El kéfir (que en turco significa ‘bendición’) no tiene superpoderes, pero sí es un superalimento o, mejor dicho, uno de los alimentos saludables con grandes beneficios para el organismo. Incluye hasta 30 cepas de bacterias buenas en su interior, algo que ayuda a nuestro sistema digestivo e inmunológico a estar más fuerte y sano por más tiempo, por lo que beneficia a la salud en muchos y diferentes aspectos que debemos conocer.
Seguro que lo has visto en forma de ‘yogur’ o de leche en el supermercado, pero es probable que no sepas qué es el kéfir exactamente. También conocida como yogur búlgaro, yogur de pajaritos o leche kefirada, es una bebida de leche fermentada hecha con ‘granos’ de inicio, que son una combinación de bacterias y levaduras probióticas que interactúan con la leche para hacer una bebida ligeramente fermentada.
Los probióticos son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos destinados a mantener o mejorar las bacterias buenas (microbiota normal) del cuerpo.
Históricamente se dice que fue un regalo de Mahoma a los monjes ortodoxos del Cáucaso, a quienes explicó cómo usarlo, con la condición de que no desvelaran el secreto de su preparación o perdería su ‘poder’.
Según los expertos de Lactosa.org, hay dos tipos de kéfir: de leche (hecho de leche de vaca, oveja o cabra, pero también de leche de coco), es el más conocido y se puede comprar sin problema en supermercados), y de agua (hecho de agua azucarada o agua de coco, que no contienen productos lácteos y por lo tanto se puede incluir en dietas de personas intolerantes a la lactosa. Es más ligero que el de leche). También hay productos de kéfir sin lactosa y kéfir de arroz o soja.
Ambos son muy parecidos a la kombucha (otra bebida rica en probióticos), ya que o tienen azúcar presente naturalmente o se agrega para permitir que crezcan las bacterias saludables y para que tenga lugar el proceso de fermentación.
Tanto el kéfir como la kombucha son muy bajos en azúcar porque la levadura activa en vivo ‘se come’ la gran mayoría del azúcar agregada durante el proceso de fermentación.
Estómago en perfecto estado
El kéfir contiene muchos probióticos y ahí es donde residen buena parte de sus beneficios para la salud y por lo que deberíamos incluirlo en la alimentación diaria.
Uno de los principales beneficios del consumo habitual de productos con kéfir es que ayuda a restablecer el equilibrio bacteriano en el intestino, algo que no es una tarea sencilla. Gracias a que es un producto probiótico, lucha contra problemas gastrointestinales, como el síndrome del colon irritable o las úlceras, y facilita las digestiones más pesadas. Gracias a su poder probiótico, combate el estreñimiento y acelera el tránsito intestinal.
Además, cuando tomamos antibióticos para luchar contra alguna enfermedad, nuestro estómago necesita recuperar la flora intestinal, que es la que lucha contra los patógenos, algo que se consigue con el consumo de probióticos, ya sea recetados en farmacia o con productos como el kéfir. Incluso previene la gastritis (la inflamación aguda o crónica de la mucosa que recubre las paredes del estómago), sobre todo aquella causada por la bacteria Helicobacter pylori.
A salvo de virus
Entre las bondades del kéfir se encuentra que tiene entre sus nutrientes biotina y folato. Estos dos compuestos ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y proteger así las células y a nuestro organismo del ataque de virus y bacterias.
Además, contiene kefiran, un compuesto que solo se encuentra en este producto probiótico y que tiene propiedades antimicrobianas que ayudan, entre otras cosas, a combatir la cándida. A esto hay que añadirle que controla el colesterol y la presión arterial.
Huesos más fuertes
El deterioro de nuestros huesos es algo que preocupa sobre todo a partir de los 40 años. La aparición de la osteoporosis puede provocar caídas indeseadas y graves problemas óseos y se da sobre todo en organismos con carencia de calcio, fundamental para unos huesos más fuertes y resistentes. El kéfir hecho de productos lácteos de grasa entera tiene altos niveles de calcio en la leche y además contiene compuestos bioactivos y vitamina K2 que ayudan a absorber el calcio en el cuerpo y detienen la degeneración ósea.
Además, contiene altos niveles de vitamina B12, magnesio, biotina, folato , enzimas y probióticos, fundamentales en la prevención de otras enfermedades que pueden afectarnos a lo largo de la vida.
Piel más sana
Los problemas intestinales pueden provocar una serie de síntomas adicionales que afectan también al estado de nuestra piel, tanto del rostro como del resto del cuerpo. Afecciones como el acné, la psoriasis o el eczema pueden ser muy molestas y al consumir kéfir se ayuda a que las bacterias buenas regresen para cuidar el que es el órgano más grande de cualquier ser humano, la piel. Es un buen cicatrizante para heridas y quemaduras.
Diferencias con el yogur
Muchas veces no sabemos distinguir bien un yogur de un producto hecho con kéfir. Debemos saber que un yogur contiene de dos a siete tipos de probióticos, mientras que el kéfir contiene entre 10 y 34 cepas de probióticos, así como numerosas cepas de levadura beneficiosas. Las bacterias del yogur son transitorias y ayudan a limpiar el intestino; las del kéfir pueden adherirse a las paredes y colonizar para permanecer ahí más tiempo.
El yogur se prepara calentando la leche y agregando un iniciador de bacterias en forma de polvo. Luego puedes extraer una variedad madre y usarla para hacer más lotes de yogurt.
El kéfir está hecho de granos de kéfir, grupos de bacterias y levaduras que se agregan a la leche a temperatura ambiente, luego se filtran y se usan para otro lote dentro de las 24 horas siguientes. Además, el kéfir tiene un sabor más ácido.
¿Cuánto kéfir puedo consumir al día?
Lo más recomendable es una taza al día (se puede endulzar con un poquito de miel o tomarla con fruta para un desayuno o merienda saludable, pero también se añade a sopas o cremas de verduras para aportar textura y un toque ácido) y además ir aumentando la cantidad poco a poco empezando por una cantidad diaria menor.
Si se es alérgico o intolerante a la lactosa, no se debe tomar. A veces, cuando se ingiere por primera vez, puede provocar algunos efectos secundarios como gases, náuseas o dolor de estómago, que suelen desaparecer después de su uso durante unos días.
Deben evitar su consumo personas con procesos que pueden hacer que la entrada en el organismo de colonias de bacterias y hongos o levaduras tenga un efecto perjudicial e incluso peligroso para la salud, como aquellas con intestino permeable o en un tratamiento con inmunosupresores.