Cultura

Chris Isaak seduce en las Noches del Botánico

El cantante estadounidense, cumplida ya la edad de jubilación, enamora con sus baladas rock'n'roll clásicas

  • Chris Isaak en Las Noches del Botánico

La noche tenía una temperatura perfecta. La banda sonaba sencilla y compacta. Chris Isaak saltó a escena con un aspecto envidiable a sus 66 años y se metió al público en el bolsillo bajando del escenario mientras cantaba "Don't leave on my own" y se sumergía entre el público, encantado haciéndose fotos con el artista. Luego volvió a subir y soltó un discurso breve y divertido: "Gracias por apoyar la música en directo: si no lo hiciérais yo sería un señor raro paseando por Madrid con este traje de lentejuelas verdes. Los niños me estarían señalando todo el rato pensando que me dedico al patinaje artístico o a ser toreador", bromeó.

La verdad es que estamos ante un rockero romántico de la vieja escuela cuyo repertorio sigue sonando fresco y sólido con el paso de los años. Cayó pronto "Wicked game", el clásico que le catapultó al estatus de estrella global gracias al impacto de su inclusión en Corazón salvaje de David Lynch. Algo más tarde llegó "Blue hotel", balada rock oscura tributo a la vieja escuela. Cerró con una impresionante "The way things really are", demoledor medio tiempo sobre el fin del amor o más bien sobre la venda en los ojos que nos permite y a la vez nos impide querer a otra persona como realmente es. Se trata de una canción sencilla y perfecta, en la estela del mejor country, que demuestra su infinita clase como compositor.

Antes de este broche desarmante había acercado a su micrófono al batería para cantar juntos "La tumba será el final", un clásico corrido mexicano sobre un amor eterno. Curiosamente esta es la misma canción que nos regaló hace unos treinta años durante un memorable  concierto gratuito en la Plaza Mayor a comienzos de los noventa, como parte de las fiestas de San Isidro.

Chris Isaak: canciones de las de antes

También incluyó un par de himnos de su ídolo Roy Orbison: "Oh pretty Woman" y "Only the lonely", recordando la gira en la que le hizo de telonero y lo buena persona que le pareció en el trato cercano. El mejor chiste llegó con una sentida versión del repertorio de Elvis Presley: "Can't help falling In love with you". Isaak pidió que rodeáramos con el brazo a nuestras parejas mientras sonaba y que si habíamos venido solos aprovecharemos para meditar por qué nadie quería ser nuestra media naranja. Humor amargo de la vieja escuela para baladas de la vieja escuela.

Isaak triunfó con estribillos y estrofas que llevamos escuchando treinta años sin cansarnos

Aunque hubo algún altibajo, Isaak exhibe su talento con piezas tan logradas como la sentida “Somebody’s crying”, la minimalista “Forever Blue” y la cálida “San Francisco days”. Incluye en la lista una baza menor como “Blue spanish sky” porque la compuso en nuestro país y, en la recta final, sube a cuatro chicas a bailar en “Baby did” (lo hacen muy bien y es un alegre fin de fiesta). Nos entretiene dos horas con una banda tan mínima como efectiva, el poder de su voz y un puñado de recuerdos bien contados.

Otro discurso oportuno: “Me considero un artista semiprofesional que ofrece entretenimiento semiprofesional. No tengo un espectáculo tan bueno como Taylor Swift pero tampoco andamos tan lejos. ‘Semiprofesional’, en el fondo, no esta tan mal”, suelta medio en broma a un público entregado. Son estribillos y estrofas que llevamos escuchando tres décadas sin cansarnos. Mérito suficiente para justificar su carrera y para desear que vuelva cuanto antes. 

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