Ciencia

Nuestros cerebros también se arrugan con la edad

El análisis de más de un millar de cerebros de todas las edades indica que estos se pliegan siguiendo los mismos principios que en los mamíferos y que con los años pierden tensión, un cambio que podría servir para predecir demencias.

Igual que ocurre con la piel, nuestro cerebro se arruga con la edad y comienza a perder tensión y elasticidad. El equipo de Yujiang Wang, de la Universidad de Newcastle, ha analizado mediante resonancia magnética los cerebros de más de 1.000 individuos con edades entre los 4 y los 94 años y publica sus conclusiones este lunes en la revista PNAS.

El resultado indica que nuestro cerebro se va plegando con el desarrollo siguiendo los mismos principios físicos que en otros mamíferos y con el objetivo de optimizar el espacio. Un cerebro adulto medio, por ejemplo, la corteza de un solo hemisferio ocuparía, si la desplegáramos, el área equivalente al de un folio DIN A4. Estudiando esto, explica Wang, "identificamos un parámetro que decrece con la edad, que interpretamos como el cambio de tensión en la superficie de la corteza. Sería similar a lo que pasa con la piel. A medida que envejecemos, la tensión baja y la piel empieza a aflojarse".

La corteza de un solo hemisferio ocuparía, si la desplegáramos, el área equivalente al de un folio DIN A4

Los autores del trabajo creen que el conocimiento de este mecanismo podría servir en el futuro para diagnosticar de forma temprana algunas enfermedades degenerativas como el alzhéimer, donde se observa una pérdida de tensión más rápida y pronunciada. "Mapeando el cerebro de más de 1.000 personas, hemos demostrado que nuestro cerebro se pliega de acuerdo a una ley universal", explica la autora principal. "Se conoce desde hace tiempo que el tamaño y grosor de la corteza cambia con la edad, pero la existencia de una ley para su plegamiento nos enseña cómo combinar estas cantidades para una sola medición de los pliegues que nos permita hacer comparaciones entre géneros, grupos de edad o estados de enfermedad".

De hecho, una de las cosas que han visto durante el trabajo es que los cerebros de hombres y mujeres difieren en tamaño, superficie y grado de plegamiento. Los cerebros de ellas están ligeramente menos plegados que los de ellos a la misma edad, aunque siguen la misma ley a la hora de formar las circunvoluciones. Y lo más importante, "durante la enfermedad de Alzheimer, este efecto se observa a una edad más temprana y de forma más pronunciada", observa Wang. "El siguiente paso será ver si hay alguna manera de usar estos cambios en los pliegues como un indicador temprano de la enfermedad".

Referencia: Universality in human cortical folding in health and disease (PNAS)

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