Existe en Andalucía desde el pasado jueves la creencia extendida de que la carambola de Pedro Sánchez para lograr llegar a La Moncloa no ha gustado a Susana Díaz, que es tanto como decir a la mayoría oficial del PSOE andaluz. Si no es cierto lo ha parecido, al menos en algunas expresiones públicas.
Solo había que estar atentos al besamanos que el recién proclamado presidente improvisó en el rellano del banco azul y estudiar la gestualidad de los abrazos, besos y apreturas con las que sus señorías socialistas - todos- felicitaron a Sánchez tras su nombramiento, un verdadero termómetro de la alegría y el ánimo reinante.
El abrazo con menos ganas se lo dio, con diferencia, un susanista malagueño de pro, el diputado Miguel Ángel Heredia -ni se miraron a la cara-, aunque no fue el único desganado, hubo alguno más. También se vieron fugaces encuentros con aparente empatía personal, como el de la diputada cordobesa María Jesús Serrano, o con Antonio Pradas uno de los peones sevillanos en la crisis de la caída de Sánchez, en concreto el recolector de firmas.
Tampoco se mostró muy efusiva la presidenta Susana Díaz en su primer tuit de felicitación, a los diez minutos de la proclamación oficial de Sánchez. De esta forma la lideresa andaluza renovaba formalmente su lealtad hacia Pedro Sánchez, esta vez al presidente del Gobierno de España: “Cuenta con todo mi apoyo y mi lealtad como presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE-A” escribió Susana.
Colaborar "desde la firmeza en la defensa de Andalucía"
Dos horas después la presidenta andaluza uso el plasma, vía internet, para lanzar un segundo mensaje de vídeo, más meditado y calculado, de donde destaca esta frase: “Colaboraremos con el Gobierno, desde la firmeza en la defensa de Andalucía y sabiendo que se abre un nuevo horizonte de esperanza”. Frases que provocaron miles de emoticonos de carcajadas y dos lagrimones, entre ellos los 26 que tecleó en su cuenta Teresa Rodríguez, portavoz de Podemos en Andalucía.
Para algunos sanchistas andaluces “ojalá y esta vez su promesa de lealtad se cumpla y se materialice”. Se lamentan de que Sánchez lleva meses tendiendo la mano a Susana y ha sido ella y su gente los que han seguido con una guerra sorda desde los despachos orgánicos del partido e institucionales de la Junta, “siendo la última jugada lo que ha pasado en Almería con la filtración de las afiliaciones llamadas masivas”. Lo que más ha molestado en Ferraz ha sido confirmar “una maniobra apoyada desde Sevilla para montar una gestora y cargarse a la ejecutiva local sanchista con Fernando Martínez al frente”. Pero eso, hoy, ya es agua pasada, aunque las heridas sigan sangrando.
La prueba del algodón
La llegada de Sánchez a Moncloa conlleva un despliegue de cargos territoriales que dependen de la administración central, siendo la Delegación del Gobierno el sillón más importante a cubrir. Según el nombre que coloquen en la Plaza de España de Sevilla sabremos si la paz entre los socialistas es real o virtual, corta o duradera y si será a cuchillo o pistola.
Un puesto clave sin duda la DdG, como muy bien ha podido comprobar Díaz en estos años con Antonio Sanz Cabello, cuyo desempeño del cargo con eficacia ha sido fundamentalmente institucional. Un auténtico regalo estratégico de Mariano Rajoy a la estabilidad de Susana Díaz. Mientras ella batallaba en los campos de su partido contra Pedro Sánchez y Patxi López en las primarias, el gobierno del PP no le creaba problemas competenciales en su territorio.
A partir de ahora ya no solo Susana puede pagar sueldos y dar de comer. Quizá por eso los ‘sanchistas’ han recuperado más amigos dentro en estos últimos cuatro días que en los últimos cuatro meses
¿Consensuará Pedro Sánchez y Susana Díaz el nombre de la mujer o el hombre que dirija la seguridad en Andalucía y lo que de ella cuelga? Sin olvidar que, después, habrá que nombrar ocho subdelegados del Gobierno en las provincias, cuya capacidad de control e influencia social y política es indudable en cada plaza.
Sumen a estos nombramientos aquellos otros que se necesitarán en los segundos o terceros niveles de la administración central, puestos de confianza, aspecto este que incorpora un elemento novedoso en el equilibrio de poder interno del socialismo andaluz: ya no solo Susana puede pagar sueldos y dar de comer. Quizás por eso los sanchistas han recuperado más amigos dentro del partido en estos últimos cuatro días que en los últimos cuatro meses.
Rivera se centrará en Andalucía
Susana Díaz es la primera interesada en que la paz dure, por lo menos hasta después de las autonómicas donde se lo juega todo a una carta. Su capacidad de maniobra se ha reducido notablemente. Ella sabe que es una víctima colateral, en términos políticos, de la moción de censura y si tiene los pies en el suelo le deberá preocupar su famoso cántaro de la estabilidad, ese del que tanto presume cada vez que habla, entre otras cosas porque Albert Rivera va a intentar concentrar todos sus esfuerzos -esta vez en serio- y hacerle la vida más inestable en el Parlamento andaluz, donde los votos naranjas le son necesarios. Ya han avisado que esperan que Díaz siga reclamando a Sánchez el mismo presupuesto para Andalucía que exigía con ardor a Rajoy.
La primera cita electoral serán las autonómicas de Andalucía, previstas para la primavera de 2019. Llegado el caso el mensaje final es el que cuenta y Susana Díaz quedaría a merced hasta entonces de IU-Podemos, con lo que Cs intentará pescar en ese centro-derecha que vota a una Susana tan patriota y española como Rivera, especialmente coincidentes ambos en el diagnóstico catalán.
El nombre de quien ocupe la Delegación del Gobierno será indicativo de si nos espera una paz real o virtual, corta o duradera, y si la pelea, de continuar, será a cuchillo o a pistola
El PSOE-A, por lo que se ve, no está para ir regalando votos si no quiere, en el mejor de los casos, verse gobernando la Junta con IU-Podemos y en el peor, en la oposición, frente a un gobierno Cs-PP. Ambos son escenarios posibles hoy para el PSOE andaluz, de ahí que sean las circunstancias tan excepcionales que se dan en el país, las que aconsejen no abrir frentes de batalla donde las bajas están garantizadas, entre otras cosas porque el pedrismo ya no disparará con hondas. Y si hay golpes, que los habrá, los encajarán con la sonrisa en los labios, pensando para sus adentros a ver quién ríe último.
Susana Díaz es la heredera política natural de un partido que tiene a dos presidentes en el banquillo en espera de sentencia. La corrupción sigue siendo el punto más vulnerable del entramado de poder que controla Díaz en Andalucía. No puede seguir contando en cargos públicos con imputados (investigados), que los tiene, cuando su partido ha llegado a La Moncloa con la bandera de la regeneración ética y en lucha abierta contra la corrupción.
El caso de los ERE ha sido y es un arma de corrupción políticamente homologada a todas las tramas corruptas conocidas de la derecha, aunque aquí a ningún político socialista se le hayan pillado cuentas en paraísos fiscales o en sus bolsillos. Quienes aún piden murallas frente a Madrid en el PSOE-A no deberían olvidar el porcentaje de responsabilidad que le corresponde al socialismo andaluz, del que forman parte, en la crisis de la corrupción española, algo que le ha supuesto un brutal desgaste a la marca PSOE, cuyo deterioro por corrupción viene de lejos. Comenzó con el escándalo Filesa, poco después de cumplir y celebrar sus primeros ‘cien años de honradez’.