Opinión

Yo no olvido

“No nos dejéis solos con los españoles”, fue la inquietante petición que un profesor universitario nacido en Madrid lanzaba al entorno proetarra desde una herriko taberna, cuartel general de las

“No nos dejéis solos con los españoles”, fue la inquietante petición que un profesor universitario nacido en Madrid lanzaba al entorno proetarra desde una herriko taberna, cuartel general de las cloacas del etnicismo vasco. Se le veía cómodo con los legatarios de las esencias aranistas, en el nido de la serpiente.

Como tratando de predicar con el ejemplo, ahora se ha largado a Barcelona (la ciudad española más parecida a Caracas) donde tan buenos servicios ha prestado al movimiento nacionalista, pues siempre defendió sin reparos la causa golpista. Se ha ido sin mirar atrás, olvidando eso de las mujeres y los niños primero. Con la piscina a medio pagar.

Porque, tras breves pero intensos años de actividad política, de un día para otro dimitió de todos sus cargos, tras ser vapuleado por Ayuso I de Chamberí, y desapareció de la vida pública y de las redes. Pero que eso no nos lleve a la desmemoria y el olvido. Veamos:

Aupado por el poder mediático, con el rostro taciturno y el ceño fruncido de actor formidable del que vende chatarra ideológica para masas, su éxito fue llegar a través de los rayos catódicos a esa capa de la población que no vive de realidades, sino que se moviliza en función de esa trágica falla que es la superstición política. El populismo no necesita del pensamiento racional para expandirse, pues apunta directo a las emociones del receptor más incauto. Simplificando un mundo complejo al dividir entre buenos y malos con moralismo farisaico. La casta (los demás) y el pueblo (ellos, del que Iglesias era el legítimo representante y guía espiritual). Cinco millones de ilusionados infelices llegaron a votarle, mostrando así su patética indigencia intelectual, ética y cultural, ante la perplejidad de unos y la pasividad de otros. Ahora, mucho de ese votante de primera ola ha desertado, y el otro, el más leal en su admiración y vasallaje, transita amargamente en busca de otro mesías redentor que se quiera hacer rico mientras disimule la querencia por el capitalismo cinco estrellas.

Señalamiento de periodistas

Iglesias se va pero es difícil olvidar. Demasiada carne chamuscada en la batalla por las libertades. Cómo podemos hacerlo. No se limitó a purgar sin miramientos a otros fundadores del partido por no profesarle una obediencia ciega, también hubo señalamiento a periodistas con la ambición siniestra del que quiere para él los telediarios y el control de la información. Los linchamientos no se nos escapan ni los perdonamos, el afán censor, la mirada inquisitorial. Ni el jaque a la Constitución de alguien que llegó con un chavismo desacomplejado para derrumbar un Estado de derecho aliándose con sus acérrimos enemigos. Enemigos declarados de las libertades ciudadanas.

No sería de recibo olvidar que durante las semanas en que la pandemia nos golpeó con toda su letal crudeza, intentó apuntalar su poder para hacerse fuerte dentro del Gobierno. Olvidar la cizaña sembrada. Con un nepotismo difícil de justificar, puso como condición sine qua non que su pareja tuviera un puesto en el Consejo de Ministros, recrudeciendo de esa manera la confrontación de sexos (ellos dicen género) y el sectarismo militante, que hizo del 8-M de 2020 un aquelarre de contagio y muerte, porque importaba más una manifestación que las vidas humanas. Importa el chiringuito que tiene que justificar el chorreón de millones contando el número de perros y perras en los dibujos animados.

Inventarse unas acusaciones tan infames sólo puede salir de mentes perversas y sádicas, gentuza sin ningún tipo de escrúpulo


Ya nos hemos olvidado de Calvente, el abogado del partido sobre el que construyeron toda una acusación falsa de acoso sexual, porque sospechaban que ya sabía demasiado de los asuntos turbios de financiación ilegal. Inventarse unas acusaciones tan infames sólo puede salir de mentes perversas y totalitarias, gentuza sin ningún tipo de escrúpulo. Pongamos que hablo de Ione Belarra.

Emponzoñó la vida púbica hasta el punto de crear una tensión social que hacía décadas que España no experimentaba. Puesta en marcha la maquinaria del odio, fue aprovechando el oportunismo político aupado por la bilis y el rencor. Su partido, Podemos, trató de enfrentar a los españoles, con la inquina por acicate, engatusando a pobres diablos que se partían la cara con la Policía en nombre de a saber qué revolución. Cómo olvidar el llamamiento a la violencia, las manifestaciones en Alsasua con las familias de los agresores, los energúmenos violentos de Vallecas, movilizados para atacar con piedras y patadas los mítines del rival político arengados por el perro de presa de Echenique, involuntariamente cómico.

No había acto vil que no fuera justificado por él o por su guardia personal, desde los escaparates reventados por Hasel hasta la ceja ensangrentada de Rocío de Meer.

Yo no olvido que si perdemos la memoria no podemos conservar un país donde el comunismo no sea aceptable.

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