Opinión

Todo depende de quién manda

En cualquier infancia existe el recuerdo de algún compañero de colegio que era burro, pero burro, burro, a más no poder. Esto no es ni malo ni bueno porque cada uno es como es y seis son media docena. La cosa empeoraba cuando a la condición borriquera s

  • Pedro Sánchez, este miércoles, en el Congreso. -

En cualquier infancia existe el recuerdo de algún compañero de colegio que era burro, pero burro, burro, a más no poder. Esto no es ni malo ni bueno porque cada uno es como es y seis son media docena. La cosa empeoraba cuando a la condición borriquera se sumaba la gandulería y la pose de matasietes. Eran los que decían “Yo no estudio. Que me suspenda el profesor ¡y que le den por donde amargan los pepinos!”. Igual los padres de tal raza eran tan burros, tan chulos y descerebrados como sus vástagos, a saber. Porque lo lógico hubiera sido meter al cenutrio en vereda y enseñarle que en la vida para llegar a algo hay que trabajar, esforzarse, y no caer en el desánimo. Esto les suena poco menos que los veintiséis – o veintisiete – puntos de Falange a los que dicen que la suya es la generación que peor lo ha tenido en la historia. Una afirmación de fundamento si no fuera porque la de sus abuelos fue la de la guerra civil y la no menos dura posguerra, la de matarse a trabajar y hacer horas extra, la de conseguir que sus hijos tuviesen estudios superiores, la que con la crisis aportaron su pensión para mantenerlos y no saben que es la angustia por la crisis climática.

Esa generación de zánganos tiene ahora la responsabilidad de dirigir la nación y, lógicamente, no saben porque no han estudiado. La culpa es de la oposición, que les tiene manía, y van por el Congreso escupiendo y pisando fuerte. No respetan leyes ni democracia. Que le den al profesor, siguen pensando. Se mofan de la gente preparada y solo falta que a Feijoó le roben el bocadillo, le rompan las gafas y le llamen cuatro ojos mientras el líder popular mantiene una educación exquisita y una argumentación contundente. Porque ha estudiado. Porque se sabe la lección. Porque no precisa, como no precisa Abascal, llevar chuletas. Ni juntarse con los abusones ni con los ricachones regionales. Ni refugiarse en mentiras cuando los llaman al despacho del director. Como ven que el patio de escuela les queda estrecho ahora se meten en otros, como el argentino o el israelí. Y allí ya vemos como los están recibiendo, colleja va, colleja viene. Se les ve a la legua lo que son, unos tontos a las tres con balcones a la calle. Y malos. Muy malos.

La culpa es de la oposición, que les tiene manía, y van por el Congreso escupiendo y pisando fuerte

Ahora que están con el lío de Begoña, de Koldo, los problemas con exteriores, los presupuestos que no pueden ser aprobados igual que la ley de la cosa de la vivienda, lo de Cataluña, donde Illa no sabe si coger criada o ponerse a servir, los verán más chulos y provocadores que nunca. Pero ¿saben? en el fondo están se van de vareta. Están jiñaicos. La han liado parda y saben que eso dura lo que dura, pero no es para siempre. En Occidente soplan vientos de cambio democráticos, vientos duros, seguramente, pero necesarios para limpiar los establos de Augias en los que han convertido los pijos progres nuestros países. Y la justicia es lenta, pero no ceja. Y la policía. Y la Guardia Civil. Y la Unión Europea. Y los EEUU o Israel. Y, no menos importante, los de la pasta, señores, que al fin y al cabo son los que, guste más o menos, cortan el bacalao. Así pues, si toda la gente que manda decide que lo de Sánchez ya tendría que irse acabando – como le dijo el figura a Armengol respecto a la intervención de Feijoó – el niño tendrá que irse haciendo a la idea de que las notas que obtendrá serán un rosario de calabazas. ¿O por qué creen ustedes que Tezanos ha sacado un CIS dando como ganador a Sánchez en las europeas? Porque se sabe en el mundo que todo depende de quién manda. La fiscalía, puede ser. Pero la economía, la seguridad para atraer inversores, el respeto internacional, la confianza financiera y política, la complicidad para tejer alianzas y encontrar socios de solvencia contrastada, en suma, el negoci, dependen de que en Moncloa se siente alguien sensato o no. Xanxes, nen, ho tens fotut.

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