Las urgencias hospitalarias han llegado esta semana al tope de pacientes atendidos y la demanda comienza a descender, aunque se esperan nuevos repuntes en febrero. Ante la presión sanitaria, muchos hospitales han iniciado la estrategia de drenaje y reducen su actividad programada para dar cabida a las urgencias. "Tener un paciente frágil de 80 años en un pasillo durante tres días no respeta ni su dignidad ni su intimidad y este es un problema de gestión de los hospitales y hay que acabar con esa política", lo dice en una entrevista a EFE el presidente de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias y Urgencias (SEMES), Tato Vázquez, que cifra en un 20% los pacientes de urgencias que se quedan pendientes de ingreso en pasillos y boxes. Y esta realidad, precisa, "pone en jaque la calidad de la asistencia en cuestiones de dignidad y complica mucho la vida en la búsqueda de espacios, ya que hay que hacer verdaderos tetris para colocar las camas". Los espacios de urgencias son finitos "y si los pasillos y los boxes están ocupados, no podemos atender la demanda", subraya. Un exceso de demanda que llegó a registrar este mes entre un 20 y 25% más de pacientes en las urgencias hospitalarias de toda España y un pico máximo del 45% en algunas comunidades.
Vázquez, responsable del servicio de urgencias en el Hospital do Salnés (Pontevedra), entiende que la saturación de las urgencias se puede prevenir: "Creo que es más importante que un paciente mayor con una neumonía tenga cama que otro con una hernia inguinal programada". Por ello plantea elaborar un "calendario diferente" y que la actividad programada que no es prioridad pueda encuadrarse en periodos no habituales, como los vacacionales. "Y si no hay tantos ingresos programados, habrá camas disponibles para los ingresos procedentes de urgencias", recalca.
Algunos sistemas de salud estiman que un ingreso hospitalario debería ejecutarse en cuatro o seis horas pero la realidad dista mucho de estas previsiones, ya que se produce un conflicto entre la demanda de las urgencias y los ingresos programados y, hasta ahora, los gestores han dado prioridad a estos últimos.
Agresiones
Servicios de urgencias como el hospital universitario La Paz en Madrid o el hospital universitario de A Coruña han llegado a tener en los pasillos al 20% de los pacientes y eso es una "barbaridad" para el enfermo y para el profesional. De hecho, la tensión que se crea en esos pasillos está generando un aumento en las agresiones verbales y físicas tanto a los médicos como al resto del personal.
Vázquez afirma que esto no es justificable, pero entiende que "cuando tu padre de 80 años lleva dos días en el pasillo, la gente tiene cierta tensión". "Y si no salen los pacientes pendientes de ingresar y siguen entrando, llega un momento que el sistema explota. Es un tema de vasos comunicantes", añade.
Huelga simbólica
"Las huelgas convocadas estos días en Atención Primaria nos salpican, pero las entendemos porque este nivel asistencial tiene un problema serio que requiere inversión económica", señala. No obstante, el responsable de SEMES pone el ejemplo de los servicios de urgencias: "Nosotros no hemos parado nunca, las huelgas en urgencias tienen un valor simbólico y nuestros mínimos son las mismas presencias que un día normal".
Vázquez insiste en que la Atención Primaria necesita una reestructuración completa, pero también tiene un problema de "recursos humanos y vocaciones, de gente que quiera dedicarse a la Medicina de Familia, una especialidad que no está suficientemente prestigiada". Por ello, cree que la Atención Primaria debería hacer autocrítica y ver por qué esta especialidad es descartada por muchos médicos. En 2022, quedaron sin cubrir más de un centenar de plazas MIR de Familia.
Urgenciólogos
Frente al declive de la Atención Primaria, Vázquez está convencido de que la especialidad de urgencias sería la primera opción del 10% de los MIR y confía que este sea el año del "paso definitivo" en el que se cree la especialidad dado el buen entendimiento con Sanidad.
Vázquez recuerda que el médico que en urgencias atiende un ictus, una insuficiencia cardíaca o una sepsis tiene que ser un experto y para ello debe de recibir "formación reglada, homogénea y estructurada que sea igual en Madrid, Murcia o Cuenca". "Queremos formar a nuestra gente y que sean el recambio generacional", dice. Y ello apremia porque en 2028 los servicios de urgencias y emergencias serán los más envejecidos de España, con un 44% de plantilla con más de 55 años.
Begoña Fernández. EFE.