Una cámara de seguridad en una calle al azar de la ciudad china de Wuhan registra día y noche la soledad de la zona cero de la covid, en pleno confinamiento, que solo interrumpe algún transeúnte con calzado de plástico higiénico, alguna bicicleta o el personal de limpieza. Un fuerte sonido de sirenas irrumpe: se trata del homenaje que la ciudad rinde a los ciudadanos fallecidos a causa de la covid. Los comercios están cerrados y la actividad se ha detenido en el lugar en el que comenzó todo lo que ha cambiado las vidas de todo el mundo.
El regreso a la vida tras los momentos más críticos de la pandemia y las marcas de aquel trauma que han quedado impresas en las vidas de tantos ciudadanos son el núcleo del documental A River runs, turns, erases, replaces, dirigido por la china afincada en Estados Unidos Shengze Zhu, una de las piezas que compite en la sección internacional de la 18º edición del festival Documenta Madrid, que se celebra desde esta semana hasta el 6 de junio en la capital española y que se puede seguir en la plataforma Filmin.
Este festival, que llega a su mayoría de edad, siempre llega trufado de grandes documentales que llevan irremediablemente a pensar y reflexionar sobre asuntos de actualidad, con el envoltorio de calidad que tienen todos los proyectos que aquí se presentan, como es el caso de esta cinta, que se estrena en España tras estar presente en la Berlinale y en el festival de cine documental francés Cinéma du Réel.
Su directora apuesta por la observación y la calma en un territorio en el que se clavó la atención mediática de todo el mundo desde finales de 2019. Lejos de insistir en la tragedia -ni la cuarentena ni los hospitales plagados de enfermos, algo que, por desgracia, es común a casi cualquier núcleo urbano del planeta-, Zhu prefiere mostrar cómo esta ciudad industrial se recuperó. Eso sí, no sin consecuencias.
Las secuelas más dramáticas y amargas del paso de la covid se reflejan en esta película en cuatro cartas, cuyos rótulos se imprimen sobre las imágenes casi pictóricas y en movimiento de diferentes paisajes de Wuhan. Una esposa que llora a su esposo fallecido mientras trata de reproducir las recetas que él dominaba para el hijo de ambos; un nieto que desea volver a ver a su abuela, a quien escuchó por última vez mientras estaba en el hospital y de la que no se pudo despedir; o un padre que, tras regañar a su hijo por la gripe, le abandona "de repente".
Según ha relatado la directora en videoconferencia con Vozpópuli, estas historias están basadas en experiencias reales de sus amigos o de gente con la que habló durante pandemia. Algunas proceden de cartas o diarios y todas ellas sirven como testimonio de una tragedia que la directora vivió en la distancia, desde la ciudad de Chicago a la que se mudó en 2015.
Escogí el río porque es como el escaparate, es la ventana desde la que se ve el progreso de la vida, y está también relacionado con mi memoria, es el símbolo de la ciudad, cuyo nombre también se traduce como ciudad del río"
A excepción de las imágenes de la cámara de seguridad, el resto del metraje fue rodado en los años previos pero sirven como transición de los diferentes momentos de la ciudad, también tras la parte más dura de la pandemia. Tal y como señala, el eslogan de la ciudad en 2014 era: "Wuhan es diferente cada día".
Como paisaje para todas estas historias, la directora muestra largos planos Del Río Yangtsé, como una metáfora de la vida que fluye imparable y que nunca es igual. "Escogí el río porque es como el escaparate, es la ventana desde la que se ve el progreso de la vida, y está también relacionado con mi memoria, es el símbolo de la ciudad, cuyo nombre también se traduce como ciudad del río. Pero después de lo que pasó en 2020, pienso en el río también como metáfora de los recuerdos malos que se van", cuenta.
Wuhan: teorías, sospechas y pocas certezas
Lo que propone Shengze Zhu en este filme es una mirada contemplativa a una ciudad que ha sufrido los estragos de la pandemia y que carga con el estigma de ser el epicentro de la covid y con la sospecha de un origen oscuro y malintencionado. En este sentido, y preguntada acerca de la percepción que tiene el resto del mundo respecto al epicentro de la covid, la cineasta afirma que no puede desligarse de su "ciudad de origen" y todo lo que eso supone, a pesar de los acontecimientos de los últimos dos años.
"Quiero saber si es real, si lo que pasó desde el principio es así. Lo que intento hacer es no juzgar ni basarme en lo que leo en los medios. He escogido mis propios juicios y conocimientos. Pero creo en la ciencia, es más fiable que los políticos"
En enero de este año, un equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a Wuhan dispuesto a encontrar el origen del virus que ha paralizado el mundo durante casi de un año y medio. En esta misión prioritaria, estos científicos, procedentes de países como Estados Unidos, Japón, Rusia, Reino Unido, Países Bajos, Dinamarca, Australia, Vietnam, Alemania o Catar, concluyeron un mes más tarde que el virus es de origen animal y que la hipótesis de que surgiera en un laboratorio de Wuhan era improbable.
Sin embargo, esta semana, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado 90 días a las agencias de inteligencia de su país para que investiguen el origen de la pandemia y su relación con un posible accidente en un laboratorio, después de que hayan salido a la luz nuevos informes que contradicen los hallazgos de la OMS a comienzos de 2021. "Quiero saber si es real, si lo que pasó desde el principio es así. Lo que intento hacer es no juzgar ni basarme en lo que leo en los medios. He escogido mis propios juicios y conocimientos. Pero creo en la ciencia, es más fiable que los políticos", concluye.