Estos días navideños son propicios para que en los periódicos publiquemos listados. Ayunos de grandes noticias y aún con el disgusto de que otra vez el Gordo le haya tocado a otras personas -¿Existirán realmente?-, nos toca repasar lo mejor y lo peor de este ominoso 2020 del que por fin nos despedimos. Aquí, por motivos obvios, nos toca comentar cuáles han sido los mejores y los peores programas emitidos este año. Estaba empezando a preparar el listado cuando llamó ella, tan oportuna como siempre.
-Bueno, imagino que ya habrás visto el final de La casa fuerte.
-No, pero tengo noticias de que ya ha terminado.
-Sí, han ganado Mahi Masegosa y Rafa Moya.
-Otros dos héroes de nuestro tiempo. Aunque esta vez el verdadero clímax llegó antes, porque en el penúltimo programa conocimos el lío entre dos concursantes que no eran pareja.
-Sí, eso fue increíble. El mejor colofón para el programa.
-Toda la razón. La guinda perfecta. En semejante concurso no podía faltar algo así. Precisamente ahora estaba pensando que La casa fuerte, con sus dos ediciones, y ese otro reality de Telecinco, cómo se llamaba, ese tan absurdo que consistía en tentar a los participantes, sí, ya caigo, La isla de las tentaciones, son seguramente los dos peores programas de este año. No pasarán a la historia.
-No voy a caer en tus provocaciones. Para gustos, los colores.
-Pensaba que me ibas a ayudar con el ranking.
-¡Pero si pensamos de forma opuesta!
-Por eso precisamente, querida, tus favoritos serán los peores para mí, casi seguro.
-Claro, para ti lo peor de lo peor son estos realities, que por cierto están muy bien hechos.
-De eso no cabe duda. Bien realizados y mejor producidos, consiguen captar la atención del espectador y, con ello, alimentan el negocio. Otra cosa es que sean buenos para el intelecto. Y no es un tema moral, aunque lo creas. Lo digo porque cada vez son más zafios, más amarillos, más grotescos.
-Seguro, hombre, seguro que sí. Porque para ti los mejores programas habrán sido esos concursos que aburren a las ovejas, como Masterchef, Pasapalabra o La voz.
En estos concursos no gana el que más grita o el que más polémica genera, sino el que más sabe de algo o el que mejor hace algo
-Son valores seguros. Funcionan. Gustan mucho a la audiencia. Porque son interesantes pero también constructivos. Porque quienes concursan sí tienen que demostrar sus méritos, sus capacidades, sus conocimientos, sean sobre la cocina, sobre el diccionario o sobre la forma de cantar. Porque en estos concursos no gana el que más grita o el que más polémica genera, sino el que más sabe de algo o el que mejor hace algo.
-Vaya chapa, querido. No nos vamos a poner de acuerdo. Porque me barrunto que te habrán encantado esas tertulias tan maravillosas que encandilan a todos los fanáticos de la política.
-Te equivocas, querida, tengo para mí que el género de la tertulia ya ha entrado en barrena.
-No lo parece.
-Veremos con el tiempo. Pero ya ves, no estamos tan lejos en algunas cosas. ¿Qué te ha encandilado a ti más allá de esos programas de cuyos nombres prefiero no acordarme y aparte de cualquier cosa que versase sobre Isabel Pantoja?
-Me ha gustado mucho Mask Singer, porque es original y divertido. Algo para ver en familia. Eso sí, aquello que decías sobre que terminaba pronto ya ha pasado a mejor vida. Ahora acaba tardísimo.
En medio de tantas noticias alarmistas, de tantas fake news y de tantos intereses de los políticos en este país donde todo se politiza, los noticiarios han sido los mejores programas
-Los males de nuestra televisión son tan insufribles como perpetuos. Pero mira, otra vez estamos de acuerdo. Ese ha sido uno de los mejores programas del año. También ha destacado La resistencia, de la que hablaremos algún día a fondo. La edición de Operación triunfo fue un gran fiasco.
-En general, poca originalidad en las televisiones privadas y demasiada manipulación en las televisiones públicas. Quizás lo mejor del año, en realidad, han sido los informativos en esta época tan convulsa de la pandemia. Una pandemia que, justo es decirlo, aquí tampoco supimos calibrar a tiempo, quizás porque el sensacionalismo informativo llegó a ser salvaje al principio.
-Desde luego, no lo supimos ver.
-Pero esto, querida amiga, me lleva a repetirte que para mí lo mejor de este año tan anómalo han sido los telediarios. Ha habido errores de bulto, pero en general los presentadores han rayado a gran altura. En medio de tantas noticias alarmistas, de tantas fake news y de tantos intereses de los políticos en este país donde todo se politiza, los noticiarios han sido los mejores programas. Mira el caso de Vicente Vallés, por ejemplo.
-Otra vez estamos de acuerdo, Alberto, quizás por eso seguimos siendo amigos, pese a que ataques tanto a los programas que me gustan.
-Feliz Navidad, querida.
-Igualmente.