Ciencia

El profeta ‘biohacker’ se arrepiente: “alguien se va a hacer daño”

El pasado mes de octubre Josiah Zayner se inyectó públicamente una solución con la herramienta CRISPR para, supuestamente, editar su genoma y mejorar su musculatura. Meses después, al ver que muchos siguen su ejemplo, cree que la situación se le ha ido de las manos y admite que no actuó de la forma correcta.

El activista y profeta del “biohacking” Josiah Zayner admite en una entrevista con The Atlantic que la situación se le ha ido de las manos y se siente responsable de que muchos hayan seguido su ejemplo y estén intentando aplicar técnicas de bioingeniería en sus propios cuerpos sin los conocimientos ni el control sanitario que se necesitan. “De alguna manera me culpo a mí mismo”, admite en una conversación con la periodista Sarah Zang. “No tengo ninguna duda de que alguien va a terminar haciéndose daño”.

Su cambio de opinión se produjo hace unos días, al ver cómo el CEO de una compañía de ‘biohacking’ Ascendance Biomedical, Aaron Traywick, se bajó los pantalones delante del público de una conferencia y se inyectó un tratamiento contra el herpes diseñado por él mismo. Poco antes, otro ‘biohacker’ se había inyectado un tratamiento no probado ni homologado contra el VIH a través de Facebook Live y otro publicaba un vídeo con los detalles para hacer tu propia terapia génica contra la intolerancia a la lactosa. Todos y cada uno de ellos seguían un camino iniciado por el propio Zayner en octubre de 2017, cuando se inyectó delante de un pequeño grupo de personas un plásmido con una guía de CRISPR/Cas9 con la intención de mejorar capacidad muscular en pocas semanas y convertirse en el primer ser humano “automodificado” genéticamente.

“La gente empezó a escribir artículos sobre cómo yo quería ser el Capitán América o el Increíble Hulk”

“Antes de hacer ese experimento conmigo mismo, no me daba cuenta de las consecuencias que tendría”, explica. “Después, de repente, todo quedó fuera de control. La gente empezó a escribir artículos sobre cómo yo quería ser el Capitán América o el Increíble Hulk. ¿Qué estaba pasando? De repente toda esa gente me estaba siguiendo en las redes y escuchando todo lo que yo decía”. Zayner alega ahora que cuando hizo la demostración estaba tratando de provocar y mostrar, sobre todo a la industria, lo que se podía hacer con esta tecnología y que no lo estaba haciendo por salir en televisión. “Quería que la gente conociera lo que era posible con esta tecnología. No estaba tratando de conseguir músculos más grandes. No estaba tratando de modificarme genéticamente. No quiero modificarme genéticamente en este momento”, explica. “Hice este y otros experimentos, pero nadie me estaba prestando atención realmente”, insiste. “No fue como ‘Oh, sí, voy a hacer esto y espero que de pronto miles o decenas de miles o centenares de miles de personas me escuchen y vean lo que estoy haciendo’”

Al ver las consecuencias de su acción, Zayner se siente responsable. “Ahora se ha convertido en algo que la gente ve como una manera de conseguir atención mediática y hacerse famosa. Y la gente se va a hacer daño”, asegura. “Todo el mundo está tratando de ir cada vez más lejos que los demás. Y se está volviendo más y más peligroso, como todo ese asunto de la lactosa. Esos tipos dicen que han purificado un virus y luego lo han ingerido”.

“Todo el mundo está tratando de ir cada vez más lejos que los demás. Y se está volviendo más y más peligroso”

Muchos miembros de la comunidad científica denunciaron en su momento que este tipo de prácticas, fuera de la supervisión de los especialistas, era un disparate y una temeridad a la que debía ponerse límites. Ahora su principal gurú se une a las voces de alarma y admite que ha abierto la caja de Pandora, aunque sigue comercializando kits de edición genética casera mediante CRISPR. Su justificación es que es mejor venderlos de forma controlada quedejar que la gente los haga por su cuenta. “Empujarlo fuera del sistema, hacerlo marginal, puede llevar a la gente a hacer cosas ridículas y desinformadas”, asegura. Con sus kits educativos, sostiene Zayner, la gente siempre le puede hacer preguntas y se les puede orientar. “Hay gente que nos ha conectado con el único propósito de comprar cosas para inyectarse”, confiesa. “Nosotros les desaconsejamos seriamente que hagan eso. Obviamente no se lo podemos impedir, pero les disuadimos e intentamos llevarlos en la dirección correcta para que puedan acceder al conocimiento”.

Referencia: A Biohacker Regrets Publicly Injecting Himself With CRISPR (The Atlantic)

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