Cultura

Los niños polacos secuestrados y germanizados por los nazis que terminaron en Barcelona

La escritora Gisela Pou publica la novela 'Los tres nombres de Ludka' en la que recoge la historia de un centenar de niños huérfanos polacos que llegaron a Barcelona en 1946

  • Póster nazi de una familia ideal aria

“Era junio de 1942, había cumplido los cinco años y hacía pocas semanas que Klaus y Maria von Brandt se habían convertido en mis padres. Me habían sacado del orfanato donde me habían hecho sentir orgullosa de pertenecer a una raza superior. Éramos la raza escogida, la raza suprema destinada a liderar el mundo. Algunas tardes de domingo, antes de la proyección de la película, nos pasaban un documental en el que un hombre bajito, vestido con un uniforme ceñido y abotonado hasta el cuello, daba un discurso delante de miles de jóvenes en perfecta formación. La voz del Führer retumbaba dentro de nosotros: 'Flink wie Windhunde, zäh wie Leder, hart wie Kruppstahl', declamaba, y la profesora nos obligaba a repetir las palabras de nuestro líder, que habíamos aprendido como si de una oración se tratara: Rápido como un galgo, resistente como el cuero y duro como el acero de Krupp”.

En el fanatismo racial del Tercer Reich, el exterminio de las “razas inferiores” estuvo acompañado del fomento de la raza aria con proyectos como Lebensborn, un programa para incentivar la reproducción de individuos arios, o el secuestro de niños extranjeros considerados racialmente puros que eran entregados a familias alemanas. Polonia, el país en el que más personas fueron asesinadas, fue también el lugar de nacimiento de cientos de niños que fueron secuestrados para ser germanizados.

Después de un análisis exhaustivo en el que se median múltiples parámetros físicos como el tamaño y forma de la nariz, el color de ojos o la cantidad de pelo, los niños que tenían el visto bueno eran entregados a las familias alemanas. La escritora Gisela Pou explica esto en la novela Los tres nombres de Ludka, en la que recoge la historia de un centenar de niños huérfanos polacos que llegaron a Barcelona en 1946

Pregunta. Son niños robados, entregados a otros padres que viven la peor guerra de la historia y que cuando termina están abandonados, incluso repudiados. Casi no se me puede ocurrir nada peor para un niño. 

Respuesta. Para empezar la vida... Siempre que escribo una novela necesito un tema porque escribir una novela te lleva meses e incluso años. Han sido casi dos años de documentación, redacción, correcciones… Por eso tener un tema es fundamental, que sepa que me va a mantener interesada durante esos dos años. El tema es el desarraigo, en el caso de los niños que han perdido una guerra y han perdido sus orígenes. Ludka lo formula muy bien cuando dice al final de la novela, siendo una mujer mayor de 70 años: ‘éramos como pequeños árboles con las raíces al viento desarraigados, que no sabíamos de dónde veníamos ni sabíamos adonde íbamos’. 

P. Ha hablado del desarraigo, pero también refleja la pérdida de identidad y no simplemente ecataHablaba catalán porque la lengua familiar no se perdió, pero en casa no podía tener libros en catalán. Entonces, la función de ese abuelo que fue maestro de la República con gran vocación, que fue depurado y que después tuvo que ganarse la vida haciendo de carpintero porque no quiso irse. Esas dos realidades de esas dos niñas y esa amistad que nace a partir de las palabras, las palabras que lleva Emma hacia Ludka me pareció interesante porque ejemplifica muy bien lo que ha ocurrido, lo que ocurre siempre cuando se niegan las propias realidades. 

P. Se nota que se ha sumergido en la prensa de la época

R. Pues muchísimo. 'La Vanguardia española' me ha acompañado muchísimo. Para saber exactamente cuando llegaban, cuando volvían... La llegada de Franco a Barcelona fue fuente de inspiración total. No ficcionas encima de la realidad, pero si das algún dato debe ser real. Por ejemplo, la llegada de Franco a Barcelona, con ese repicar de campanas de toda la ciudad cuando él llega bajo palio, con todos los comercios cerrados... Era impresionante. 

P. Mencionando el tema del franquismo, uno de los personajes señala el oportunismo de Franco con este programa de acogida para congraciarse con los aliados una vez ya han sido derrotadas las potencias fascistas.

R. Este programa fue mucho más allá que los niños polacos, vinieron muchos niños huérfanos de la guerra. Para estos niños polacos en concreto, quien hizo posible que vinieran fue la Cruz Roja Internacional y también muy, muy importante, el consulado polaco en Barcelona. De su cónsul Rodón, de su esposa y de Wanda Morbitzer, que es la persona clave para ello. ¿Por qué aceptó Franco que esos niños vinieran a pasar unos meses en Barcelona mientras se encontraba a sus familias biológicas o a alguien que los reclamara? Franco aceptó por dos motivos, por un lado, El Vaticano medió porque la Polonia después de la Segunda Guerra Mundial era absolutamente comunista, pero el pueblo polaco era muy católico. El gobierno polaco en el exilio, que estaba en Londres, y el gobierno de Franco tenían algo en común que era el catolicismo y el Vaticano medió. Ese era un tema y el otro era la necesidad de Franco de congraciarse con los aliados que habían ganado la guerra.

P. También aparecen en la novela la dificultad de la repatriación entre la España franquista y un gobierno comunista. 

R. Sí, por eso tienen que ir a Portugal cuando los repatrian al final en 1956, cuando solo quedan 16 niños aquí. Bueno, eran chicos adultos, algunos chicos mayores, algunos trabajan, otros estudian. Necesitan ir a Portugal para que les den el visado para poder ir a Estados Unidos, exactamente, a la ciudad de Búfalo, donde hay una colonia polaca muy importante, para continuar con su vida, para no volver a la colonia comunista.

P. ¿Ninguno se quedó en España? 

R. Ninguno. Ludka es un personaje construido a base de muchos testimonios reales. Tengo mucho respeto por los personajes reales, me da mucho pudor escribir sobre personas que han existido, porque ser fiel a ellos es casi imposible. Me dio mucha tranquilidad el hecho de que la hija de Wanda Morbitzer leyó la novela y le pareció bien. 

P. ¿Cómo fueron los reencuentros con los padres?

R. Muchos de los padres de estos niños polacos que fueron robados para formar parte de la raza aria no sabían su origen y no tenían por qué ser de las SS, ni nazis. Muchos ni sabían de dónde venían, no sabían su origen y no lo sabrán nunca. Como ha ocurrido en España en otros términos.

Los reencuentros en el caso que he descrito fueron con sus padres o sus familiares biológicos que buscaban a esos niños que fueron robados en su momento y que, en el caso de Barcelona, a partir de detalles que tenían los niños, del color del vestido de su madre, de dónde vivía su abuela muchos pudieron encontrarse. El camino fue más de padres que buscaban a los niños que de los niños a los padres. 

P. Sin destripar la trama, incluso en un país libre, algunos no pudieron ser libres del todo. 

R. Pero vivió esa libertad. Se fue porque aquí no se podía y pudo vivir libremente en Estados Unidos durante unos años. Libremente entre comillas. Hay muchos tipos de represión, no es solo física, sino que también hay mucha represión mental de eso que tú no puedes ser.  

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