contaba que el 11 de marzo le invitaron a unirse a un grupo de Signal, una aplicación que tiene un sistema de cifrado muy seguro. Quien le invitaba era un tal Michael Waltz. Así es como se llama el recién nombrado asesor de Seguridad Nacional. Goldberg aceptó la invitación, pero con mucha cautela. Sospechó que aquello se trataba de una celada para, una de dos: o sacarle información o entregarle información falsa y ponerle en una posición comprometida. Pero no pasó nada. La cosa quedó ahí hasta que dos días después empezó a entrar gente en el grupo y no cualquier tipo de gente, sino toda la plana mayor de la Casa Blanca: el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, la directora de inteligencia Tulsi Gabbard, el secretario de Defensa Pete Hegseth y así hasta 18 altos cargos de la administración.

Goldberg se quedó a la espera con los ojos puestos en la pantalla del teléfono. Nadie parecía advertir que él estaba allí así que no tuvo más que sentarse y asistir al espectáculo. Aún así, temía que eso podía ser una trampa, era demasiado bueno para ser verdad, simplemente no podía creer que el asesor de seguridad nacional fuese tan imprudente de incluir al director de un periódico dentro de un chat de semejantes características. Tampoco podía creer que gente de ese nivel se reuniese en una aplicación como Signal que, por muy segura que sea, no deja de ser una app comercial disponible para cualquiera. Para estas cosas la Casa Blanca tiene sus propios sistemas de comunicación con unos estándares de seguridad mucho más altos.

"Existe el riesgo adicional de que veamos un aumento moderado o severo en los precios del petróleo. Estoy dispuesto a apoyar el consenso del equipo y guardarme estas preocupaciones para mí. Pero hay sólidos argumentos para retrasar esto un mes"

El día 14 empezó la fiesta. Los participantes se pusieron a hablar sobre un inminente ataque sobre posiciones hutíes en el mar Rojo, pero no sólo eso, también debatieron largo y tendido sobre la necesidad de hacerlo. La cuenta de JD Vance intervino a las 8:16 para decir lo siguiente: "El 3% del comercio estadounidense pasa por el Canal de Suez, pero si lo hace el 40% del comercio europeo. Existe un riesgo real de que la opinión pública no entienda esto ni por qué es necesario. La razón más poderosa para hacerlo es, como dijo el presidente, enviar un mensaje. No estoy seguro de que el presidente sea consciente de la inconsistencia de esto con su mensaje sobre Europa en este momento. Existe el riesgo adicional de que veamos un aumento moderado o severo en los precios del petróleo. Estoy dispuesto a apoyar el consenso del equipo y guardarme estas preocupaciones para mí. Pero hay sólidos argumentos para retrasar esto un mes, para informar sobre la importancia de esto, para analizar la situación económica».

Once minutos más tarde, a las 8:27 intervino Pete Hegseth para responder a Vance: “VP: entiendo sus preocupaciones y apoyo plenamente su planteamiento. Consideraciones importantes, la mayoría de las cuales son difíciles de predecir (economía, paz en Ucrania, Gaza, etc.). Creo que el mensaje será difícil pase lo que pase; nadie sabe quiénes son los hutíes, por lo que debemos centrarnos en: 1) Biden fracasó y 2) están financiados por Irán”

Quizá Hegseth no sabe quien son los hutíes, pero el resto del mundo sí, especialmente los armadores que tienen que meter sus barcos por el mar Rojo. Los hutíes son una organización terrorista yemení cuyo lema es «Alá es grande, muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, maldición a los judíos, victoria al islam». Se sabe de ellos desde hace años por su papel en la guerra civil yemení, pero a raíz de la guerra de Gaza pasaron a la primera plana cuando desataron una ofensiva sobre el tráfico mercante en el mar rojo. Desde entonces han atacado a 60 barcos, a dos de ellos los han hundido y otros dos están en su poder junto a toda su tripulación. Así que es posible que Hegseth no tenga claro quiénes son los hutíes, pero todos sabemos a lo que se dedican.

Decía a Hegseth que si creían que debía hacerse que lo hiciesen, pero que detestaba tener que rescatar a Europa otra vez. Hegseth respondió a las 8:48: “VP: comparto plenamente tu rechazo al oportunismo europeo. Es PATÉTICO. Pero Mike Waltz tiene razón: somos los únicos en el planeta capaces de hacer esto. Nadie más lo puede hacer”

La cuestión es que el intercambio de pareceres continuó. Decía que no le parecía oportuno esperar un mes porque había dos riesgos. El primero, que se filtrasen los planes (ya estaban siendo filtrados en ese mismo momento) y el segundo, que Israel tomase la iniciativa y se desmoronase el alto el fuego en Gaza (que se desmoronó igualmente cuatro días después). Vance respondió a las 8:45 dando el visto bueno, decía a Hegseth que si creían que debía hacerse que lo hiciesen, pero que detestaba tener que rescatar a Europa otra vez. Hegseth respondió a las 8:48: “VP: comparto plenamente tu rechazo al oportunismo europeo. Es PATÉTICO. Pero Mike Waltz tiene razón: somos los únicos en el planeta capaces de hacer esto. Nadie más lo puede hacer”.

Goldberg estaba confuso, no entendía muy bien qué era aquello, pero prefirió mantener la calma y permanecer a la espera de acontecimientos. Éstos no tardaron en llegar, un día más tarde el Gobierno informó que el presidente había ordenado atacar objetivos hutíes en Yemen. Golberg cruzó la información del grupo (en el que también se discutieron los objetivos en sí mismos y el modo de proceder, pero esa información no la ha publicado) con lo que estaba pasando y concluyó que era cierto. Abandonó el grupo y escribió a Michael Waltz, Pete Hegseth y Tulsi Gabbard un correo en el que les preguntaba si ese grupo era real, y, de ser así, por qué le habían incluido, es decir, si fue por casualidad o a propósito. También les preguntaba si era habitual que utilizasen Signal como servicio de mensajería para este tipo de operaciones. Brian Hughes, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, respondió dos horas después, confirmando la veracidad del grupo de Signal. «Parece ser una cadena de mensajes auténtica, y estamos investigando cómo se añadió un número inadvertido a la cadena» dijo en un comunicado.

Lo de The Atlantic es una muestra de que el periodismo bien hecho no está en crisis y que a la audiencia hay que darle contenido de calidad. Pero quizá Trump se quedó en 2021 cuando atravesaban problemas.

Goldberg redactó su artículo y lo publicó. El escándalo estaba servido y señalaba directamente al núcleo duro de Trump, algo que ha hecho las delicias de los demócratas, que llevan toda la semana divirtiéndose de lo lindo con esta historia. El propio Trump preguntado por el tema respondió airado diciendo que The Atlantic es un medio quebrado, lo cual no es cierto. The Atlantic, de hecho, es un ejemplo de cómo una publicación pasa de pérdidas a dar beneficios en apenas tres años. En 2021 estaba al borde de la quiebra, ese año el propietario contrató a un nuevo director general llamado Nick Thomson que puso en marcha un plan de ajuste que afectaba tanto a las fuentes de ingresos (la publicidad y las suscripciones) como al aspecto editorial. En el primero decidieron subir un 50% el coste de la suscripción, y en el segundo se olvidaron de la actualidad diaria para concentrarse en grandes temas tratados con más profundidad. El resultado fue casi milagroso porque salió de los números rojos y entró en beneficios. Entre medias se ha llevado tres premios Pulitzer. Las suscripciones hoy constituyen dos tercios de los ingresos, tienen casi un millón de suscriptores y el año pasado facturaron 100 millones de dólares. La redacción ha crecido en estos tres años porque pueden contratar a más gente. Lo de The Atlantic es una muestra de que el periodismo bien hecho no está en crisis y que a la audiencia hay que darle contenido de calidad. Pero quizá Trump se quedó en 2021 cuando atravesaban problemas.

Sobre el tema en cuestión, la Casa Blanca insiste en que no apareció información clasificada en el chat. Tulsi Gabbard y John Ratcliffe, director de la CIA aseguraron el martes en una audiencia en el Capitolio que no había nada que temer al respecto. No obstante, era llamativo ver a Gabbard, reputada enemiga del llamado Estado profundo antes de convertirse en directora de inteligencia nacional, ofuscarse por el contenido del chat. La misma cosa afecta a la percepción dependiendo de donde uno esté. Pete Hegseth se defendió culpando al periodista que estaba en el chat, lo cual es absurdo, dado que el editor de The Atlantic se limitó a escuchar y se negó a publicar información que, según él, podría poner en peligro la seguridad nacional.

Negligencia de seguridad

Uno de los participantes era Steve Witkoff, enviado de Trump a Oriente Medio y Ucrania. Al parecer cuando Witkoff recibía estos mensajes en su teléfono por la aplicación Signal se encontraba en Moscú. Esto es de por sí una negligencia de seguridad de primer orden. Los servicios de inteligencia rusos deben estar marcando de cerca a Witkoff luego no parece muy oportuno emplear una aplicación comercial que se vale de la red telefónica local para transmitir secretos de Estado.

La brecha de seguridad se terminará olvidando enterrada por otros asuntos, pero no podemos decir lo mismo de lo que se decía el chat sobre los todavía aliados europeos. El ataque sobre posiciones hutíes había partido de Trump, una buena decisión ya que esta gente se dedica a aterrorizar a los mercantes y a perturbar el comercio mundial, aparte de disparar contra buques y aviones militares estadounidenses. Pero el vicepresidente cuestionó la decisión de Trump remarcando que sólo el 3 % del comercio estadounidense pasa por el Canal de Suez frente al 40 % del comercio europeo. Eso pone en muy mal lugar a EEUU no ya como aliado, sino como garante de la libertad de navegación. Vance llegó incluso a insinuar que su jefe no entendía que atacar a los hutíes contradecía el mensaje actual de Trump sobre Europa. Lo de «simplemente detesto tener que rescatar a Europa otra vez» habla por sí sólo. Habría que preguntarse si Vance está dispuesto a permitir que los hutíes paralicen el comercio mundial para fastidiar a los europeos.

La lección que los europeos —y muchos aliados de otras partes del mundo— extraerán de este episodio es que quizá su relación con Estados Unidos no se base ya en intereses o valores compartidos y eso es peligroso. Las palabras de Vance dan pie a pensar que lo que tienen delante es a una organización mafiosa que actúa por mera extorsión: o haces lo que yo digo sin importar lo que sea o te enfrentas a las consecuencias. Una razón más para que los numerosos aliados que EEUU tiene aún repartidos por el mundo perseveren en su desconfianza. Esto no es bueno para ellos, obviamente, pero tampoco lo será para EEUU.

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