Los siempre naifs concursos de misses rompieron su molde casposo en el certamen de Miss Sarajevo de 1993. Un grupo de mujeres en bañador, candidatas a la corona de la más bella de la capital bosnia, lanzó un grito al mundo que ignoraba su sufrimiento con una pancarta “Don't let them kill us” (No dejéis que nos maten). La ciudad llevaba más de un año asediada por las tropas serbias después de que Bosnia y Herzegovina declarara la independencia de Yugoslavia.
Una nueva petición de auxilio se alzaba en una ciudad convertida en una ratonera de coches repletos de balazos y barricadas en las calles para que sus ciudadanos pudieran cruzarlas sin ser acribillados por los cientos de francotiradores que poblaban los tejados.
La ayuda humanitaria también escaseaba y una serie de cooperantes de ‘The Serious Road’ Trip, se propusieron cruzar la balacera con furgonetas con la cruz roja rodeada de colorines y arcoíris. "Parecíamos unos payasos", dice el organizador mientras se muestran imágenes de archivo de los cooperantes haciendo malabares y juegos con niños.
El recibimiento inicial muchas veces era acompañado con una lluvia de piedras de pequeños que estaban acostumbrados a tener que cruzar la calle esquivando balazos. Algunos adultos también recelaban de la intención de los cooperantes: "¿Creéis que esto es una especie de safari?" preguntaba otra al estadounidense Bill Carter de la organización humanitaria, según recoge el documental 'Kiss the Future. U2 en Sarajevo' que acaba de estrenar Movistar Plus+.
El cerco superaba el año y la vida echó raíces en una ciudad que era un queso gruyere con pasadizos que pasaban de habitación en habitación y con túneles subterráneos que desembocaban en discotecas donde se organizaban conciertos hasta las 4 de la mañana, supliendo con generadores los cortes de luz. Nunca sería más apropiada el calificativo de underground para una escena como la de Sarajevo en 1993 y a Carter se le iluminó la bombilla al ver un vídeo de Bono, líder de U2, mandando un mensaje de ánimo para los sarajevitas: debía implicar a la banda.
La banda irlandesa llevaba unos años asentada en la cima del rock mundial, desde la publicación de The Joshua Tree en 1987 que incluía himnos eternos como "Where the streets have no name", "With or Without You" o "I Still Haven't Found What I'm Looking For". Eran las estrellas rock del momento caracterizados por su compromiso social con conflictos armados como los de Sarajevo que tanto le recordaban a los que en ese mismo momento se daban en su tierra natal.
Aclamados por la crítica y acompañados por el público en sus desmesurados conciertos que llegaban a contactar en directo con el presidente de Estados Unidos para tratar algún tema de actualidad. El carácter mesiánico del que ya nunca se desprendería Bono hizo buenas migas con la valentía de Carter y el cooperante consiguió el 1 de julio de 1993 una entrevista en Verona durante la gira ZOO TV. En ella le puso al tanto de la importancia del rock para los habitantes de Sarajevo y Bono terminó diciendo que le encantaría ir. “Es difícil, pero podríamos arreglarlo…”, le sugirió Carter, a lo que un Bono pensativo le contestó: “Me gustaría… Sabes, hemos escrito una canción que se titula “One”, se la dedicaremos a la gente de Sarajevo”.
Minutos después sobre los reconocibles acordes iniciales del icónico tema, Bono proclamaba: “Estamos a 300 o 400 kilómetros de Sarajevo, pero esta noche son nuestros vecinos”. La entrevista fue emitida en infinidad de ocasiones en la ciudad cercada mientras Bono le decía a sus compañeros de banda que quería tocar en Sarajevo. “¿No hay una guerra?”, le preguntó ‘The Edge’ guitarrista de la banda.
El líder de la banda se mostraba realmente entusiasmado con la idea que a todas luces era un peligro de muerte real, así que a Carter se le ocurrió darle la vuelta. En lugar de llevar a U2 en Sarajevo, llevarían Sarajevo a los conciertos de U2. En aquella gira, la banda estaba parodiando la saturación informativa en la televisión, especialmente en conflictos como la Guerra del Golfo, con coberturas 24 horas. Con una escenografía repleta de monitores gigantes, en canciones como “The Fly” replicaban esa sensación de empacho informativo con una sucesión de lemas y aforismos aleatorios como "Watch more TV", "Everything you know is wrong", "Taste is the enemy of art", "Religion is a club", (Ve más televisión, Todo lo que conoces es incorrecto, El gusto es el enemigo del arte, La religión es un arte). Durante el show, Bono paseaba haciendo zapping por programas televisivos hasta que incluyó videollamadas en directo por satélite con Sarajevo, dando voz a sus habitantes en mitad de un concierto. La conexión satelital fue una parte recurrente de cada show en la gira europea en la que se mezclaban saludos a familiares con reproches por la desatención de la política europea, hasta que llegó a un punto que la fórmula se agotó ante la previsibilidad de la conexión. “Empezó a parecerse a la telerrealidad que utiliza el dolor de la gente como sufrimiento”, señalaba Bono.
Pasaban los meses y Occidente seguía sin actuar seriamente contra las matanzas de Milosevic. Solo en el verano de 1995, fuerzas serbias perpetraron la masacre de Srebrenica en la que asesinaron a más de 8.000 bosnios musulmanes y la masacre del mercado de Sarajevo donde murieron 43 personas y que terminó ocasionando la respuesta de la OTAN con los bombardeos que terminaron en los acuerdos de Dayton que supusieron el final de la guerra en Bosnia. Unos meses después, Bono volvía a dedicar “One” al pueblo de Sarajevo, esta vez ante decenas de miles de personas desde la propia capital bosnia. Para varias voces del documental fue el cierre real de la guerra.