El cineasta iraní Majid Majidi sorprendió en la pasada edición del Festival de Venecia con su película Hijos del sol, una cinta difícil de clasificar, a medio camino entre el drama de la infancia más pobre y el mejor cine de aventuras adolescente. En este filme, pretende denunciar la situación en la que viven los niños más vulnerables, que se ven obligados a trabajar y a vivir una vida de adultos, pero también lanza un mensaje esperanzador e iluminador, y da una idea de los pasos que se pueden seguir para dar dignidad a los herederos del mundo.
"Mi mirada especial a los niños, sobre todo a los niños vulnerables, tiene su raíz en mi creencia sobre la importancia de los niños para cualquier país. Entiendo que la infancia, la generación joven, siempre es el futuro del país, de todos los países, así que debemos una atención necesaria a los niños", ha destacado el director iraní en videoconferencia con Vozpópuli con motivo del estreno de esta película este viernes en los cines españoles.
En esta película, Majidi se centra en los más vulnerables, "aquellos que pertenecen a la clase menos pudiente de la sociedad, que podrían ser explotados de mil maneras". El protagonista de esta historia es Ali, un niño de 12 años que, junto a sus amigos, trabaja duro para mantener a su familia, tanto en un garaje como con pequeños delitos para ganar dinero rápidamente. Tras recibir la misión de encontrar un tesoro escondido, él y su pandilla deben inscribirse en la escuela benéfica dedicada a educar a niños de la calle para poder acceder al escondite.
Sentí la necesidad de convertirme en la voz y en la tribuna de esos niños para poder dibujar sus cuestiones, su dolor y su sufrimiento, y poder llevar a la pantalla su situación"
Esta no es la primera vez que Majidi (Teherán, Irán, 1959) dirige su mirada a los niños de la calle que viven en situación de vulnerabilidad. "Sentí la necesidad de convertirme en la voz y en la tribuna de esos niños, para poder dibujar sus cuestiones, su dolor y su sufrimiento, y poder llevar a la pantalla su situación", ha relatado este cineasta, que arrancó su carrera cinematográfica en 1991 con Baduk, una de las propuestas de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de aquel año.
Hijos del sol nace de una historia real: la de una ONG que creó una escuela en Teherán para niños obligados a trabajar y que no tienen tiempo para asistir a colegios convencionales. Muchos de esos niños participaron en esta película, cuyo protagonista, Roohollah Zamani, fue descubierto en este colegio. En Venecia, recibió el galardón al mejor actor emergente y esta película "ha cambiado el rumbo de su vida y de la de su familia", por lo que cree que esta cinta es un "ejemplo para niños en situaciones similares, que pueden tener un futuro mejor si acceden a estudios".
"Hice esta película con investigaciones de campo, sentí la necesidad de que mis actores también tenían que ser reales, aprovechar el potencial de los mismos niños que están trabajando para hacer la película y poder transmitir su sensación", agrega.
Majidi ha defendido que lo que esta película muestra sobre la pobreza y la explotación infantil en Irán no es algo exclusivo, sino un problema "mundial". Mientras que las "cifras oficiales" hablan de 150 millones de niños en todo el planeta, está convencido de que "extraoficialmente" el número de niños que trabajan hoy en día "es mucho mayor". "Solo en la India tendríamos 100 millones de niños trabajando, así que uno se puede hacer una idea de la cifra a nivel mundial. Hay que asumir la responsabilidad para resolver los problemas de estos niños", sostiene.
Infancia pobre
Han pasado 24 años desde el estreno de Niños del cielo (1997), una de las películas en las que Majidi aborda la diferencia social desde la perspectiva de la infancia y, a su juicio, las cosas no son muy diferentes hoy en día. "La situación en el mundo es muy cambiante, pero hay una realidad que es la pobreza, y la pobreza nunca desaparece", lamenta.
Preguntado acerca de la pérdida de protagonismo del cine iraní, que tuvo mucho éxito en la década de los 90, Majidi ha señalado que la falta de repercusión tiene varias explicaciones. "Esa generación de directores estrella como Kiarostami se jubilaron o fallecieron y tenemos una nueva generación de directores con otras visiones, que quieren experimentar con otro tipo de cine", apunta el cineasta, que hace también referencia al "cambio del gusto del cine internacional", que en la actualidad mira al este de Asia.