Cultura

'El gran engaño': la serie documental que retrata la estafa del separatismo catalán

Testimonio tras testimonio, el colectivo Terra Ignota desmonta "una farsa política que se les fue de las manos"

El concepto clave de la Transición politica española fue el 'consenso', una estrategia que permite encontrar terreno común entre adversarios, pero que suele hacerlo a costa de ocultar verdades incómodas. Después de ver las más de tres horas de El gran engaño, divididas en tres capítulos sin desperdicio, queda claro el buen trabajo de sus autores y del potente elenco de invitados, que sacan a la luz aspectos del separatismo escondidos en las narrativas oficiales. El documental, que puede verse de manera gratuita en Youtube, tuvo un estreno accidentado en el que sufrió censura de Cinesa, una sala de Madrid, a pesar del acuerdo previo con la productora. Finalmente pudo estrenarse en el Teatro Pavón de la capital, con sala llena y grandes elogios, provocando la pataleta de dos cómicos prodemitas y de un par de cabeceras digitales que intentan estigmatizar a Terra Ignota colgándoles la etiqueta de "extrema derecha" por salirse del discurso dominante en los últimos cuarenta años.

Esta serie documental es el resultado de dieciocho meses de trabajo, hecho por seis amigos  que recorrieron 18.000 kilómetros para realizar 23 entrevistas a los largo de 75 horas de grabación. No era unos desconocidos, gracias a su podcast antiprogresista de cada domingo. También habían reabierto debates históricos con documentales 11-M: el principio del fin (2022) y El Valle de los caídos (2024). Ahora presentan su proyecto sobre la constante crisis de Cataluña, que recoge testimonios  de periodistas, historiadores y políticos como Miquel Giménez, Marcelo Gullo, Albert Soler, Xavier Rius, Javier Torrox, Jano García, Santiago Armesilla, Javier Santamarta y Jaime Mayor Oreja, entre muchos otros.

¿Sabía usted que el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera se hizo con apoyo de la burguesía catalana? ¿Que la Constitucion del 78 contiene el germen de la destrucción nacional? ¿Y que Cataluña nunca fue realmente un estado? Si un par de respuestas son “no”, seguramente sea un buen candidato para disfrutar de esta serie documental. Dedicando unas horas a verlo conocerá a los principales próceres de la patria imaginaria catalana y también se familiarizará con el entramado de asociaciones civiles que agitan al nacionalismo cada vez que las élites necesitan generar ingresos o salir de cualquier otro apuro.  El desmontaje del separatismo es total, con datos tan elocuentes y que circulan tan poco como que la represión franquista en Barcelona fue de unos tres mil muertos mientras que la represión republicana superó los ocho mil. Es la oportunidad de conocer mejor a personajes inseguros, tragicómicos y delirantes como Lluís Companys, que anticipan de manera transparente muchas de las disfunciones del Procés de 2017.

Talibanes del PSC

La Cataluña actual también puede describirse en un puñado de preguntas que raramente se formulan. ¿Le gustaría vivir en un lugar dónde 200.000 familias cobran de manera directa del presupuesto de la Generalitat? ¿Y dónde se subvencionan actividades como los ‘vigilantes de patio’, encargados de fiscalizar el idioma con el que se comunican sus hijos durante el recreo? ¿Puede un territorio soportar la marcha de 4.000 empresas que facturan 100 mil millones de euros, asustadas por un Procés que las élites políticas no son capaces de hacer avanzar ni retroceder?  Por supuesto, no estamos ante un documental equidistante, que reparta juego entre defensores de España y partidarios de una Cataluña independiente. Ya desde el título, sabemos que esto es un trabajo compensatorio, donde se acogen las visiones sociopolíticas apagadas a golpe de censura, marginacion política y subvención generosa del discurso antiespañol, que es lo que el documental pretende iluminar.

Como señala el ensayista Jano García, estamos ante un problema de extrema cobardía de las élites políticas españolas, más pendientes de los réditos electorales que del bien del país

Miquel Giménez, que no da puntada sin hilo, se muestra rotundo en un aspecto: "Milité en el Partido Socialista de Cataluña 23 años, señores. Son unos integristas, talibanes, nacionalistas como no te puedes imaginar", lamenta. Alejo Vidal-Quadras describe al PSC como “un partido nacionalista catalán más”, del que podemos estar seguros de que "nunca pactarán con un partido de derecha o centro derecha contra los demás nacionalistas”, avisa.  Joaquín Leguina, socialista de la vieja guardia, revela una conversación privada reciente, en la que Aznar se arrepiente de el pacto con CIU para llegar a Moncloa. La rendición del PP fue tan completa que Aznar le entrega la cabeza de Vidal-Quadras, un cuadro firme y leal. Quadras se venga un poquito en una de sus intervenciones, describiendo a a Pujol como un político experto frente a un Aznar "pardillo". Gonzalo Rodríguez García, conocido por el podcast El Aullido del Lobo,  destaca el lento pero constante proceso de inoculación del separatismo en Cataluña, que ha tenido como cómplice entusiasta a “la izquierda morada”, correa de transmisión de la narrativa “indepe” en todo el territorio nacional.

La tecera parte, la que desguaza el Procés, es la más demoledora. Testimonio a testimonio, el espectador se va dando cuenta de que el separatismo es una farsa política que se les fue de las manos. Farsa a la que, por cierto, todavía no se ha renunciado, a pesar de los niveles decrecientes de apoyo popular y de la evidencia de que carecen de apoyo empresarial e internacional suficiente pata volver a intentarlo. Así llegamos hasta el momento actual, con Sánchez en la Moncloa pero sometido al chantaje de los separatistas catalanes y vascos que lo sostienen. Como señala el ensayista Jano García, estamos ante un problema de extrema cobardía de las élites políticas españolas, más pendientes de los réditos electorales que del bien del país. Queda claro en la timidez de PP, PSOE y Cs a la hora de aplicar el artículo 155 de la Constituión Española.

Termino este análisis con un último apunte sobre su alcance: los grandes señalados por estas tres horas de reflexiones no son solo la casta política, sino unos medios de comunicación sumisos como ovejitas que casi siempre han puesto las subvenciones y los privilegios por encima de sus deberes comunitarios respecto a España. Con estos antecedentes y los actuales mimbres, parece que tenemos gran engaño para rato.  

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