Patrick Sawyer era un ciudadano naturalizado americano procedente de Liberia, uno de los países afectados por el brote de ébola de África Occidental, que por el momento, se ha llevado más de 700 vidas en cuatro países diferentes. Patrick había ido a cuidar a una hermana en Monrovia, que se encontraba afectada por lo que los médicos creían que era malaria, pero no era así. Sawyer comenzó a sufrir los síntomas de la enfermedad en el vuelo que lo conectaba con la ciudad de Loné, donde iría finalmente a celebrar el cumpleaños de sus hijos en Minnesota. Durante las seis horas y veinte minutos que duró el vuelo, comenzó a sentir los síntomas de la enfermedad, fiebre, dolor intestinal... y en Lagos sufrió un colapso. Fue hospitalizado y falleció el pasado 25 de julio.
"Podría haber traído el ébola a casa", confiesa su mujer
Sawyer trabajaba como funcionario del Gobierno liberiano, y tenía que asistir a una conferencia económica en Lagos, Nigeria, para finalmente volver a Minnesota. Su mujer, Decontee, no se enteró de su fallecimiento hasta el pasado viernes, cuando recibió una llamada del hospital comunicándole su trágica muerte. Deja tres hijos de 5,4 y un año. Al morir en el hospital y confirmarse que padecía la enfermedad -mortal en un 90% de los casos- el hospital fue puesto en cuarentena, evacuado y descontaminado en una semana. No obstante, su mujer reconoce que hubiese sido peor si su marido hubiera llegado a los Estados Unidos. "Nunca había pensado que el ébola iba a llamar a mi puerta, y eso es lo que ha hecho", señaló en declaraciones a 'The Daily Beast'.
"El ébola me ha declarado la guerra, pero estoy lista para devolvérsela", ha señalado Decontee, que ha puesto en marcha un grupo de Facebook para concienciar a los liberianos con familia en EE.UU. que extremen las precauciones, puesto que el coste de que pudiese llegar a Occidente podría ser demasiado elevado.
Fallece el médico que luchaba contra el ébola en Sierra Leona
Se conocía hoy miércoles la muerte de Umar Jan, el mayor especialista de Sierra Leona y uno de los mayores expertos del mundo en fiebres hemorrágicas, falleció el pasado martes 29 tras haber tratado a más de 300 enfermos. No pudo evitar el contagio, que se produce por entrar en contacto directo con un enfermo a través de sus fluidos, orina o heces.