El indulto a los líderes del golpe de 2017 provoca un enorme rechazo en la sociedad española. Incluso en Cataluña, donde la hegemonía cultural y mediática de los partidarios del indulto y de los propios separatistas es total, una proporción notable de los ciudadanos se opone a la medida. Los españoles están hartos de la estrategia de apaciguamiento y de la retórica naif que la acompaña: “un nuevo comienzo”, “un gesto de concordia”, “una mano tendida”, “una decisión que sanará heridas”… A falta de argumentos jurídicos y políticos, se recurre a la psicología positiva y al pensamiento mágico para ocultar la única razón por la que los indultos se plantean en este preciso momento: para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa.
Los mismos que defendieron que el nuevo Estatut supondría el “encaje” definitivo de Cataluña en España y traería décadas de estabilidad son los que defienden hoy las virtudes de los indultos. Los mismos. Después de lo ocurrido en 2017, resulta muy difícil suponerles buenas intenciones, ni siquiera una intención estratégica. Entérense, contemporizadores: no se va a romper el bloque separatista, ERC no es un partido moderado, la vuelta al oasis sociovergente es imposible, la tensión, el conflicto y la violencia volverán a aparecer.
Espero que reaccionemos a esa acusación de la misma manera que los madrileños reaccionaron cuando se les acusó de aficionados a las tabernas y propagadores de enfermedades
La defensa de los indultos se completa, para más inri, con la acusación de “vengativos” y “revanchistas” a quienes nos oponemos. Como si los golpistas fueran víctimas de una ensoñación merecedoras de compasión, y no poderosos políticos con enormes recursos a su disposición, que llevaron a la sociedad al borde del enfrentamiento civil y que amenazan con repetir sus acciones en cuanto tengan posibilidades de éxito. Los españoles, que hemos demostrado una paciencia y una generosidad enorme ante los abusos, menosprecios e insultos de los nacionalistas, somos acusados de vengativos y revanchistas. ¡Basta ya! Espero que reaccionemos a esa acusación de la misma manera que los madrileños reaccionaron cuando se les acusó de aficionados a las tabernas y propagadores de enfermedades.
¿Qué proponen ustedes? ¿Cuál es su alternativa? ¿Un 155 permanente, que entren los tanques por la Diagonal? Desmontados sus argumentos, los defensores de los indultos recurren a este tipo de preguntas. Pues bien, la alternativa es no repetir los errores del pasado, hacer aquello que nunca se ha hecho. Me refiero a un pacto de Estado entre los grandes partidos nacionales para:
- Completar el modelo autonómico, delimitando con claridad las competencias del Estado y las CCAA, imposibilitando el chantaje permanente de los nacionalistas.
- Definir un modelo de financiación suficiente, con criterios transparentes, y comunicarlo con claridad, para evitar el victimismo y las acusaciones de expolio fiscal.
- Impedir por Ley que los recursos económicos que las CCAA deben destinar a sus competencias se destinen a propaganda separatista, tanto en el interior como en el exterior.
- Cambiar la Ley de Educación y reforzar la Inspección, asegurando los contenidos comunes y evitando que una parte del profesorado siga haciendo apostolado nacionalista.
- Poner RTVE al servicio de España, creando y difundiendo contenidos en todas las lenguas españolas que refuercen nuestra cohesión.
- Aumentar la presencia y visibilidad del Estado en toda Cataluña, recuperando y dinamizando su patrimonio.
¿Les parece difícil todo lo anterior? ¿Es mucho pedir que PSOE y PP se pongan de acuerdo para racionalizar el Estado autonómico y defender la democracia española?