¿Alguna vez te has preguntado por qué tu dieta no funciona? Un estudio realizado por investigadores israelíes indica que la mayoría de los estudios nutricionales se están haciendo mal y que los alimentos tienen un efecto muy diferente en cada persona. El trabajo, publicado este jueves en la revista Cell, se basa en el estudio detallado de los niveles de azúcar en 800 voluntarios durante una semana y de sus reacciones ante distintos alimentos. Incluso cuando comían lo mismo, su índice glucémico reaccionaba de forma muy diferente en cada persona.
Analizaron un total de 46 898 comidas que los voluntarios registraron meticulosamente
El trabajo, realizado por el equipo de Eran Segal y Eran Elinav, se ha centrado especialmente en el análisis del nivel de azúcar en sangre tras la ingestión de la comida, un factor de vital importancia en enfermedades como la obesidad y la diabetes. Los científicos del Instituto Weizmann registraron análisis de sangre y de heces, mediciones corporales y analizaron un total de 46 898 comidas que los voluntarios registraron meticulosamente durante el estudio a través de una aplicación móvil. Y una vez analizados los resultados, los investigadores aseguran que demuestran que el índice glucémico no es un valor fijo y que depende de cada individuo.
Los resultados individualizados, que se ofrecían después del estudio a cada voluntario como aliciente para seguir bien el protocolo - arrojaron muchas sorpresas y algunas pistas sobre lo inconveniente de aplicar criterios generalizados para personas concretas. En un caso, relatan los autores, una mujer de mediana edad con obesidad y pre-diabetes, descubrió que la dieta "saludable" que llevaba tiempo siguiendo por prescripción estaba empeorando su problema. En concreto, sus niveles de azúcar se disparaban después de tomar tomates, y los comía varias veces a la semana como parte de la dieta.
“Las mismas recomendaciones generales no siempre ayudan a la gente”
"Para esta persona, una dieta diseñada indivisamente no habría incluido tomates pero podría haber incluido otros ingredientes que muchos de nosotros no consideraríamos saludables, pero que son buenos para ella", asegura Elinav. "Antes de que le hiciéramos este estudio, no había manera de que alguien le diera unas recomendaciones tan personalizadas, que pueden tener repercusiones importantes en la progresión de su pre-diabetes".
El asunto de fondo, y en el que inciden los investigadores israelíes, está en la forma en que se diseñan los estudios nutricionales, a partir de grandes grupos y conclusiones generalizadas. "La mayoría de las recomendaciones dietéticas en las que uno pueda pensar están basadas en uno de estos sistemas de clasificación; sin embargo, lo que no se subraya, o quizá no se aprecia en su totalidad, es que hay profundas diferencias entre los individuos - en algunos casos unos tienen respuestas totalmente contrarias a las de otros - y esto es realmente un gran agujero en la literatura", asegura Segal.
Cambiando las bacterias del intestino se consigue cambiar los picos de azúcar
Para entender mejor estas diferencias entre individuos, los investigadores completaron el estudio con el análisis del microbioma de los voluntarios. Tras tomar muestras de sus deposiciones, descubrieron claros indicios de que las bacterias del intestino están directamente relacionadas con la obesidad y la diabetes y que determinados microbios son los responsables de la subida de azúcar después de comer. Paralelamente, el equipo de Segal y Elinav hizo un estudio adicional e intervino en la dieta de 26 de los voluntarios, lo que tuvo efectos en la composición de su microbiota y redujo el pico de azúcar tras las comidas. Curiosamente, aunque cada dieta era personalizada y muy diferente en cada paciente, los cambios en la proporción de bacterias fueron similares en todos.
"Después de ver estos datos, pienso en la posibilidad de que estemos equivocados en nuestra idea de las epidemias de obesidad y diabetes", asegura Segal. "Puede que la gente esté confiada, pero que les estemos dando los consejos equivocados en muchos casos". "Estamos viendo en esos datos que las mismas recomendaciones generales no siempre ayudan a la gente", concluye, "y mi mayor esperanza es que podamos mover este barco y ponerlo en rumbo a una dirección diferente".
"Es un paso más a la personalización de la dieta, pero es uno de los muchos factores a personalizar", asegura a Next el nutricionista español Aitor Sánchez, autor de Midietacojea. En su opinión las recomendaciones generales seguirán siendo útiles porque se conocen sus efectos. "Tenemos claro qué alimentos son más saludables no solo teniendo en cuenta la respuesta glucémica, sino la prevención de otras enfermedades", añade, "por lo que la prescripción de los mismos tampoco se ve muy afectada". Para David de Lorenzo, director del Centro de Estudios en Genómica y Nutrición (Cesgen) el estudio es un espaldarazo a la nutrigenómica y el siguiente paso en la prevención de las enfermedades a través de la nutrición. "La Nutrigenómica ha acumulado un alto grado de evidencias moleculares sobre cómo funciona la interacción entre nuestro genoma-metabolismo (incluyendo también el genoma de nuestros compañeros de viaje, el microbioma intestinal) y los alimentos que ingerimos", explica a Next. "Es hora de empezar a aplicar este conocimiento para el diseño de dietas personalizadas que permitan optimizar nuestra salud”.
Referencia: Personalized nutrition by prediction of glycemic responses (Cell) http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2015.11.001 | Imagen: Filter Collective (Flickr, CC)