Los datos biográficos oficiales del actor, humorista y productor Tony Leblanc apuntan que nació en la sala de Tapices del Museo del Prado a las cinco y cuarto del 7 de mayo de 1922. Tal y como él mismo contaba en las entrevistas, su llegada al mundo se produjo en el mismo momento en el que el toro Pocapena de la ganadería de Eduardo Mihura mataba al torero Manolo Granero en Madrid. También es probable que exista en esta anécdota mucho de leyenda, ya que también se cuenta que, en realidad, su madre sintió las primeras contracciones durante una visita al museo madrileño, en el que el padre del intérprete trabajaba como bedel y que, en realidad, nació en el barrio de Lavapiés.
De aquel momento, en el que un célebre torero no sobrevivió a las heridas de la cornada y sobre el que el propio Ernest Hemingway escribió en 'Muerte en la tarde', han pasado ya cien años. Un siglo también del día en el que, a esa misma hora, llegó al mundo un castizo dispuesto a hacer reír sin pausa.
Ignacio Fernández Sánchez, nombre de nacimiento del actor, se subió por primera vez a las tablas con apenas siete años. Tiempo después, y tras probar suerte en el fútbol y el boxeo, se entregó al cine, el teatro y la televisión y, lo más importante, dedicó todas sus fuerzas a divertir a los demás porque, tal y como señaló en más de una ocasión, "el humor es una cosa muy seria". Ahora, y con motivo del primer centenario de su nacimiento, la Filmoteca Española le dedica este mes de mayo un ciclo con el que rinde homenaje al papel tan importante que tuvo en la comedia costumbrista española.
'Tony Leblanc según Santiago Segura. La risa por delante' es el título de este programa, en el que el famoso cineasta, una de las personas que mejor conocen al "galán de la comedia española", es el comisario de una retrospectiva en la que se podrán ver seis títulos de su filmografía: 'Los tramposos' (1959) -que presentará el propio Segura el día 11 de mayo en el cine Doré-, 'El hombre que quiso matar' (1970), 'Historias de la televisión' (1965), 'Los que tocan el piano' (1968), 'Torrente, el brazo tonto de la ley' (1998) y 'Tres de la cruz roja' (1961).
Un "jeta salado" y "caradura de buen corazón", un "pícaro y golfo" o un "delincuente" común, como es refiere Segura a los protagonistas de estas películas, son algunos de los papeles con los que Tony Leblanc contribuyó a engrandecer un cine tan modesto, con tan pocas pretensiones y considerado de un género menor. Su trabajo, sin embargo, contribuyó a ensalzar estas películas, un trabajo que, por otro lado, constituía solo una parte de su prolífica actividad, por la que también se le veía en programas de televisión, teatro o sketches de humor. Tan solo un accidente de tráfico como el que tuvo en 1983, que le incapacitó durante un largo tiempo, pudo apartarle de una actividad tan frenética.
Me parecía terrible que un genio así llevase 25 años sin aparecer en una película y me empeñé en sacarle de su retiro", afirma Santiago Segura
Tony Leblanc es una de las pocas figuras artísticas de las que han podido disfrutar varias generaciones de españoles y precisamente fue Santiago Segura quien le ofreció la oportunidad a mediados de los años 90 de conectar con una audiencia que apenas había oído hablar de él. 'Torrente, el brazo tonto de la ley' (1998) sacó del olvido a este actor y gracias a aquel renacimiento recibió su primer premio Goya en la categoría de mejor actor de reparto. Cuatro años antes, en 1998, había recibido el Goya de Honor en reconocimiento a su carrera cinematográfica.
"Pensé en él por pura admiración. En mi casa, gracias a mi padre, siempre hubo una cierta veneración hacia Tony. Sus personajes televisivos, sus películas en blanco y negro… Me parecía terrible que un genio así llevase 25 años sin aparecer en una película y me empeñé en sacarle de su retiro. Le quería a toda costa para mi ópera prima, fue una bendición conseguirlo, y me ayudó, llevándome a su casa, Mariano Ozores, otro gigante de nuestro cine", recuerda Santiago Segura en declaraciones a Vozpópuli, con motivo del primer centenario de su nacimiento.
Segura recuerda el carácter responsable y diligente de Tony Leblanc, un profesional serio y exigente que sentía un enorme respeto por su responsabilidad y que, tal y como señala, trabajaba "a destajo". "Era incansable y durante años compaginaba trabajos llegando a dormir en ocasiones una o dos horas diarias. Es verdad que había en su forma de trabajar una seriedad y una profesionalidad de alguien que respeta enormemente su trabajo y el de los demás", cuenta el actor y director.
Tony Leblanc: "afable", "bromista" y "atento"
Cuando Tony Leblanc falleció en noviembre de 2012, Segura afirmó que nadie nunca hablaba mal de su faceta personal y en la actualidad sigue recordando al actor con los mejores adjetivos que encuentra. "Afable", "simpático", "bromista", "muy atento siempre con la gente y el público", "amable" o "cariñoso" son solo algunas de los elogios que dedica al intérprete, muy querido por el público como también lo es, tal y como recuerda, Concha Velasco, también "amable" y "cariñosa" con quien se acerca a pedir un autógrafo o una foto.
El actor fue un "absoluto ídolo" en España durante los años 50 y 60. "La gente le adoraba y su reaparición en Torrente simplemente hizo que la gente, que olvida fácilmente, volviese a acordarse de él, de lo que les había hecho reír", señala Segura, quien tuvo la oportunidad de tratarle "personalmente" tras trabajar con él en su debut, así como en tres de sus secuelas. "Descubrí que tenía mucho carácter y aún así le cogí mucho cariño como persona, más allá de mi admiración por él como artista", ha confesado el director, quien afirma que llegó a sentir a Tony Leblanc y a su mujer, Isabel Páez, como parte de su "familia".
Olvidamos rápido la grandeza, pasamos página muy rápido y deberíamos valorar más a nuestros grandes artistas", señala Segura
El recuerdo de Tony Leblanc llega apenas unas semanas después de la celebración del primer centenario de José Luis López Vázquez el pasado mes de marzo, y unos meses después de la conmemoración del nacimiento de Fernando Fernan Gómez. En el caso de Leblanc, el Ayuntamiento de Madrid se comprometió a homenajear al actor con alguna calle, plaza o avenida pero de momento no se ha fraguado ningún plan. "Para figuras de ese calibre, todo me parece poco", señala Segura.
"En general, creo que olvidamos rápido la grandeza, pasamos página muy rápido y deberíamos valorar más a nuestros grandes artistas. Afortunadamente, Tony recibió muchos premios, homenajes y galardones en vida, que es cuando realmente se disfruta. Ahora la misión de las instituciones es reivindicar su legado, mantener vigente su figura y su aportación a nuestro cine", ha resaltado. Hasta entonces, Tony Leblanc seguirá haciendo lo que mejor sabe: hacer reír.