En su libro Confesiones de un joven novelista (2011), Umberto Eco asegura que Adolf Hitler no habría muerto en el búnker de la Cancillería alemana aquel 30 de abril de 1945, sino que habría sobrevivido a la caída de Berlín y escapado a Argentina junto a Eva Braun.
Pinchado por esa misma corazonada, el periodista Eric Frattini, que llevaba desde 2009 documentándose sobre el tema, consiguió en las palabras de Eco una nueva visión que confirmaba la que ya comenzaba a tomar forma en su cabeza: la firme hipótesis de que Adolf Hitler no se suicidó.
Esa es la tesis que el reportero estructura y defiende en su reportaje ¿Murió Hitler en el búnker?, un libro que publica la editoral Taurus cuando faltan apenas semanas para los 70 años del suicidio del líder nazi junto a su mujer Eva Braun tras la conquista de Berlín por parte de los Aliados.
No es, ni mucho menos, una teoría nueva o acaso del todo original. La ausencia del cadáver de uno de los líderes autoritarios más sanguinarios del siglo XX alimenta versiones alternativas –en su mayoría apócrifas y hasta pintorescas- de lo que ocurrió con Adolf Hitler al finalizar la II Guerra Mundial.
Desde Eisenhower hasta Stalin dudan
Para avanzar en su investigación y llevar a buen puerto su hipótesis, Frattini examinó más de tres mil páginas de documentación del FBI, la CIA, el NSA, CIC (Cuerpo de inteligencia Contramilitar), MI6, OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), el Departamento de Justicia, el Departamento de Guerra, la Junta de Jefes de Estado Mayor, así como los archivos de las embajadas de Estados Unidos en Montevideo, Buenos Aires, Caracas, Bogotá y Río de Janeiro. También consultó material de la Organización de las Naciones Unidas, la KGB y CEANA (Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades en Argentina).
En todos esos documentos -que cubren diez años de informes oficiales elaborados entre 1945 y 1955- se habla de “la huida de Hitler”, “Hitler oculto en Argentina”, “Rumores de que Hitler”, “Informe de Hitler y Eva Braun en Argentina”… Incluso, el periodista localiza un informe de la Organización de las Naciones Unidos con fecha del 3 de mayo de 1948, cuyo título es ¿Está muerto Adolf Hitler? En las páginas de ese papel oficial se asegura que “es deseo de todos los investigadores de las Naciones Unidas responder a la pregunta. Porque no han podido poner en claro la desaparición del dictador alemán”.
Se aportan otros testimonios en el libro que echan por tierra la llamada “verdad oficial”. Eisenhower, a la sazón presidente de los EE UU, asegura: “No hemos sido capaces de descubrir una pequeña evidencia tangible de la muerte de Hitler”. Las sospechas del líder norteamericano no fueron las únicas, el propio Stalin albergaba sus dudas: “Yo pienso que Hitler está vivo y es muy probable que se encuentre en España o en Argentina”, dijo el ruso.
Entre la documentación que incluye el reportaje, se encuentra además un plano del búnker ubicado a varios metros bajo tierra donde el líder nazi se refugió. En éste es posible ver la ubicación exacta de os aposentos de Hitler y Eva Braun, dispuestos uno justo al lado del otro, así como el dormitorio y la oficina de Goebbels, su jefe de propaganda. Los muros de protección del espacio alcanzan los dos metros y medio de grosor.
Ese lugar se convirtió en el eje de las pesquisas. ¿Quiénes habían estado allí aquel día y dónde se encontraban a las pocas horas del supuesto suicidio de Hitler? Apenas cuatro días después de la muerte de Hitler, el 3 de mayo de 1945, varios oficiales de la guardia de la Cancillería aseguran que el líder nazi está muerto, aunque no dan fe de haber visto su cadáver. Unos días más tarde, al ser capturada por los aliados, la enfermera del hospital de la cancillería, Elisabeth Lyndhusrt lleva entre sus pertenencias el reloj de oro de bolsillo del Führer, el retrato de su madre así como algunas condecoraciones, entre ellas, la Cruz de Hierro que le dieron en la I Guerra Mundial… ¿por qué tenía ella esos objetos?
La tesis del libro
Las razones que da Eric Frattini alimentan la versión de que los temores del Gobierno británico ante el posible resurgimiento del partido nazi en Europa, propiciaron la aceptación y difusión del suicidio de Adolf Hitler, una versión que, según el escritor, tiene muchas contradicciones.
Estableciendo una relación de sentido entre documentos navales, reportes de inteligencia, actas de investigación y minutas de inteligencia, Frattini apoya la teoría de que el Führer habría escapado, junto con su Eva Braun, a una ciudad de Dinamarca y allí habrían embarcado en un submarino de la flota alemana que les habría llevado hasta el sur de Argentina.
En el libro se citan distintas comunicaciones y reportajes que atestiguan la desaparición de algunos submarinos alemanes identificados más tarde en esa dirección. Un informe del FBI de 1964 localizado por Frattini informa al director de la organización que Eva Braun falleció en Argentina, donde fue enterrado su cadáver.Sin embargo, no existen análisis forenses ni tampoco fotografías del hallazgo de sus restos.
Con una invocación a que sea el propio lector quien saque sus conclusiones, Frattini da continuidad con este libro a una línea e investigación que pretende arrojar luz sobre hechos históricos suculentos y a su manera truculentos y entre los que destacan Osama bin Laden, la espada de Alá (2001), Mafia. Cien años de la Cosa Nostra (2002) o La Santa Alianza. Cinco siglos de Espionaje Vaticano (2004).