En el Real Jardín Botánico de Madrid hay más de 1.500 ejemplares de árboles de los cuales al menos 22 aparecen mencionados en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra cumbre de Miguel de Cervantes. Justamente por eso, para homenajear al autor, se ha diseñado un itinerario que se puede descargar de la web de este jardín, diseñada para hacer un recorrido que recree los paisajes de la Mancha del siglo XVII a través de las plantas que figuran en la novela.
Granados, cipreses, olmos, olivos, tejos, romeros, algarrobos, membrilleros, encinas, nogales, son algunos de los 22 árboles que cita Cervantes en su obra y que se encuentran también en este jardín vecino del Museo de El Prado. De entre las plantas citadas en la novela, destaca especialmente la encina, uno de los árboles más representativos de los bosques manchegos y de buena parte de la Península.
También se alude en el Quijote a los alcornoques y las jaras, así como a ciertas plantas típicas de las riberas de los ríos, como los álamos, olmos o sauces. Pero son las plantas comestibles y las utilizadas para otros menesteres, según el Botánico, las que parecen interesar más a Cervantes: así alude con frecuencia a los ajos y las cebollas, al olivo, a las calabazas para transportar viandas, a los cipreses y tejos para ritos funerarios o al romero y sus virtudes medicinales, entre otras.Para saber más sobre el asunto, la página web de este singular espacio verde, remite al discurso de recepción en la Real Academia Española de Luis Ceballos Fernández de Córdoba (1965) sobre la flora del El Quijote.
Entre algunas de las otras especies mencionadas en la ruta está el membrillero, un árbol originario del centro y suroeste de Asia, aunque su cultivo en la región mediterránea se remonta a varios miles de años. En varios pasajes, Cervantes hace referencia a las virtudes medicinales del membrillo y a su uso tradicional en el tratamiento de las afecciones estomacales.
Algunas de esas menciones se recogen en esta ruta: “...Y la razón es porque siempre y adoquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas; mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla es un ciento de canutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten él estomago y le ayuden a la digestión”.
Otras rutas que propone el Botánico, cuya creación fue ordenada en 1755 por Fernando VI, tienen que ver con las plantas aromáticas, los árboles singulares o las alergias. Dalias mexicanas, olmos bicentenarios y piedras plantas constituyen algunas de las "joyas de la corona" del jardín, donde conviven cinco mil especies de plantas diferentes y donde sus inmensos árboles han sobrevivido a ciclones, enfermedades, guerras y otros desastres.