Fue una gala sobria, en la que el rey FelipeVI pronunció -entre vitores a la Corona- un discurso sujeto en una idea base: la unidad de España. "Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros", aseguró. Insistió el monarca en la "regeneración de la democracia" y en el hecho de que todos los ciudadanos deben ser "iguales ante la ley". La de este viernes ha sido la última edición de los Premios Príncipe de Asturias; el año próximo cambiará a Princesa de Asturias.
Tras hacer balance de unos premios que él entregó por primera vez el 4 de octubre de 1981, cuando presidió la primera edición, el ahora rey de España tuvo pocas pero muy claras palabras políticas. Le acompañó la reina Letizia y también la reina emérita doña Sofía.
Los Premios, los discursos
Su tema, cuál otro sino ése: la frase. Su único y gran tema, el centro de su narrativa. "Con frases está escrito nuestro mundo, aunque a veces parezca mal escrito", dijo el irlandés John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, sobre el escenario del teatro Campoamor, donde se celebró la entrega de los Premios.
El de Banville fue el primer discurso de los premiados. Y aunque habría sido un gesto arbitrario y libresco, con solo ése habría bastado. El de Banville fue, junto con el de Caddy Adzuba, uno de los más hermosos y lúcidos de toda la gala. Banville, para quien la frase es –siempre lo ha dicho- el gran descubrimiento de la humanidad, leyó unas palabras breves e intensas que enaltecían no solo la vocación literaria sino la propia vida como acto poético.
El de Banville fue, junto con el de Caddy Adzuba, uno de los más hermosos y lúcidos de toda la gala.
“Hablar es ser. Con frases afirmamos nuestro ser. Nuestras leyes están escritas con frases. No es desatinado afirmar que con frases está escrito nuestro mundo, aunque a veces parezca mal escrito", dijo. Se refirió a la escritura, ese oficio en el que “gloria estriba en persistir, desalentados, pero jamás vencidos”, afirmó el autor de El Mar, para quien la frase lo es todo, “aunque cada punto final parezca un fracaso”.
El de este año es el primer Príncipe de Asturias que recogen dos hombres a la vez: John Banville y Benjamin Black, el alter ego noir del irlandés. Acaso por eso confeccionó palabras que hablaran por ambos y por todos cuanto le escuchaban. El químico español Avelino Corma, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica junto a Mark E. Davis y Galen D. Stucky, siguió al escritor en la lectura de sus palabras de agradecimiento.
Avelino Corma rescató la importancia de la investigación no sólo como sustrato del progreso, sino como otra forma de arte. "La química es capaz de crear. Es una disciplina global y transversal", aseguró Corma.
Tras un ligero traspié, y tras la peineta del jueves, Frank O. Gehry recogió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2014.
Tras su discurso, los reyes Felipe VI y Letizia entregaron los reconocimientos. El primero lo recibió, arropado entre aplausos, el dibujante Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades; le siguió el programa Fulbright, Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, representado en la ceremonia por Evan Ryan, subsecretaria de Estado para Asuntos Educativos y Culturales del Gobierno de los Estados Unidos.
Tras un ligero traspié, y luego del pintoresco episodio de la peineta en la rueda de prensa del jueves, el arquitecto Frank O. Gehry recogió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2014. Le siguieron Joseph Perez, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2014; John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014; Avelino Corma, Mark E. Davis y Galen D. Stucky, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2014; Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 y la representación del Maratón de Nueva York, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes.
Culminada la entrega, se pronunciaron dos discursos, cada uno a su manera, especialmente reivindicativos. El del hispanista Joseph Perez, quien ofreció una disertación sobre la importancia, y los dobleces, del orden y el sosiego. Uno necesita del otro para alcanzar la paz, pero el exceso de alguno de los dos trastoca la idea de libertad que anima la calma. “La paz verdadera es pues aquella que tiene su asiento en nosotros y no en causas exteriores, como la fuerza de la ley”, dijo. La periodista Caddy Adzuba pronunció un discurso volcado en la denuncia de la violencia sexual: "Este premio servirá de altavoz para la defensa de la causa de las mujeres violadas en el mundo".
Entre vivas a España y a la Corona, el Rey Felipe VI pronunció su discurso.
Las palabras del Rey
Entre vivas a España y a la Corona, el rey Felipe VI pronunció unas palabras que pretendían hacer balance de unos premios que él entregó por primera vez el 4 de octubre de 1981, cuando presidió la primera edición. Tenía trece años y llevaba seis como heredero. En su discurso, sujeto cuidadosamente con el verbo agradecer y el sustantivo agradecimiento, Felipe VI hizo especial mención a su madre, doña Sofía, por su apoyo a los Premios. No hubo mención alguna para Juan Carlos I.
El monarca elogió a Frank O. Gehry por haber diseñado uno de los iconos culturales de España, el Guggenheim de Bilbao; también al hispanista Joseph Pérez. Especialmente cercanas fueron sus palabras para Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, el primer dibujante reconocido en los Premios. Elogió la inteligencia e ironía de sus personajes, entre ellos la más conocida, Mafalda. Además de resaltar la importancia de la investigación que llevan a cabo científicos como Avelino Corma, se refirió a la narrativa de John Banville como “retazos de arte con mayúscula” y al Programa Fullbright, Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, como un “instrumento para la paz”.
"Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros", aseguró Felipe VI.
Resaltó el “entusiasmo” y el poder transformador del esfuerzo que encarna la Maratón de Nueva York, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes; a su juicio, “un modelo de convivencia y grandeza de estar unidos”. Finalmente, reconoció a la periodista Caddy Adzuba, de la república Democrática del Congo, por la valentía de sus denuncias contra “la violencia y la barbarie” que sufren las niñas –y los niños- de su país y de muchos otros en el mundo.
El broche final tuvo el énfasis en la idea de los Premios Príncipe de Asturias como una esperanza en “estos tiempos inciertos”, en los que la “sociedad necesita referentes morales y valores cívicos que preservar y fomentar”. Dejando muy claro el mensaje de la unidad de España -"los españoles ya no somos rivales los unos de los otros" aseguró-, Felipe VI habló de la “necesidad de alejar el pesimismo y el desencanto”. Insistió en la regeneración de la democracia e insistió en que todos los ciudadanos deben ser iguales ante la ley.