Bienestar

Frutos rojos (de la fresa a la frambuesa): los cinco beneficios que te aportan

El mundo de las bayas y los frutos rojos y del bosque vienen al rescate de un verano saludable. Además de jugosas, refrescantes y llenas de color, ciertas frutas como

El mundo de las bayas y los frutos rojos y del bosque vienen al rescate de un verano saludable. Además de jugosas, refrescantes y llenas de color, ciertas frutas como las frambuesas, las fresas, los arándanos, las moras o las grosellas no son solo una forma espléndida de apostar por la frescura en nuestro día a día, sino también de poner salud en cada bocado.

Desde propiedades antioxidantes, necesarias para combatir el envejecimiento -especialmente el solar, hasta la prevención de infecciones como la cistitis (un martirio habitual en verano), pasando por la siempre necesaria vitamina C o la imprescindible fibra, aliada de nuestra salud gastrointestinal. Todo un recital de virtudes terapéuticas que caben en estos pequeños y no muy edulcorados bocados, que gustan a toda la familia y que pueden colarse en cualquier momento del día.

En un tranquilo desayuno en casa -o en el hotel de turno- hasta llevar un buen puñado en una mochila para una excursión o como fresco remate de una cenita veraniega, nuestras rojas y pequeñas amigas vienen al rescate de un período donde no siempre nos portamos demasiado bien en términos saludables. Alcohol, desfase horario, insomnio, digestiones pesadas, kilos de más... el cúmulo de enemigos a los que soliviantamos en verano es numeroso, por eso es importante que en pequeños gestos como el de consumir frutas le pongamos remedio.

Fieles a las prescripciones médicas de consumir cinco raciones de fruta y verdura al día, apostar por los estas frutas nos exige controlar algo más las cantidades debido a su pequeño tamaño, por lo que es suficiente con hacer caso a la recomendación total: una ración equivale a 140-150 gramos de fruta limpia, según explican desde 5aldía.com.

Frutos rojos en verano y sus beneficios

Cuando hablamos de frutos rojos, lo habitual es que nos refiramos a distintos tipos de bayas (o berries, en inglés, lo cual es muy práctico para identificarlas), que en su mayoría es lo que hemos acabado también bautizando como frutos del bosque, aunque esta terminología muy extendida no es del todo correcta. Obviamente, sus orígenes son silvestres, pero la realidad es que hoy en día prácticamente todas estas frutas son cultivadas y domésticas, por lo que su carácter agreste ya se ha perdido.

Su principal atractivo es su potente color, que va de los rojos intensos a los violetas y negros, y los cuales dependen generalmente de distintos fitoquímicos que los cargan de este cromatismo. Hablamos así de polifenoles, de flavonoides, de antocianinas y de taninos, a los que muchos ya conoceréis por ser estupendos antioxidantes, combatiendo así inflamaciones y procesos degenerativos.

En general, los frutos rojos son ricos en vitamina C y luego en distintos minerales como hierro, potasio o zinc, además de tener muy pocas calorías y poquísimo azúcar. Por poner varios ejemplos, fresas, frambuesas o arándanos apenas tienen cinco gramos de azúcar (recordemos que el de las frutas es la fructosa) por cada cien gramos de producto, así que hablamos de una auténtica maravilla si tenemos hiperglucemia o diabetes, como pasa con los arándanos.

Dicho esto, pasemos a ver qué pueden hacer por nosotros.

Arándano rojo

Si durante el año has tenido problema con infecciones de orina o cistitis, es bastante probable que tu médico te haya aconsejado incluir arándano rojo fresco en tu dieta. En cualquier caso, es solo este tipo de arándano (el arándano rojo americano, de nombre científico Vaccinium macrocarpone) que tiene ciertas propiedades para combatirla puesto que es más rico en proantocianidinas.

Estos compuestos polifenólicos, explican en cistitisderepeticion.com, están relacionados con la actividad antiadhesiva de ciertas bacterias, disminuyendo la adherencia de la bacteria E.coli en las paredes de las vías urinarias, siendo la escherichia coli la responsable de más del 75% de infecciones urinarias por cistitis. Por este motivo, el consumo de arándano rojo fresco y el consumo de comprimidos ricos en él pueden contribuir a reducir estas infecciones.

Frambuesa

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Todos los frutos rojos, como la frambuesa, son ricos en vitamina C. ©Gtres.

Como el resto del plantel, la frambuesa es rica en vitamina C y baja en grasas, pero nos adherimos a la frambuesa por una particularidad: es muy rica en fibra. Nada menos que 6,7 gramos por cada cien gramos de producto es la ventaja gastrointestinal que en ella encontramos, una virtud más que necesaria en verano cuando dinamitamos nuestros ritmos habituales.

Esta presencia en fibra alimentaria se convierte así en un estimulante de los movimientos peristálticos intestinales. A ello contribuye al aumentar el volumen de las heces, facilitando esa movilidad gastrointestinal y aumentando la regularidad de las evacuaciones.

Fresa

Alguna vez te hemos hablado de lo importante que es el color de una hortaliza o fruta para saber en qué es rica. La fresa, como fruto rojo, no es una excepción, ya que debe su intenso cromatismo a una gran presencia de antocianinas y licopeno (igual que el tomate en este segundo caso), lo cual las hace ricas en luteína y zeaxantina, dos carotenoides que tienen mucho que decir en nuestra salud ocular.

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La ventaja de los frutos rojos, como la fresa, es que tienen también muy poco azúcar. ©Gtres.

Estos pigmentos (también antioxidantes) protegen a los vegetales de los rayos del sol, y su ingesta se traslada a nuestro organismo del mismo modo: ayudando a proteger el aparato visual de la luz solar, reduciendo así el riesgo de sufrir enfermedades visuales.

Grosella

Sea grosella roja o grosella negra, cuando hablemos de ellas nos debemos poner en pie para rendir honores a uno de los alimentos más ricos en antocianinas (hasta 270mg por cada 100g de producto), lo cual las convierte en las reinas de los antioxidantes de los frutos rojos o frutos del bosque por antonomasia.

Hablar de antioxidantes es hacerlo de nuestra mejor defensa contra los radicales libres y contra el envejecimiento, suponiendo el verano un momento de especial estrés si nos centramos en un enemigo poderoso: el solar. El envejecimiento solar, más allá de hacerse patente a nivel dérmico, puede dañar la piel y adelantar ese envejecimiento prematuro, por lo que combatirlos con la dieta -y con la fotoprotección, lógicamente- es una maravillosa forma de reducir su impacto.

Moras

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A veces bautizadas como frutas del bosque, las moras también son una buena forma de consumir antioxidantes naturales y vitamina C. ©Gtres.

Sean rojas o negras, las moras son un alimento rico en vitamina C, como el resto de sus 'parientes' y es en esta vitamina donde encontramos buenas razones para proteger nuestra salud veraniega, y el resto del año, claro. En este caso, una de las ventajas de la vitamina C es que favorece la absorción del hierro, limitando así la aparición de anemias ferropénicas, las cuales son relativamente comunes en verano por los cambios de hábitos culinarios (comer menos, comer a deshora o apostar por otros alimentos).

Del mismo modo, el ácido ascórbico (nombre que también recibe esta vitamina), ayuda a controlar el nivel de colesterol puesto que evita que la grasa se adhiera con facilidad a los vasos sanguíneos. Algo que seguramente echaremos en falta durante el verano con las grandes comilonas donde, por regla general, lo que abunda son productos grasos y cárnicos.

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