Rafel Ribó, ex secretario general del PSUC, presidente de Iniciativa per Catalunya entre 1987 y el 2000 y desde que le nombraron Síndic de Greuges –el defensor del pueblo catalán– un aliado del separatismo, ha dicho en una entrevista, y citamos textualmente, “la sanidad pública de Cataluña tiene un sobrecoste por la gente que viene de fuera a ser intervenida aquí”, añadiendo que “las cifras pueden ser interpretables en muchas direcciones”. Es decir, los datos sobre las listas de espera del Sistema Nacional de Salud son interpretables. Según este organismo público, en Cataluña hay 671.494 pacientes esperando ser intervenidos, con medias de más de medio año. Somos la comunidad autónoma de España con mayor número de personas en esa situación, siendo la cifra más elevada desde el 2003, cuando la cifra de enfermos en esa situación era de 168.108.
Pero el Síndic dice que la culpa la tienen esos que vienen a jodernos la marrana y no se les ocurre otra cosa que acudir a nuestros hospitales a saturarnos los pasillos de urgencias, los quirófanos y las máquinas expendedoras de refrescos. ¿Se referirá a la inmigración ilegal que tanto gusta a pijo progres y separatas? No. Lo que deja caer es que son los malvados españoles quienes tienen colapsado nuestro sistema público de salud. La culpa siempre es de España. Hace falta valor. No es nada nuevo, porque Ribó ha sido desde el minuto uno el defensor, no de los catalanes, sino del independentismo. Se comprende su eternización en el cargo –caducaba en marzo pero ahí sigue, gracias a un Parlament que no sirve más que para acoger las poluciones oratorias del separatismo gesticulante– ya que a poco que repasemos su ejecutoria, no es difícil ver cómo se gana a pulso la canonjía.
Igual va al parlamento británico para acusar al “Estado español” de vulnerar derechos el 1-O que le sirve a Torra de coartada cuando la Junta Electoral le instó a retirar pancartas y lazos de los edificios públicos. Ribó, por cierto, fue quien difundió los comunicados firmados por todos los expresidentes de la Generalitat en los que se pedía el fin de la huelga de hambre de los encarcelados -¿recuerdan aquella pantomima que duró lo que un caramelo a la puerta de un colegio- o la inmediata liberación de estos. Que entre los firmantes figurase Pascual Maragall, enfermo de Alzheimer hace doce años, es una de las mayores canalladas que se ha visto en esta tierra de por sí ahíta de vilezas.
El mismo que criticó el 155, el juicio y las sentencias, fiel a la voz de su amo, niega la alerta sanitaria que vivimos en mi tierra y acusa al resto de españoles de sabotear nuestro perfecto e inmaculado sistema sanitario"
Es ese Ribó que gestiona un presupuesto de 6,2 millones de euros, con una plantilla de 77 empleados de los que un tercio han sido nombrados a dedo, el mismo Ribó que tuvo a Jordi Sànchez de adjunto con un sueldo nada menos que de 112.000 pavinis al año pagados por todos los contribuyentes. El Ribó con más de cincuenta viajes por todo el mundo en su haber, desde Bermudas a Canadá pasando por México o Zambia, viajes fundamentales para la defensa de los derechos de los catalanes.
Un Ribó que no ha dejado de elaborar informes sobre lo mala que es España y lo dictatorial de su régimen, el mismo que le ha permitido vivir como un pachá a lo largo de toda la terrible crisis económica que hemos padecido el resto. Como muestras de su inmenso repertorio, ahí tienen el informe que elaboró en abril del 2017 sobre el retroceso en derechos humanos que se vivía en Cataluña o el de mayo de 2018 sobre la vulneración de derechos y libertades fundamentales que padecía el sufrido pueblo catalán, todo siempre desde la óptica del JxC y Esquerra, obviamente. El mismo que criticó el 155, el juicio y las sentencias, fiel a la voz de su amo, niega la alerta sanitaria que vivimos en mi tierra y acusa al resto de españoles de sabotear nuestro perfecto e inmaculado sistema sanitario.
Añadamos que su nombramiento fue votado en el 2004 por PSC, ERC, ICV y el PP, con la abstención de la por entonces CiU, para que no se notase. Así nos ha lucido el pelo. Y luego aún se preguntarán Què volen aquesta gent que truquen de matinada?
Pues seguir en el cargo, hombre, seguir en el cargo.