Opinión

Zapatero (también) propone nueva fiscal general

El multifacético expresidente del Gobierno susurra al oído de su epígono la conveniencia de tener en la recámara a la fiscal Gabriela Bravo

  • Gabriela Bravo, junto a Ximo Puig -

José Luis Rodríguez Zapatero nombrará a la próxima fiscal general del Estado. Tengo presente que esta revelación contraviene toda la ortodoxia democrática fraguada a partir del espíritu de concordia del 78, pero ni Zapatero se limita a oficiar de embajador plenipontenciario del sanchismo ante Palacio de Miraflores ni en lo que ha devenido España desde aquel 2 de junio de 2018 puede asimilarse ya a un sistema parlamentario al uso. Al margen de que, desde hace mucho, ya se sabe de quién depende la Fiscalía. Pues ya está.

El multifácetico expresidente del Gobierno susurra al oído de su epígono la conveniencia de tener en la recámara a la fiscal Gabriela Bravo para cuando la contumacia de Álvaro García Ortiz en arrastrar la alta magistratura que ocupa como si fuera suya pierda todo el sentido por insostenible. Y eso ocurrirá si fracasa la estrategia del fiscal general más "inidóneo" de la historia de la institución de perseguir que la instrucción del magistrado del Supremo Ángel Hurtado naufrague bajo la apariencia de nulidad.

La otra opción es que, se aparte o no, García Ortiz acabe en el banquillo calcinado por el cúmulo de evidencias judiciales que le señalan.

Entretanto, Bravo calienta la banda. Tras ocho años como consellera de Justicia e Interior en la Generalitat de Ximo Puig, su pareja, cinco de diputada en las Cortes Valencianas y otros casi dos como vicepresidenta segunda de la cámara autonómica, Bravo se reintegra en la carrera fiscal bajo el manto protector del lobista aúlico de Sánchez, al que nada parece serle ajeno.

Es curioso cómo la aparente influencia de Puig se proyecta hoy mucho más desde su canonjía parisina ante la OCDE que en sus tiempos como inquilino del Palau de la Generalitat: la improvisada solución de Lydia del Canto como secretaria de Estado de Comunicación sirve de muestra. Y ahora, el tiempo lo dirá, la propia Bravo.

En aquellos tiempos de Bravo como consellera, los criticones del PP valenciano aseguraban verla más en Poeta Querol, la calle del lujo comercial en la capital del Turia, que en la sede del departamento que dirigía

Pero no hay que llevarse a engaño: la promoción política de esta valenciana de nacimiento, no ya tanto de ejercicio, parte del padrinazgo de Zapatero y solo puede entenderse con él: fue el amigo de Maduro el que la introdujo en la órbita de Puig para su promoción en el Gobierno salido del llamado Pacto del Botànic entre el PSOE y Compromís. El amor (con Puig) llegó después. 

En aquellos tiempos de Bravo como consellera, los criticones del PP valenciano aseguraban verla más en Poeta Querol, la calle del lujo comercial en la capital del Turia, que en la sede del departamento que dirigía... Habladurías con mala baba, como también las propias que ligaban su presunto arribismo político a los vínculos sentimentales con el Molt Honorable.

No podía imaginar esa caterva de maledicentes que su trayectoria estaba tutelada por el hoy imprescindible en el trazo de las líneas que va tirando Sánchez, al que sus propios compañeros de partido definen como como "guía moral, vicepresidente sin cartera y principal asesor" de ese mismo partido que ni ellos mismos reconocen.

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