Artur Segarra planeó el secuestró de David Bernat con el objetivo de apropiarse del dinero que la víctima tenía en una cuenta bancaria en Singapur, antes de asesinarlo entre el 26 o 27 de enero
Casimiro Municio fue el verdugo más triste de la Audiencia de Madrid. Nunca quiso serlo. Lo hacía por las 50 pesetas que cobraba por ejecución. Un documento manuscrito muestra como fue partidario de la abolición de la pena de muerte mientras ejecutaba a decenas de condenados. Esta es su triste historia.