La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y existe toda una gama de afecciones que pueden afectarla. Algunas enfermedades dermatológicas están causadas por infecciones bacterianas, otras por infecciones virales, por hongos, reacciones alérgicas e incluso por un cáncer de piel. Detectarlas a tiempo es clave para poner una solución rápida y eficaz por lo que debemos estar muy atentos a las señales que nos envía.
Como órgano importante, la piel sirve de punto de comunicación con todo lo que nos rodea y sus terminaciones nerviosas nos hacen sentir texturas, temperaturas e incluso presión, placer y dolor. Por esto, la piel es fundamental para desarrollar funciones vitales y protegernos de agresiones externas por lo que debe mantenerse en buenas condiciones para que funcione como es debido.
La Dermatología se encarga de su estudio, su estructura, propiedades y funcionalidad, así como de las enfermedades y trastornos que la afectan, descubriendo sus causas y desarrollando tratamientos adecuados.
Las enfermedades de la piel más comunes
Podríamos hablar de más de una veintena de patologías relacionadas con la piel y por supuesto, la más grave es el cáncer de piel o melanoma. Pero hay otras afecciones que pueden resultar incómodas y que es mejor detectar a tiempo para evitar problemas mayores de salud. El dermatólogo debe estar en tu agenda de revisiones anuales para que haga un estudio completo de tus lunares y manchas y detectar posibles enfermedades que pueden ser muy molestas.
Vitíligo
Son una serie de manchas blancas de varios tamaños que aparecen en diferentes partes del cuerpo, aunque sobre todo en las que están más expuestas a la luz del sol, como las manos, los brazos, la cara o los pies. A veces las manchas presentan un tono más oscuro o rojizo y suele conllevar también la aparición temprana de canas, sobre todo en las zonas donde hay manchas.
¿Por qué se produce? Suele consecuencia de la destrucción o un mal funcionamiento de los melanocitos (cuya función principal es la producción de melanina que nos protege contra los rayos solares y que determina el color de nuestro cabello y nuestra piel).
No es grave ni contagiosa y su causa es desconocida (desde factores ambientales a hereditarios), pero sí que puede llevar a otras complicaciones de importancia como las quemaduras solares o el cáncer de piel. Una vez diagnosticada, se pueden llevar a cabo diferentes tratamientos que intentarán equilibrar el tono de la piel.
Acné
Sin duda es la enfermedad de la piel más conocida y la más habitual, ya que afecta a un 80 por ciento de las personas de entre 11 y 30 años, según datos de la Academia Española de Dermatología (AEDV). La etapa en la que más se suele producir el acné es en la adolescencia.
Suele remitir de manera espontánea entre los 20 y los 25 años, pero en algunas mujeres, debido a diferentes cambios hormonales, puede aparecer también a partir de los 35-40 años. Generalmente se manifiesta en la cara o en la espalda con comedones (granitos con sebo) que pueden infectarse hasta formar quistes en los casos más graves.
El acné se produce porque los folículos pilosos se obstruyen con células muertas de la piel, bacterias o sebo seco que impiden que salga al exterior a través de los poros. Puede haber factores genéticos, ambientales y también individuales y existen hasta 15 variantes genéticas relacionadas con el acné, según un estudio del Instituto de dermatología del King’s College. El dermatólogo indicará siempre cuál es el mejor tratamiento para combatirlo dependiendo de la edad, genética y otros factores, como el estrés.
Rosácea
El síntoma que debe hacer saltar las alarmas es que aparezca un enrojecimiento en la piel del rostro, se noten más los vasos sanguíneos y, en algunos casos, aparezcan granitos de pus. La rosácea es más común entre las mujeres y las personas de piel clara y suele manifestarse en adultos de mediana edad y avanzada. Es una enfermedad dermatológica crónica por lo que el dermatólogo lo que hará será poner un tratamiento para atenuar los síntomas.
Psoriasis
Esta enfermedad encuentra su causa en la aceleración del ciclo de vida de las células cutáneas, que provoca que estas se acumulen en la superficie de la piel dando lugar a escamas y manchas rojizas que provocan picor y en algunas ocasiones, dolor. Los síntomas más comunes son las manchas rojas cubiertas por escamas, piel seca y agrietada, picores, uñas más gruesas de lo normal o inflamación en las articulaciones.
Se manifiesta a través de brotes que duran desde semanas hasta meses y luego baja la intensidad. Es una enfermedad crónica, por lo que esos brotes se producirán cada cierto tiempo. Dependiendo de la gravedad, el tratamiento está enfocado a controlar los síntomas y puede ir desde cremas con corticosteroides, fototerapia (con luz ultravioleta) a medicamentos sistémicos, como los retinoides.
Entre los factores que aumentan las probabilidades de padecer psoriasis encontramos un sistema inmune debilitado, el estrés, el tabaquismo o la diabetes, entre otros.
Melasma
Se la conoce con la máscara del embarazo, ya que suele ser común en las mujeres embarazadas. Se caracteriza por la aparición de zonas oscuras en la piel, generalmente en el rostro. Parece que la causa se ha de buscar en una combinación de factores hormonales y medioambientales. No es grave y su consecuencia no suele ir más allá de lo meramente estético.
Candidiasis
El origen de la candidiasis es micótico, es decir, se produce por la acción de un hongo. Provoca erupciones cutáneas con mucho enrojecimiento y picazón y es bastante común. Puede afectar a personas de cualquier edad y manifestarse en cualquier parte del cuerpo, aunque habitualmente se produce en zonas húmedas como las axilas o las ingles. El tratamiento que se lleva a cabo es a través de la aplicación de fármacos que ‘matan’ los hongos.
Queratosis solar
Esta enfermedad dermatológica suele aparecer con la edad y después de haber estado muy expuesto al sol. Sus síntomas son pequeños parches escamosos en manos, cara y brazos. Su peligro está en que puede derivar en un cáncer de piel, por lo que hay que llevar a cabo revisiones anuales para tenerla controlada.