Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Esta actividad que tanto gusta a algunos y que siempre resulta tan placentera es una necesidad biológica que ayuda al organismo a recuperar energía, realizar determinados procesos y funcionar correctamente.
Sin embargo, muchas personas tienen problemas para conciliar el sueño y se pasan largos ratos dando vueltas en la cama hasta que consiguen dormirse, lo que provoca que se mantengan en un estado demasiado ligero y no alcancen la fase REM, el descanso profundo que nuestro cuerpo y cerebro necesitan para funcionar correctamente.
El estrés, el frenético ritmo de vida de nuestra sociedad, el trabajo y los problemas sentimentales, son algunos de los responsables de que nos cueste descansar bien y dormir todas las horas que necesitamos, algo que puede derivar en algo más grave. Además de acostarse pronto, practicar algún tipo de deporte a diario, darse un baño o realizar ejercicios de relajación, cambiar las pautas de nuestra alimentación puede ayudarnos. Pon atención.
Miel
La forma más efectiva de utilizar la miel es como añadido a la leche o las infusiones. La glucosa de este alimento que producen las abejas provoca que el cerebro disminuya la cantidad de orexina, una sustancia directamente relacionada con la vigilia, por lo que facilita el sueño. Además, también es rica en triptófano, un aminoácido que se convierte en serotonina, que es la hormona de la felicidad, y la que permite que nos relajemos y podamos dormir bien (aunque hay algunos trucos que ya te contamos en Vozpópuli).
Así, tener un poco de azúcar natural extra antes de acostarnos puede ayudar a que la función cerebral trabaje mejor durante la noche. De hecho, muchos expertos aseguran que tomar una pequeña cantidad de miel antes de acostarse elevará la glucosa en sangre durante la noche y provocará un sueño más profundo y de manera más rápida.
Frutos secos
Los frutos secos poseen grandes cantidades de ácidos grasos omega 3 y 6, conocidos como "grasas saludables", además de contener melatonina, la hormona relacionada con mejoría del sueño. Si optas por las almendras, tienes un plus: contienen magnesio, que actúa sobre el sistema neurológico, favoreciendo la relajación. ¿Prefieres las nueces? Entonces también estarás ayudando a tu corazón. Toma nota: conviene que los tomes al natural, no tostados ni fritos (y mucho menos garrapiñados).
Plátanos
Tomar esta fruta por la noche puede ayudarte a tener un mejor descanso gracias a que es fuente de magnesio, perfecto para sintetizar la serotonina. Además, si eres de los que hacen deporte después de trabajar, el plátano te ayudará a generar energía después de haber hecho cualquier actividad física gracias a su contenido en potasio. Y, además, hará que sientas más saciado. ¡Atrévete a probarlo a última hora del día y verás que bien duermes!
Tés e infusiones
La valeriana, la hierbaluisa o la manzanilla son especialmente buenas para dormir bien. Este tipo de infusiones poseen propiedades relajantes y sedantes que hacen mucho más efecto al consumirlas como bebidas calientes.
Queso fresco
Para la hora de la cena, en general los lácteos son bastante buenos. No solo debes tener en cuenta el típico vaso de leche caliente (que es muy relajante), también puedes cenar queso fresco. Además de ayudar a descansar mejor, también tiene B12, vitamina que ayuda a tu estado de ánimo. Si tienes déficit, estarás más enfadado o favorecerá a que tengas depresión. Puedes apostar por la ensalada de tomate e incluso con sandía. Además, recuerda que hay algunos quesos que no te viene bien tomarlos antes de acostarte, sobre todo los que más curados están. ¡Ponle mucha atención!
