Los incendios forestales del "Verano Negro" de Australia de 2019 y 2020 inyectaron cantidades masivas de partículas de humo en la atmósfera, produciendo perturbaciones inesperadas y extremas en los gases estratosféricos más allá de lo visto en los 15 años anteriores de mediciones.
Es la conclusión principal que se desprende de un trabajo publicado este jueves en la revista Science, cuyos autores señalan que algunos de estos cambios tienen el potencial de destruir el ozono, un componente atmosférico crucial responsable de proteger la superficie de la Tierra de la dañina radiación ultravioleta del sol.
Los hallazgos ilustran el impacto grande y duradero que el aumento de la actividad de incendios forestales en todo el mundo puede tener en la atmósfera de la Tierra.
Una inyección a la estratosfera
Como resultado del cambio climático, los incendios forestales extremos están aumentando en todo el mundo. Estos incendios forestales severos pueden crear nubes de pirocumulonimbos (pyroCb), enormes penachos inducidos por el calor que se sabe que inyectan cantidades masivas de humo y otros gases de combustión en la estratosfera.
Estas inyecciones son tan potentes que pueden afectar el clima y la composición atmosférica de maneras que todavía no se han definido con certeza.
En el nuevo estudio liderado por Peter Bernath y su equipo, los autores utilizaron datos del espectrómetro infrarrojo del satélite Experimento de Química Atmosférica (ACE) para evaluar el impacto de las partículas de humo de los incendios del "Verano Negro", que asolaron Australia a finales de 2019 y principios de 2020.
Según estos hallazgos, esta entrada de humo produjo perturbaciones extremas en las concentraciones de gas estratosférico, incluidos aumentos en los compuestos que contienen cloro, que tienen el potencial de destruir el ozono.
“Los incendios australianos inyectaron partículas de humo ácido en la estratosfera"
“Los incendios australianos inyectaron partículas de humo ácido en la estratosfera, interrumpiendo la química del cloro, el hidrógeno y el nitrógeno que regulan el ozono”, asegura Peter Bernath, autor principal de este estudio. "Esta es la primera gran medición del humo, que muestra que convierte estos compuestos reguladores del ozono en compuestos más reactivos que destruyen el ozono".
Ozono amenazado
Los investigadores dicen que sus observaciones de ACE sugieren que a medida que los incendios forestales severos se vuelven más frecuentes, sus efectos se convertirán en un factor cada vez más importante en el presupuesto global de ozono del futuro.
Solo unos meses antes, un estudio de marzo de 2021 también en Science encontró que la inyección de humo estratosférico de los incendios forestales australianos de 2019-2020 contribuyó a niveles récord de aerosoles atmosféricos en el hemisferio sur, lo que provocó un marcado enfriamiento en las regiones oceánicas sin nubes.
En un trabajo anterior, publicado en 2019 en la revista Science, el equipo de Pengfei Yu presentó pruebas de que los grandes incendios de Canadá y Estados Unidos de 2017 generaron enormes nubes de tormenta llamadas pirocúmulonimbos que elevaron el humo hasta 23 kilómetros y lo dejaron en la estratosfera durante al menos ocho meses.
Los autores ya aseguraron entonces que los datos servían para estudiar lo que ocurriría en un escenario de invierno nuclear y que el humo no solo destruye parte del ozono, sino que produce una situación parecida a la vivida en algunos lugares del planeta en el siglo XIX, cuando las grandes erupciones volcánicas provocaron el famoso “año sin verano” y largos periodos de hambruna.
Referencia: Wildfire smoke destroys stratospheric ozone (Science) DOI 10.1126/science.abm5611