Cultura

'El universo de Oliver': los Goonies llegan a Algeciras

Alexis Morante dirige un cuento fantástico sobre el despertar adolescente y el sacrificio de los mayores

El cometa Halley fue visible desde la Tierra por última vez en 1986, cuando el director Alexis Morante era un niño de apenas ocho años que jugaba por las calles de Algeciras. Aquel momento que se repite cada 75 años fue uno de los más esperados de su infancia y se convirtió, finalmente, en una de las primeras decepciones en el despertar de su inocencia. Al igual que muchos otros cineastas, este reputado director de cortometrajes y documentales (entre ellos, Camarón: flamenco y revolución, 2018) bebe de sus memorias para su debut en el largometraje de ficción, El universo de Oliver, un cuento fantástico ambientado en la adolescencia que toma como referencia la aparición del cometa.

La ternura, la inocencia o la amistad son los principales ingredientes de esta película familiar, que más allá de hacer un guiño a títulos como los Goonies o Regreso al futuro, se convierte en un retrato de una época, los años 80, en los que la precariedad abundaba en casi todos los hogares en los que, sin embargo, se contaba con el salvavidas de los padres y los abuelos. En esta película, Oliver un niño de 12 años, se muda con su familia a Algeciras y busca en las estrellas la solución a los problemas en su nuevo colegio, su nuevo barrio y su nueva casa. En Vozpópuli hemos hablado con su director.

Pregunta: Muchos directores en su primer largometraje de ficción recurren a experiencias que guardan en su memoria. ¿Qué hay en esta película de ti?

Respuesta: Muchísimo. Aunque haya hecho muchos documentales y cortometrajes, para mi primera película de ficción -y eso lo hacen muchos directores y ahora entiendo por qué- tiro de algo que conozco muy bien para crear un universo que me resulta más fácil. Al pensar de dónde vengo lo principal era pensar en la infancia. Ya lo hice en mi cortometraje Voltereta (2010) y al año del rodaje, uno de mis mejores amigos de la infancia, Miguel Ángel González, escribió una novela basada en nuestra infancia y me gustó tanto que le prometí entonces, hace 12 años, que mi primera película estaría basada en este relato. Entró en el guion Raúl Santo, otro amigo de la infancia, y entre los tres le dimos forma a una película que voló sola, y con el rodaje se publicó el libro.

P: ¿Recuerdas la expectación en torno al cometa Halley?

R :Teníamos ocho años, no como el protagonista, que tiene doce. Me acuerdo perfectamente de esa expectación y de la decepción de ver que el cometa se veía muy pequeñito. Los niños nos imaginábamos que íbamos a ver el cielo lleno de cosas y eso no ocurrió. Es lo que pasa con Oliver.

P: Hay mucho de nostalgia y en la actualidad existe en las redes cierto debate entre quienes echan de menos ciertos aspectos del pasado y quienes consideran que no es algo bueno mirar atrás. ¿Dónde te encuentras tú?

R: La nostalgia bien usada es buena. Puede llevarte a enfermedades mentales incluso, porque no puedes vivir en el pasado, pero bien usada y bien canalizada creo que está bien. He intentado llegar a ella de manera que nos lleve a una historia actual; que de una historia local nos lleve a una universal; y que de una historia de nostalgia vayamos a la luz del futuro, a pensar que estamos todavía en una generación que necesita esos valores y esos referentes que siempre estarán: nuestros padres y nuestros abuelos. Eso ocurre en los 80 y hoy también. Es verdad que la hemos rodeado de un halo de nostalgia pero también de un realismo grande. La película no peca de irse a los clichés de los 80, ni idealiza, sino que cuenta una historia con sus claroscuros.

P: El universo de Oliver es también una película que rinde homenaje al sacrificio de los padres y de los abuelos.

R: La familia puede ser de varias formas, pero hay que tenerla de apoyo siempre. He vivido muchos años en Nueva York y saber que tengo un lugar como Algeciras, con mi familia y mis amigos de toda la vida, es un salvavidas, una red donde caer. En Estados Unidos no existe ese salvavidas, pero nosotros sí lo tenemos, y gracias a ello he podido hacer esta película y es un homenaje a eso: a tener una raíz tan grande.

La miseria estaba en todas partes en Campo de Gibraltar en los 80, se creía que al haber salido de una dictadura íbamos a tener libertad y dinero", afirma el director

P: Podrías haber contado esta historia en otro paraje de la zona con más belleza, como Tarifa o Zahara de los Atunes, pero has elegido Algeciras. ¿Por qué?

R: Algeciras siempre ha sido fea, pero en esta cinta se ve bonita, es un estilo visual. Cuando alguien ve la bahía de Algeciras se queda impresionado porque se ve el peñón de Gibraltar, se ve África al fondo, unas fábricas enormes que por la noche parecen Blade Runner, y nosotros nos bañamos allí, con los pies llenos de alquitrán. Para saber si era levante o poniente mirábamos el humo de las chimeneas, y usábamos los búnkeres de la guerra para esconder petardos. Son detalles que no podría haber dispuesto en otro lugar porque no lo conozco tan bien. He preferido buscarme la vida visualmente en lugar de irme a lo fácil en otro lugar.

P: ¿Crees que hay ahora una tendencia a mostrar esa cara B de los sitios, como el extrarradio, donde antes no se ponía el foco?

R. En mi caso viene de manera natural. Quiero hacerlo en el extrarradio porque yo viví allí. La miseria estaba en todas partes en Campo de Gibraltar en los 80, se creía que al haber salido de una dictadura íbamos a tener libertad y dinero pero eso empezó arriba, abajo no llegó tan pronto. Mi infancia fue así: mi padre trabajaba en una fábrica y mi madre era una ama de casa que estudiaba el graduado. Éramos como los Goonies pero en un sitio hostil.

P: Precisamente, aquí hay mucho de los Goonies, de Regreso al futuro y de E.T.

R: Esas son las primeras referencias de mi vida. Es el cine que empecé a amar de pequeño, el que veíamos en los videoclubs o en los cines de Algeciras. Es un homenaje al cine americano de los 80. Ahora todo el mundo acepta que es un cine clásico e importante en la historia del cine, antes se veía como un cine menor.

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