El café es una de las bebidas más populares del globo, sin olvidar el té, todo un clásico con una larga historia detrás. Por suerte para los cafeteros, según numerosos estudios y expertos de la salud, la bebida tiene muchos beneficios para la salud. Aun así, es importante controlar su consumo y tener en cuenta las horas del día a las que se toma, pues la cafeína es un excitante que puede acarrear problemas de salud.
El café no es adecuado para todo el mundo: personas con algunas patologías determinadas deben evitarlo. La bebida puede agravar problemas renales y cuadros de ansiedad. A su vez, las personas de edad avanzada con obesidad y alto riesgo cardiovascular deben optar por el café descafeinado.
El primer y último café del día
Al comenzar la jornada, el cuerpo puede necesitar un poco de ayuda para obtener la energía necesaria. La forma adecuada de hacerlo no es, como muchos piensan, bebiendo una taza de café nada más despertar. Por el contrario, según los expertos es preferible esperar alrededor de dos horas. La razón es sencilla: al despertar, el cuerpo segrega cortisol, la hormona del estrés. Esta es la encargada de aportar ese primer chute de energía necesario para comenzar el día. Dos horas después, una taza de café ayuda a mantener esa vitalidad y evitar un posible 'bajón'.
Todo lo contrario ocurre al terminar la jornada: ahora, el objetivo es buscar que el cuerpo se relaje progresivamente para asegurar un buen descanso y sueño de calidad durante la noche. Para ello, hay un dato que resulta clave para calcular cuál es la hora máxima para tomar ese último café: la cafeína puede durar hasta seis horas en el cuerpo. Así, en el caso de acostarse sobre las once de la noche, el último café debería ser alrededor de las cuatro de la tarde.
Las consecuencias de beber café a altas horas de la tarde se resumen en una: altera el ritmo natural del cuerpo. Además de dificultar la conciliación del sueño, beber café más tarde de lo indicado puede provocar un sueño interrumpido, un peor descanso, mayor sudoración y sensación de hambre. Esto último es debido a que el café tiene un efecto saciante, algo que puede provocar saltarse comidas y que el hambre llegue más tarde.
Un posible sustituto
Para aquellos que no puedan beber café, no es la única bebida que puede ayudar a tener la energía suficiente para afrontar el día: el té negro puede ser un buen sustituto. El doctor Mauricio González, médico de Urgencias especializado en obesidad, ha explicado en sus redes sociales los beneficios de la infusión.
Entre los beneficios del té negro se encuentra mejorar la función vascular. "En estudios en humanos se ha demostrado que los vasos sanguíneos se pueden tornar menos rígidos y más flexibles después del consumo de té negro", ha explicado el profesional de la salud.