Opinión

He soñado con un país que no es el mío

Anoche soñé que vivía en un país donde los delincuentes y los corruptos iban a la cárcel, en lugar de los que se defienden de ellos. Donde los asesinos pagan por sus pecados y no son vitoreados mientras matan a guardias civiles. Un pa

  • Varias personas, con pancartas en la concentración en apoyo a los afectados por la okupación -

Anoche soñé que vivía en un país donde los delincuentes y los corruptos iban a la cárcel, en lugar de los que se defienden de ellos. Donde los asesinos pagan por sus pecados y no son vitoreados mientras matan a guardias civiles. Un país en el que su presidente prefiere presentar sus respetos a las viudas de nuestros héroes, en vez de esconder la cara bajo un esmoquin, acudiendo a una gala de cineastas y faranduleros.

Soñé que vivía en un país donde si te manifiestas contra las políticas que te están arruinando, no eres rico y fascista. En el que las señoronas feministas no me dicen, desde su micrófono subvencionado en la radio, que el albañil que me llama guapa es machista, pero que llamen zorra a todas las mujeres, en una canción que va a representar a mi país en un festival, es feminista.

Soñé que las calles no estaban llenas de salvajes con machetes, porque no sabemos integrarnos a su cultura, así que son defendidos por lobbys de gays, lesbianas y trans, a pesar de que serían los primeros que esas culturas colgarían del cuello en una grúa, para que lo viera todo el mundo,

Soñé que un negro no podía entrar ilegalmente en mi país, incluso con violencia, vivir a base de realizar actividades ilegales, llegar hasta agredir a un ciudadano y, a pesar de todo ello, acabar en el Congreso llamándome racista y apuntándome con el dedo, mientras se mete en el bolsillo un sueldo pagado con mis impuestos y mi esfuerzo, sin sonrojarse.

En el país con el que soñé, los jóvenes y no tan jóvenes no veían bien que un partido político con terroristas y asesinos en sus listas tenga voz y voto para negociar con mi dinero y mi futuro, porque eso es muy democrático, y no decían sandeces como que mejor haciendo política que asesinando, sin pararse a contemplar siquiera que se pudran en la cárcel, porque eso no les parece democrático.

En mi sueño, en el país en el que vivía no había delincuentes venidos de no sé dónde que se juntan como manadas de hienas para violar a mujeres y niñas, nos agreden si tenemos la mala suerte de pasar a su lado, coleccionan antecedentes penales como si fueran cromos, pero un ciudadano va a la cárcel si se le ocurre coser a tiros, para protegerse a sí mismo, a su mujer y a su hogar, a uno de estos que entra en su casa sin pedir permiso.

En ese país con el que soñé, no existían leyes creadas por gente sin escrúpulos que hacen que sea más rentable apropiarse de una casa que sacrificarse para comprar una, porque se protege al delincuente, que pasa a ser vulnerable y la víctima real es tratada con desprecio. No tenías que verte en la tesitura de querer recuperar tu casa okupada por esos amantes de lo ajeno y que te rentara más contratar una empresa que denunciar y meterte en procesos legales

En mi sueño por decir esto no me llamaban machista y xenófoba, porque una mujer que tiene estudios, es independiente, no necesita el dinero de un hombre, quiere trabajar y superarse

En mi sueño, mujeres en cuyos países lo normal es que con 20 años ya tengan 3 hijos, cada uno de un padre distinto, y ningún estudio más que lo básico, no venían a mi país pretendiendo que sea el hombre el que les pague todo, con el único encanto de sacar en la conversación, en la primera oportunidad, que tienen sangre caliente y son muy fogosas, pero con la posterior desfachatez de quejarse de que en este país que las acoge somos muy machistas. Si, por infortunios del destino, no encontraban ese machista que les pague el último iPhone e incluso la manicura semanal para ponerse las uñas de tres metros, y terminaban teniendo que trabajar de camarera o limpiadora en cualquier parte, cuando veías su ritmo de trabajo no te preguntabas dónde está la sangre caliente, pues pareciera que tuvieran horchata en las venas. En mi sueño por decir esto no me llamaban machista y xenófoba, porque una mujer que tiene estudios, es independiente, no necesita el dinero de un hombre, quiere trabajar y superarse, no presume de follar bien por dinero sino que lo hace por placer y se lo guarda para ella y, además, está harta de vagos, caraduras, lloriquejas y sinvergüenzas, vengan de dónde vengan... en el país de mi sueño sí era considerada feminista.

Los agentes del orden no se dejarían hacer esto, bajo la premisa de que solo cumplen órdenes, aunque sean las de machacar a los ciudadanos que juraron defender. Órdenes de quien los manda a una muerte segura sin dudarlo

En el país con el que soñé, la misma gente que para apuntarse a un gimnasio o utilizar una app para ponerse filtros de orejitas de conejo en sus vídeos y fotos con el móvil, permite que le escaneen el DNI y hasta la huella digital, luego no insultaba a un agente de la autoridad si se lo pedía en la calle, porque a esas personas sí les importaba que pudieran estar buscando a un delincuente o incluso a un terrorista que pudiera tal vez coincidir con su descripción, Sí les importaba que esos agentes hacen su trabajo, el cual es velar por la seguridad de todos... No intentaban hacerles perder el tiempo y demostrar su chulería para irse contentas a casa y presumir en sus redes sociales de haberle plantado cara a un policía..

En ese país de ensoñación no se usa a los agentes de la autoridad para centrar el odio de los ciudadanos en ellos en lugar de en los políticos y los agentes no se dejarían hacer esto, bajo la premisa de que solo cumplen órdenes, aunque sean las de machacar a los ciudadanos que juraron defender. Órdenes de quien los manda a una muerte segura sin dudarlo, de quien les niega medios para defenderse y defendernos y de quien les paga lo mismo que al conserje de un Ministerio, esperando que den su vida por este país, que se reirá de ellos y de su sangre derramada. 

Después, desperté y me di cuenta de que vivía en España. Pensé en las cosas buenas, como el jamón, las croquetas y la tortilla española... Pero no alimentan la dignidad ni el amor propio.

Finalmente, llegué a la conclusión de que no sé cómo se puede sentir uno orgulloso de ser español y todo lo que representa. No sé cómo se puede querer a este país a día de hoy. No sé cómo hacerlo y, lo que es peor todavía, ya no sé si quiero.

Quizá otro día tenga un sueño que se haga realidad.

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