«El grito», símbolo universal de la angustia y el temor existencial, se expondrá en el MoMa de Nueva York durante seis meses a partir del próximo 24 de octubre, cortesía de su misterioso propietario, quien lo adquirió a principios de mayo por 91 millones de euros.
Este ejemplar de Munch (1893 a 1910) es el único que se encuentra todavía en manos privadas, los otros tres están en museos noruegos y no han viajado fuera de allí nunca. «Esta es una oportunidad increíble para que nuestros visitantes vean el cuadro, de otro modo les resultaría difícil», explicó el director del museo, Glenn D. Lowry, en declaraciones a «The New York Times».
Esta versión, la más colorida de las cuatro, tiene un marco pintado por el artista con un poema que describe el paseo al atardecer que le sirvió de inspiración para la obra. También resulta singular la figura de fondo que se gira para mirar el paisaje urbano. «Algunas personas la llaman la 'Mona Lisa' del arte moderno», especificó el director del museo.
¿Quién es el propietario?
Todavía hoy nadie confirma si fue el magnate estadounidense, Leon Black, quién compró el cuadro. Ni él, ni la junta directiva del Museo de Arte Moderno de Nueva York (a la que pertenece Black), ni tampoco los funcionarios de Sotheby's, se han pronunciado sobre este hecho.
Sin embargo, Leon Black, fundador y miembro principal del fondo de inversión americano Apollo Management, ha desarrollado una pasión por el arte después de estudiarlo en el colegio Dartmouth en la década de los setenta. El multimillonario estadounidense ha valorado «El grito» ante algunos amigos diciendo que «es una obra particularmente importante debido a que es precursora del movimiento expresionista del siglo XX».
Incremento de la seguridad
La obra se podrá visitar hasta el 29 de abril en la quinta planta del MoMa y estará acompañada por varias piezas del mismo artista que han ido recopilando. No obstante, «el principal foco de atención de la exhibición será 'El grito'», concluyó Glenn D. Lowry.
La seguridad del museo se verá incrementada debido a que varias versiones de esta obra, la más cara de la historia vendida en subasta, han sido robadas en dos ocasiones. La primera vez, dos ladrones huyeron con la pieza de la Galería Nacional de Noruega (Oslo, 1994) y un año después lograron recuperarla. En 2004 tardaron en recuperarlo dos años, después de que unos enmascarados entraran en el Museo Munch de Oslo y se lo llevaran.
El museo neoyorquino cree que tendrán un flujo normal de visitantes, pero si la afluencia de público fuera excesiva están considerando la posibilidad de emitir billetes cronometrados para ver tan apreciada obra.