La memoria, en su segunda acepción del diccionario de la RAE, es definida como “recuerdo que se hace o aviso que se da de algo pasado”. Cuando nos preguntamos quiénes somos no podemos evitar acudir a nuestro pasado para dar explicación, pues es en él donde reside toda respuesta a cualquier pregunta por la identidad, no solo del individuo, sino también de los pueblos.
En los más habituales ejercicios de memoria colectiva tendemos a centrarnos en los grandes acontecimientos históricos narrados con altas dosis de épica y olvidamos que la memoria cultural también es memoria histórica. A menudo la historia es injusta al decidir qué recordamos y qué no, dejando en el olvido a personajes cuya contribución al desarrollo de la cultura de nuestro país es incalculable.
Es el caso de José Val del Omar, genio granadino de la historia del cine español y compañero de Lorca, Cernuda y Zambrano, con los que emprende las Misiones Pedagógicas bajo el encargo de acercar una nueva forma de enseñanza a los pueblos analfabetizados de los años 30. Sus innovaciones exceden por mucho la mera forma artística de sus obras, pues su trabajo se centró también en avances técnicos de suma importancia como el sonido diafónico o el zoom. Sin embargo, muere en 1982 sin haber alcanzado el reconocimiento merecido, dejando un pequeño rastro cuya pista se han decido a seguir una serie de artistas para terminar creando la película-documental José Val del Omar, poeta audiovisual. El filme, proyectado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, repitió con un coloquio en la capital hispalense los días 19, 20 y 21 de diciembre y pasará a las salas en enero.
Su director, Jesús Ponce, cineasta sevillano y creador de largometrajes como 15 días contigo o La primera cita, aborda este proyecto con la conciencia de la importante deuda que tiene nuestro país con la memoria cultural.
Pregunta. ¿Cómo surge la idea?
Respuesta. Val del Omar es el gran ausente en los libros de texto. Es fácil referirse a los libros de texto andaluces por su procedencia, pero yo me referiría a los españoles y casi universales. Cuando estudié imagen en el 91 la filmoteca de Andalucía edita la cajita que sale en el documental que incluye un libro de texto, otro de cartas personales, otro de poemas y una cinta VHS. Val del Omar, por su manera de proyectarse no es fácil de ver ni es fácil acceder a él. Entonces yo descubro a Val del Omar en la cinta VHS que está en la biblioteca de la Escuela de Imagen y Sonido, una cinta que siempre está solicitada, y cuando la veo se me abre un mundo. La primera vez que veo Aguaespejo Granadino digo '¿esto qué es?', y claro, justo después venía Fuego en Castilla que me produjo mucho miedo. Pero ahí había algo más, entonces queda pendiente.
Todos los que hacemos cine a partir de cierta edad decimos que nuestra carrera se contabiliza por las películas que ya no vamos a hacer. Entonces Val del Omar siempre era una de esas que tenía que hacer, y haciendo un documental sobre Claudio Guerín, director de cine sevillano, me encuentro un archivo que se llama Noche en los jardines de España, que es una especie de videoclip largo para TVE de los años 60/70 y me pareció una obra de Val del Omar.
Después vi que habían coincidido en la escuela de cine y solté la bomba en la productora: 'venga, el próximo lo hacemos de Val del Omar'. Y como soy muy pesado lo hicimos. Era una especie de deuda cultural conmigo y con el entorno.
P. ¿Cuál es el grado de conocimiento general de Val del Omar?
R. Yo me he encontrado con alumnos de cine que viven en la calle Val del Omar y no saben quién es. Ese es el grado de conocimiento, desgraciadamente. A nivel de museo o estudiosos del cine es un referente ineludible, como Picasso para las Bellas artes, pero a nivel popular, así como a Picasso lo conoce todo el mundo, a Val del Omar no.
P. ¿En qué consisten las misiones pedagógicas en las que participa?
Las misiones pedagógicas son una iniciativa impulsada por la República donde participaban artistas de renombre que adquirirán mucho más renombre después de que la dictadura los invitara a tomar café. Artistas de renombre como Val del Omar o García Lorca o Cernuda, que eran gente con la vida resuelta, la mayoría de ellos de nivel adquisitivo alto, deciden montarse en una caravana de carromato y se van a pueblos de la época, donde la gente no sabía que había que cepillarse los dientes, donde la gente no sabía que existía la electricidad, donde no existía un solo vecino alfabetizado. Entonces se iban allí a promover la cultura y el progreso. Se van con una reproducción de un cuadro de Goya a enseñar lo que es un cuadro de Goya, se van con un magnetofón donde las personas oyen su propia voz por primera vez, les enseñan los milagros de la electricidad, montan una pequeña central eléctrica en cada pueblo que después desmontan y les enseñan poesía y la ventana mágica del sonido, de la que se encarga Val del Omar. Las misiones pedagógicas fueron una cosa que creo que hay que hacer hoy en los barrios.
P. ¿Cuál era la forma de vida de Val del Omar?
R. La búsqueda constante. Es un señor con muchas frases que lo definen, "me olvidé de que tenía que comer" es una de sus frases. Llegó a abandonos personales, incluso a abandonar a su familia porque estaba absolutamente absorbido por la búsqueda y la experimentación. Si ves el plano del documental del sitio en el que termina viviendo, él tenía un espacio muy grande lleno de objetos que valían mucho dinero y tenía dos pisos. Sin embargo acabó comiéndose su propio espacio dedicado a la investigación hasta vivir en una habitacioncita donde solo tenía una pantalla pequeña. La forma de vida de Val del Omar era la búsqueda constante.
P. ¿Qué avances técnicos se le deben?
R. Mientras no se demuestre lo contrario, el zoom. Se le debe le primer estéreo, que no era de izquierda a derecha, sino frontal y trasero, que él llamó sonido diafónico. Es un precursor de la realidad virtual con cosas como la Tactilvisión. Ahora que está tan de moda el metaverso, él no se ceñía a los márgenes de la pantalla. Y se le debe sobre todo, en definitiva, la sensación de que cualquier forma de expresión comercial, artística o incluso de espectáculo, siempre pueden llegar más allá. Siempre se puede salir de los márgenes, siempre buscaba algo más. Tenía una forma de ver la vida más allá de a donde llegan nuestros ojos u oídos.
Se le debe, sobre todo, la sensación de que cualquier forma de expresión comercial, artística o incluso de espectáculo, siempre pueden llegar más allá
P. ¿Cómo fue el proceso de creación del documental?
R. Arduo, muy arduo. El proceso de entrevistas fue fácil, el problema es que las entrevistas eran densas, los personajes son todos de alto nivel intelectual, y rodar a tres cámaras conversaciones con estas personas te hace acumular una cantidad de material desmedido. Y luego, a esa cantidad de material verbal se le añade una archivo de 15.000 fotografías y 80.000 sonidos, bastantes películas y un montón de collages, archivo personal y lo que yo ya tenía por mi cuenta más las obras de inspiración en Val del Omar que hacen los propios artistas que salen en el documental, El Niño de Elche, Lagartija Nick, Fernando Rivas...
P. ¿Qué es la poesía audiovisual?
R. Habría que preguntar qué es poesía, pero supongo que la poesía audiovisual es cualquier trabajo audiovisual que te inspire una emoción no palpable, no tangible. En el caso de Val del Omar no es solo película y sonido, es lo que se sale de la película y lo que se sale del sonido.
P. ¿Dirías que España tiene trabajo pendiente con la memoria cultural?
R. España tiene un trabajo pendiente con la memoria en general, me temo. Se hace una cosa muy humana. Quienes tienen un trauma, y esto lo traslado al país, tienden a tirar mucho de la nostalgia y embellecerla. Este año se han hecho en España cinco películas, no diré si buenas o malas, de pandillas de niños en bicicleta en los años 80. Te aseguro que en los años 80 los barrios españoles no eran así. La serie más longeva de televisión española, que es Cuéntame, se queda con lo que quiere. Yo entiendo que hay que divertir y además son productos muy dignos la mayoría. Pero España tiene una deuda moral con la memoria en general porque no quiere reconocer lo que pasó. Y no me tengo que ir a la Guerra Civil, que es como el gran fantasma de siempre. España no quiere reconocer que la Transición no fue tan bonita, que había carencias, que había paro, droga, terrorismo, enfermedad, que la sanidad iba mal, que había pobreza e incultura. No hay que irse tan lejos, yo tengo 51 años y el día que me saqué el carnet de conducir tuve que esperar a que se sacasen el teórico dos analfabetos. Había todos los martes en Sevilla un aula de personas analfabetas que se sacaban el carnet de conducir. Yo soy relativamente joven, el franquismo roza mi infancia, pero tuve que librarme de la mili y tuve 18 meses de castigo de servicios sociales.
Se nos olvida que todo era en blanco y negro, que siempre llovía y nos cogía sin paraguas. España tiene una deuda con la memoria cultural muy grande porque además tiende a sentir nostalgia positiva de lo que no es peligroso. La 'Movida' madrileña cumplió su función, pero no era peligrosa. Lo que tenía peligro era lo que cantaban otros. Incluso cosas muy ingenuas contemporáneas a esas, tenían una difusión marginal. Había gente en esos años a los que ahora veo con una candidez tremenda: Leño, Barón Rojo, o los cineastas de la tercera vía. Eran muy ingenuos, pero sí decían algo. "Resistiré" de Barón Rojo no tenía difusión porque no decía 'en tu fiesta me colé', como Mecano. España tiene una deuda moral con la memoria peligrosa y con la memoria reactiva.
P. Es evidente que los artistas que permanecen en la memoria colectiva no lo hacen únicamente por el valor de sus obras. ¿A qué crees que se debe que personajes de nuestra historia cultural como José Val del Omar no forme parte de esa memoria colectiva general?
R. Se debe a que no son cómodos. Val del Omar no tiene una significación política y no hace falta, lo que sí tiene es una significación filosófica. No hace falta ni siquiera que sean peligrosos. Con que no sean cómodos ya la máquina cultural española no los mete en su engranaje. Se debe a que no fueron cómodas en su momento, pero con el tiempo ya son antiguas e incómodas. Dos puntos en contra.
Pero hay un valor añadido para recuperarlos. Y es que España es un país tremendamente chovinista. Nada hace más feliz a un español que ver a España representada fuera de España. Entonces estos artistas que no son queridos en la cultura popular española sí son queridos en la Filmoteca de París, en el Museo de la imagen de Nueva York. Y eso nos pone contentos.
España es un país muy facha. Todo lo que no sea nacional-capitalista, todo lo que no exalte valores clásicos nacionales o no entre en la máquina del capitalismo es difícil que entre
P. ¿Es deliberado el ocultamiento?
R. Es que España es un país muy facha. Todo lo que no sea nacional-capitalista, todo lo que no exalte valores clásicos nacionales o no entre en la máquina del capitalismo es difícil que entre. No es que haya un señor que maneja los hilos, es que el capitalismo funciona así. Y España es un país tremendamente capitalista.
P. ¿Cómo invitarías al espectador a ver el documental?
R. Pues muy fácil. Van a ver algo que literalmente se sale de las pantallas. Algo que nunca han visto. Por eso.
NormaDin
Seguro que el Sr. Val se merecía mejores admiradores.
User
Tengo interés por el personaje pero madre mía con el director ... que si somos un país chovinista, facha, nacional-capitalista, y eso en sólo dos respuestas. Viven en un mundo paralelo o rodeados de palmeros que les ríen las gracias. Para empezar, afirmar que España es un país capitalista como si eso fuera pecado ya es mucho sospechar. ¿Qué alternativa bolchevique le gusta más? Un país como el nuestro, avergonzado de la bandera, salvo cuando hay partido, y que vota lo que vota no se corresponde con los adjetivos que menciona. Hágaselo mirar.