En verano es frecuente desplazar el consumo de agua por el de otras bebidas, como los zumos, los refrescos, y las cervezas, u otras bebidas alcohólicas. El buen tiempo nos llama a estar en una terraza de vermú y a disfrutar del sol y de la buena temperatura, más si estamos de vacaciones; pero siempre sin olvidar que es una época en la que debemos reforzar nuestra hidratación. Todos los expertos coinciden: el agua es la mejor forma de hidratarse. ¿Qué pasa si optamos por otras bebidas?
El doctor Alberto Aliaga Verdugo, especialista en endocrinología y nutrición del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón de Sevilla, indica que generalmente en esta época del año es recomendable un consumo total de agua de entre 2-2,5 litros por día, a través de la ingesta de bebidas (80%), principalmente de agua, pero también de alimentos (20%) como frutas y verduras, que también contienen agua.
No obstante, este nutricionista precisa que esto puede variar según los hábitos, la actividad física, y la edad de la persona, entre otros factores: “El famoso aporte de 2 litros de agua del que tanto hemos oído hablar se refiere al total de líquidos a ingerir, que incluye no solo el agua que bebemos, sino también la que contienen los alimentos que consumimos”.
Cuidado con refrescos y con la cerveza
Por su parte, la dietista-nutricionista Elena de la Fuente Hidalgo, del Hospital Quirónsalud San José (Madrid), advierte sobre los refrescos azucarados y la cerveza, dado que no son las bebidas más recomendables a la hora de hidratar a la persona. Considera, de hecho, que siempre es preferible moderar su consumo, intentando elegir la opción sin azúcar en el caso de los refrescos, dado que estas opciones contienen una menor cantidad de glucosa que la versión original de la bebida. Además, sostiene que "los refrescos azucarados son ricos en calorías vacías, es decir, altamente energéticos y sin ningún valor nutricional".
Todos los expertos coinciden: el agua es la mejor forma de hidratarse
En cuanto a las cervezas y combinados, esta experta mantiene que, al igual que los refrescos azucarados, las bebidas alcohólicas no tienen valor nutricional y, además, proporcionan una falsa sensación de calmar la sed: “Si consumimos más cantidad de la recomendada se puede producir el efecto contrario: la deshidratación. En su lugar podemos elegir las ‘cervezas 0,0’ que, además de ser fresquitas, no contienen alcohol”.
¿Qué sucede con los zumos de frutas?
Mientras, la doctora Mª Ángeles Donoso, especialista en Endocrinología pediátrica y Nutrición infantil del Hospital Ruber Internacional, señala que, aunque las frutas y las verduras son una “magnífica forma de hidratarse”, sí recuerda que los zumos deben ser consumidos con moderación porque contienen menos fibra y sí mucho azúcar.
“De hecho, 125 mililitros de zumo pueden contener más azúcar que 8 galletas, lo que aumenta el riesgo de malnutrición, caries, y sobrepeso. Por eso, pese a que un zumo natural pueda aportar ciertos beneficios, siempre será preferible consumir la pieza de fruta entera, con su aporte extra de fibra, y que el agua sea la principal fuente de hidratación”, agrega la doctora.
Es muy importante no esperar a tener sed para beber en verano, ya que, de por sí, la sed es ya una señal de deshidratación
A su vez, advierte de que los zumos de fruta no son equivalentes nutricionalmente a las piezas de fruta: “Los zumos carecen de fibra y no estimulan la masticación", al tiempo que mantiene que los zumos de frutas no es necesario introducirlos antes de los 12 meses en los más pequeños de la casa, y se debe limitar su consumo después.
En cualquier caso, si nos apetece tomarnos un zumo, la doctora dice que podemos optar por preparar cualquiera de los refrescos saludables en casa, sin añadir azúcar extra (así aumentan las calorías y se convierte en una opción menos adecuada).
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Dra. Mª Ángeles Donoso, Endocrinología pediátrica. -
Dra. Rocío Práxedes, Endocrinología.
La bebida fría tarda más en hidratar
Por otro lado, esta especialista del Hospital Ruber Internacional alerta de que, aunque con el calor lo que más apetece es beber algo frío, si bien aclara que el líquido que tomamos a muy baja temperatura tarda más en hidratarnos que si estuviera a una temperatura ambiente: “El circuito que siguen los alimentos que ingerimos, agua incluida: desde el estómago pasan al intestino y posteriormente se transfiere a la sangre. Además de otros factores, la temperatura determina la velocidad a la que se produce este proceso, siendo más rápido cuando el líquido está a una temperatura media, que si está muy frío o muy caliente”.
A su vez, hace hincapié en la importancia de que no esperar a tener sed para beber en verano, ya que, de por sí, la sed es ya una señal de deshidratación: “Hay que tomar especial precaución con las personas mayores, que no suelen tener sed, porque con la edad se pierde la capacidad de detectar esa necesidad, así que deben beber la cantidad necesaria para no deshidratarse. Igualmente, los niños tienden a olvidarse de beber cuando están jugando, bañándose o haciendo deporte, y hay que estar pendiente de ellos para recordarles que beban”.
10 consejos a tener en cuenta este verano
- El agua es la mejor bebida para mantenerte hidratado.
- Bebe como mínimo 1,5 litros de agua/ día, aunque esto puede variar según los requerimientos personales.
- No esperes a beber agua hasta que la sed te avise.
- Una manera saludable de repartir los líquidos es que cada día consumas 6 vasos de agua además de otras bebidas refrescantes sin alcohol ni azúcar añadido.
- Opta por alternativas saludables en su versión fría, como son los cafés y las infusiones, cuya base es agua.
- Bebe agua en las comidas y durante el resto del día.
- Aprovéchate de la hidratación que te aportan las frutas, las verduras y las gelatinas, o las sopas frías; eso sí, escoge las que menos sodio contengan.
- Si vas a practicar una actividad física o hace demasiado calor, puedes incluir alguna bebida isotónica.
- Atención a las bebidas alcohólicas: el alcohol no ayuda a hidratar, sino que puede ocasionar el efecto contrario.
- Bebés: los lactantes no necesitan un aporte extra de agua, ya que la leche materna o la preparada son suficientes para mantener una hidratación correcta.