Imagina que sales de darte un baño en el mar. Hace muy buen día, la temperatura es perfecta pero ya se está haciendo de noche y corre una pequeña brisa fresca. Al echarte la toalla sobre los hombros te das cuenta de que el pelo de los brazos se te ha erizado. Lo mismo te pasó en el cumpleaños de un amigo (en el que se respetaban todas las medidas sanitarias), cuando tu pareja te cogió de la mano por primera vez o cuando escuchaste en directo esa canción que te emociona.
Te ha pasado, ¿verdad? Es lo que comúnmente se conoce como 'tener la piel de gallina', una reacción corporal que se asocia al frío y a las emociones intensas y que aparentemente no tiene razón de ser. ¿Por qué nuestro cuerpo reacciona de esta manera? ¿Tiene alguna explicación evolutiva o de supervivencia? ¿Les pasa lo mismo a otros animales?
Piel de gallina, ¿por qué?
Cuando la temperatura exterior es baja el vello capilar se eriza. Ocurre en toda la superficie pilosa, salvo aquella que cubre los genitales, las manos o los pies. En la raíz del pelo, bajo la piel, se esconde un pequeño músculo erector que al contraerse crea una capa de aire alrededor del cuerpo que lo protege del frío.
Este fenómeno se llama también pieloerección y se refiere al desarrollo de forma involuntaria de protuberancias en la piel, en la base del vello corporal, cuando nos exponemos a situaciones o a cambios bruscos de temperatura. Este reflejo pilomotor ocurre en muchos mamíferos, además de los humanos, aunque la mayoría de las veces pensemos que solo nos afecta a nosotros.
Según explicó George A.Bubenik, fisiólogo y profesor de zoología, a la revista 'Scientific American', es una respuesta heredada de nuestros ancestros. Otras especies también experimentan algo similiar y su finalidad es aislar nuestro cuerpo y abrigarnos del frío exterior. De hecho, nuestros antepasados tenían el cuerpo lleno de pelo y esta respuesta les servía para protegerles.
La piel de gallina se produce por la liberación de adrenalina, que se segrega en situaciones de frío y también de estrés. Esta hormona produce una serie de reacciones en todo nuestro cuerpo y lo pone en alerta para que pueda luchar o huir si está en peligro. También es la responsable de que, de repente, nuestra fuerza aumente o nuestra capacidad mental de respuesta sea más ágil. De ahí, que también nos salga cuando escuchamos música, nos emocionemos o tengamos miedo.
Nuevo descubrimiento
Durante el 2020, en un análisis en ratones, publicado en la revista científica 'Cell', científicos de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) descubrieron que los músculos específicos que se contraen cuando aparece la piel de gallina están conectados al sistema nervioso simpático. Cuando se detectan bajas temperaturas, estos tienden un puente entre los nervios simpáticos y los folículos pilosos.
A corto plazo, hace que el pelo se erice y aparezca la piel de gallina; a largo plazo, parece promover el crecimiento del vello. Los investigadores sostienen que es un importante vínculo entre las células madre, que el cuerpo puede utilizar para crear otros tipos de células, y los estímulos externos.
Así, mientras que la conexión entre el nervio y el músculo ya se conocía en este sistema específico, el lazo con las células madre reguladoras del pelo es un nuevo descubrimiento, y uno inusual, ya que las neuronas tienden a preferir las conexiones con otras neuronas o las conexiones de tipo sináptico con los músculos.