Para que las personas con Sida puedan ser taxistas en Madrid, para que los bancos paren los desahucios o para que el Gobierno conceda el indulto a un exdrogadicto reinsertado en la sociedad. Miles de personas firman cada día en España para que estas causas, y muchas otras, lleguen a ser una realidad. Y, en este tiempo donde Internet está más que implantado en la vida diaria, no lo hacen en la típica hoja de firmas situada encima del mostrador de cualquier comercio, sino en Change.org, una plataforma de peticiones online, que tiene 20 millones de usuarios en los 196 países en los que está presente.
Cuando en 2007 Francisco Polo lanzó en su blog una campaña para que España firmara un tratado en contra de las bombas de racimo difícilmente podría imaginar que se trataba de una de las semillas que germinarían en Change.org. Polo, licenciado y con un master en Derecho Internacional, pidió a otros blogueros que le apoyaran y difundieran su campaña, que acabó con el compromiso del Gobierno del PSOE de firmar el tratado sin poner ninguna objeción al mismo.
El éxito de la iniciativa le dio la idea de lanzar Actuable, una plataforma “para que cualquiera pudiera hacer lo mismo que yo”, asegura Polo al otro lado del teléfono. Lanzada en septiembre de 2010, Actuable consiguió 2 millones de usuarios en 18 meses. Llegó entonces el momento de internacionalizar la idea y los caminos de Actuable y Change.org se cruzaron. La española se integró en la estadounidense que habían lanzado Ben Rattray y Mark Dimas en 2007, aunque no comenzó a tener éxito hasta 2010. “No tenía sentido que nos hiciéramos la competencia”, asegura Polo, que en la fecha de la unión no dio cifras de la operación.
“Hay que tener las herramientas adecuadas y saber utilizarlas. Presionar a la persona que tiene la capacidad de provocar el cambio”
El gran crecimiento de la compañía en los últimos años se debe, según Polo, a que se trata de una “plataforma abierta, sin filtros, sin orientación política, donde no se descarta ninguna petición”. No obstante, Polo añade que existen unas líneas rojas que no se pueden cruzar, “que no se instiguen al odio ni a la discriminación”, que han hecho que algunas de las peticiones, “muy pocas”, hayan tenido que ser retiradas. Change.org también se ha desarrollado en unos años en los que, en opinión de Polo, "la ciudadanía española ha alcanzado una madurez democrática" gracias a la cual “cada uno sabe que papel tiene que jugar”. A lo que se suma “la situación económica y política que hace que las personas se den cuenta de que hacen faltas cambios”.
Unos cambios que no siempre son fáciles de conseguir. “Hay que tener las herramientas adecuadas y saber utilizarlas. Presionar a la persona que tiene la capacidad de provocar el cambio”, explica Polo. Como ejemplo pone el caso de Pablo Herreros, el bloguero al que Telecinco le puso una querella por la campaña que hizo contra el programa La Noria. “Si la petición se hubiera hecho a Telecinco probablemente no se hubiera conseguido que se retirara la querella, como ocurrió. Pero en este caso se recurrió a los anunciantes, que sí que tienen poder para presionar a la cadena y provocar el cambio”.
El objetivo de la plataforma es llegar a los 100 millones de usuarios en los próximos dos años
En el lado opuesto se encuentra la petición, que no logró su objetivo, del Comité de los trabajadores del diario El País que pedía al director del medio que retirara el ERE que había presentado la compañía. Y es que, como explica Polo, una petición atendida no tiene porqué ser la que recoja miles de firmas, como en este último caso. El director de Change.org en España pone como ejemplo el caso de una pareja de homosexuales que lucharon porque su hija, nacida en Estados Unidos por el método de gestación subrogada, tuviera los mismos derechos que los hijos de pareja heterosexuales que nacen en el extranjero. “Cuando fueron a inscribir a su hija Manuela en el consulado de Los Ángeles como hija de un ciudadano español no se lo permitieron así que tuvieron que traer a la niña sin papeles. Con apenas 600 firmas consiguieron que el Ministerio de Justicia obligara a los cónsules a inscribir a los hijos de parejas homosexuales al igual que lo hacían con aquellos cuyos padres eran heterosexuales. Esa medida consiguió que Manuela, y otros 200 niños aproximadamente, tuvieran los mismos derechos que cualquier otro español”.
Polo asegura que la labor de Change.org no se limita solo a recoger firmas en Internet. "Por ejemplo en España tenemos 8 personas trabajando que ayudan a los usuarios que crean las peticiones a darlas a conocer, a crearles una campaña, incluso a imprimir las firmas, meterlas en cajas y llevarlas a los registros oficiales". Teniendo en cuenta el crecimiento desde 2010, Francisco Polo se muestra esperanzado en que Change.org llegue a los 100 millones de usuarios en los próximos dos años. "Nuestro objetivo es que la gente tenga el poder de cambiar las cosas. Que el cambio sea algo interiorizado".